ESPAÑA, A BENEFICIO DE INVENTARIO



 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 22.02.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Sigue deslizándose con entusiasmo recrecido por la senda del despropósito. El último de todos tiene unidad de presentación y dualidad temática. A propósito de la oferta de E.ON por el capital de Endesa, el presidente del Gobierno cree averiguar lo que significa la palabra “nación”. Y así, nación será lo que conviene a los nacionalistas en particular; no a los españoles en general. Por ejemplo, los intereses nacionales se identifican como aquellos que en el plano de los activos estratégicos conviene a la coyunda del Gobierno de la Moncloa y el Tripartito de Cataluña para que la Opa de Gas Natural llegue a puerto. La integridad nacional del idioma, la unidad nacional del mercado, la libertad económica, el bienestar de los españoles, la defensa de los consumidores, el interés de los accionistas y el respeto al ahorro... no son cosas de valor primordial, de interés preferente para el Gobierno de la Nación, sino cuestiones relativas y dependientes del interés de los nacionalistas que sostienen con sus votos al Gobierno en el Congreso de los Diputados.

También el presidente Rodríguez cree que ha encontrado la piedra filosofal para el gobierno de la economía. “En España —se dice que ha dicho a la canciller de Alemania— los movimientos empresariales los organizo yo”, cuando Angela Merkel le llamaba el pasado lunes para avisarle cortésmente de la oferta que E.ON iba a realizar para la compra de la primera eléctrica española, integrándola en el primer proyecto eléctrico mundial. ¿A qué puede sonar en Europa eso de que los movimientos empresariales los organiza un Gobierno, y no el mercado y la libertad económica, como principios constitutivos que son del propio proceso europeo de integración?

No sólo nieva en media España. Sobre España entera nieva la caspa intervencionista y aldeana del tripartito catalán: híbrido extrañísimo del descaro frentepopulista con la propiedad privada y la bulimia desenfrenada de una burguesía oportunista que ve en el desbraguetado impulso del señor Gabarró, una oportunidad de forrarse semejante a aquella otra, durante la Guerra de Secesión, en que pidió los derechos portuarios de Gibraltar y La Coruña, como premio a su apuesta por el candidato austracista.

La “españolidad” de la Opción GN resulta así del puntual inventario de los intereses del socialnacionalismo catalán. Como la identifican con lo que les conviene, la definen como una opción española. Y ahí se acaba la historia de tal patriotismo, porque para las familias de Cataluña que quieren enseñanza en español para sus hijos, ha dicho bien claro el último novio político de Rodríguez que se lo paguen de su bolsillo, igual que los que sufragaron un colegio para enseñanza en japonés.

Pero estos puntos, tan relevantes, son sustancialmente de consumo interior. Y a ello, mal que bien, nos vamos acostumbrando los españoles que, en esta imprevista travesía del desierto nacional, esperamos el maná de las aun lejanas elecciones generales. Lo otro es de mucho más grueso calibre. Estamos a las puertas mismas de que Rodríguez cometa con Alemania el mismo solemne despropósito que cometió con Estados Unidos al replegar como hizo las tropas españolas que estaban en Iraq, para reintegrar después –en régimen de beligerancia estricta – la presencia española en aquella guerra, bien que por vía naval en las aguas del Golfo; además de entrar, tampoco sin permiso parlamentario, en la guerra de Afganistán, donde se nos derribó un helicóptero y murieron 17 de nuestros soldados. Y esto sí tiene calado político real y no la trapisonda montada por Bono con el Yak caído en Trebisonda.

¿Es toda la economía que le enseñó Jordí Sevilla “en media hora”, lo que le ha llevado a Rodríguez a decir a Merkel eso que se dice que le ha dicho de que los movimientos empresariales los organiza él? Lo que organiza de verdad, y ello no se les discutirá nadie, son los enormes líos que se montan donde pone el pie, desde la reforma de los Estatutos y la negociación sobre el terrorismo a la Opa de GN sobre Endesa. Habrá que ver ahora cuánto aguanta lo dicho a la canciller y cuánto tarda el fecundante Gabarró en cambiar su disparo de Endesa a Iberdrola, o a Unión Fenosa, tan cargadita como está de gas egipcio.

Plantarse frente a Berlín como se plantó frente a Washington no se le ocurriría ni al que asó la manteca. Y menos aun por un patriotismo de guardarropía y a beneficio de inventario.