TIEMPO DE PROPORCIONES

 

 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 13.10.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Desproporción gravemente inmoral es que un régimen político, el de la dictadura comunista de Corea del Norte, condene al hambre y la miseria extrema a todo un pueblo para pagarse la supervivencia con el recurso del chantaje nuclear. Tan gravemente inmoral es la cosa que la propia China, comunista también como la propia Corea del Norte, corta amarras en lo principal de la relación con ella y pacta con Estados Unidos una resolución de condena, en el Consejo de Seguridad, de ese eructo tiránico que fue la detonación atómica del pasado lunes.

A otra escala, en distintos términos pero compartidos de inmoralidad política, sobrevenía en Martorell —por responsabilidad alícuota de las autoridades autonómicas de Cataluña y del Gobierno de la Nación— la quiebra de los protocolos primordiales en cualquier régimen democrático. Los representantes del Partido Popular eran insultados y agredidos en el curso de la presente campaña electoral para los sufragios autonómicos, igual que lo habían sido antes, junto a los representantes de Ciudadans de Catalunya, en vísperas del referéndum sobre el Estatuto catalán.

Cuando el debido protocolo de seguridad, nuevamente, no ha sido dispuesto ni cumplido por las autoridades autonómicas de Cataluña, ni tampoco por los responsables de las competencias estatales, es decir, por el Gobierno del presidente Rodríguez, las posteriores condenas protocolarias, desde la Cámara autonómica de Barcelona y el Gobierno de la Generalidad hasta la propia vicepresidencia primera —mientras el presidente del Consejo proclamaba lo “a gusto” que se encontraba en Sabadell—, todas esas condenas no tenían otro valor que el de una concertada farsa.

Hay otro aspecto de la cuestión. Habida cuenta el enfático juego de los precedentes en la campaña del referéndum catalán, ¿hasta dónde sólo hay que hablar de responsabilidad objetiva por imprevisión? Un fondo incuestionable de complacencia oficial ha sido perceptible en este catastrófico proceso de caída del seny, del buen sentido catalán, y del simétrico y enloquecido desmadre de la rauxa, de la locura tocada con barretina. El tripartito instalado en la Generalidad es nítidamente responsable del actual “estado de rauxa”: del síndrome de demencia pretotalitaria, en que por acción y por omisión se quiere instalar a Cataluña.

Es corolario y consecuencia, todo, de un único diseño político, que se identifica con la carta de navegación de la actual Moncloa para preservar, en la próxima legislatura, la misma ecuación parlamentaria que actualmente la mantiene en el poder. Cataluña es Comunidad Autónoma que, por su electoral valor crítico, como cantera de votos —socialistas y nacionalistas— en las subsiguientes elecciones generales, equivale a la significación de Andalucía…

La estrategia de Moncloa/Ferraz es patente. Para Andalucía, el caciquismo de Estado que son los fondos para el empleo rural; y para Cataluña, además de los estipendios con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, establecidos en el recurrido Estatuto, las concesiones cualitativas hechas al nacionalismo identitario en que se ha reconvertido el PSC de la mano del socialista Maragall. Por eso la eructante satisfacción de Rodríguez en Sabadell, que ayer le era corregida con los silbidos, en el desfile militar del Día de la Hispanidad, a su llegada y en su despedida de la tribuna.

De la misma manera que tal estrategia —en Cataluña, en el País Vasco y en Galicia— es el motor de una política que le lleva a él y a los suyos al Paraíso, es también Rodríguez, desde antes del Pacto del Tinell, el inductor de un proceso general destinado recluir en el infierno de la exclusión al PP y a la media España que le vota.

El primer disparo nuclear, tan subterráneo como el de Corea del Norte, fue del Estatuto de Cataluña. Ahora esperan los demás. Las Leyes Orgánicas son los vectores misilísticos, y el fascismo funcional de las juventudes socialistas y nacionalistas, en Cataluña y el País Vasco, el carburante urbano.