DE SUSPENDIDO A ROTO

 

 Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 02.01.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

¿Qué ha pasado en Ferraz y qué en la Moncloa para que el “proceso de paz”, que el presidente del Gobierno redujo sólo a la condición de “suspendido” tras de la voladura del aparcamiento de la T-4 en Barajas, haya cambiado al estado de “roto”? Mientras se averigua la génesis precisa de la rectificación, hay una cosa patente como causa del volantazo: la sobrevenida lluvia de cascotes sobre el ya fragilísimo techo del Gobierno socialista. Resultaba escandalosamente insostenible la contumacia presidencial, políticamente suicida.

Tan brutal ha sido la rectificación expresada por José Blanco, el secretario de Organización del PSOE, después de reunirse la Comisión Permanente del partido, que el principal partido de la Oposición ha exigido que sea el propio presidente del Gobierno haga una “declaración formal de ruptura con los terroristas”.

A lo que se ve, el bombazo de Eta en Barajas ha hecho que se desplome, además de varias plantas del aparcamiento de la T-4, lo principal del tinglado político-paralegal montado por José Luís Rodríguez. Ese dispositivo de neblinosos ensamblajes operados por el Fiscal General del Estado, cuya última muestra ha sido la sorprendente afirmación de que “Eta está derrotada”. Cándido Conde Pumpido remachaba así, en suprema muestra de obsecuencia a la Moncloa actual, la doctrina de no llamar a las cosas por su nombre sino por su antónimo o contrario.

El atentado de Barajas en el pasado día 29 ha puesto de manifiesto que como efecto del supuesto alto el fuego, y del colchón de lenidad establecido en ese escenario “procesal” camino de la paz, se ha permitido, de una parte, la reorganización de la banda y de todos sus mecanismos operativos. Por ejemplo, el secuestro y retención del dueño de la furgoneta utilizada en el atentado, desde el momento del secuestro hasta el tiempo de la detonación de la carga; el montaje —no se sabe si en Francia o en España— de la megabomba y su traslado hasta el aparcamiento del aeropuerto, donde todo quedó dispuesto antes de que el presidente del Gobierno, al que los medios oficiosos le atribuyen los niveles de información que deben serle propios, proclamó la bondad de los frutos de su gestión pacificadora, superior a la de todos los tiempos precedentes e inferior a la del año que esperaba tras de las doce uvas…

Pero no son sólo las condiciones operativas de la banda aquellas que han mejorado desde el momento de la proclamación del “alto el fuego”. Han sido las de su entorno político y social aquellas que han medrado espectacularmente a partir del momento en que el Gobierno de Rodríguez rompió amarras con el Pacto Antiterrorista suscrito con el Partido Popular. Un principio de legalidad sometido a régimen de medio gas, conforme lo que ya se llama “doctrina Conde –Pumpido”, permitiría el desentumecimiento de las bases sociales y políticas del arco abertzale en todos los espacios. Esencialmente, el escamoteo nominalista de Batasuna en las últimas elecciones autonómicas vascas reinstaló la cartelería proetarra en las instituciones.

Esa disposición del PSOE de hablar “con todas las fuerzas políticas” para hacer frente al terrorismo, manifestada ayer por José Blanco, presenta indiscutibles calidades de falsete, pese a que no tengan los socialistas más remedio que intentarlo. Ni el Gobierno ni quienes parlamentariamente le apoyan se abrirían a la colaboración con los populares para reconducir la lucha contra Eta. Se trata de una cuestión de régimen. Los comunistas mantienen sintonía de fondo con el marxismo-leninismo de la banda; los nacionalistas no hacen ascos a una dinámica de fracturación española que tiene a la banda misma como cabeza tractora del convoy en que viajan sus intereses.

El cuadro de estas últimas horas, tras la rectificación del PSOE de poner ruptura donde el presidente del Consejo dijo suspensión, más que toda otra cosa, comparece como cuadro de crisis. Una crisis quizás a tres bandas: de partido, de Gobierno, de régimen. Es mucho lo que el río suena, casi tanto como la explosión de la T-4.