EL ENTIERRO DE LA SARDINA NACIONALISTA VASCA

Artículo de José Javaloyes en “La Estrella Digital” del 05 de marzo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Dos circunstancias han concurrido para que el 1 de marzo del 2009 acabara el carnaval de 30 años en que ha consistido el régimen nacionalista en el País Vasco. La pérdida de la mayoría parlamentaria formada por los partidos descendientes del primer Sabino Arana -no del que se retractó- y la ausencia electoral de las bandas abertzales en las urnas, que el zaparterismo había prorrogado en la negociación con ETA.

Sin la sinergia política derivada de tal combinación de fuerzas nacionalistas, ha resultado imposible mantener la ficción de que ese régimen era homologable con las condiciones democráticas vigentes en el mundo occidental, donde el ejercicio del voto no se encuentra interferido por la presión sistémica del terrorismo, ni a la hora de los sufragios ni en el clima establecido a lo largo de las sucesivas legislaturas. La crítica variación de tales condiciones estructurales y dinámicas ha traído como efecto el fin de la carnavalada, pero quizá también la cuaresma y el ocaso de las fiestas del presidente Rodríguez con los nacionalistas de toda laya y nomenclatura.

La mayoría parlamentaria conseguida por los partidos constitucionalistas ha llevado a Iñigo Urkullu, el presidente del Partido Nacionalista Vasco, a un juicio de intenciones sobre el cabeza de lista socialista, Patxi López, al acusarle de tramar, a través de un "acuerdo de Estado con el Partido Popular" ..."un golpe institucional". Es decir, lo que en realidad ha querido expresar el sucesor de Imaz es que los ininterrumpidos 30 años de mandatos peneuvistas componen un acervo institucional, un patrimonio histórico innegociable e irrenunciable en su continuidad para los descendientes del primer Arana. El régimen peneuvista fraguado a lo largo de tres décadas constituye para los de Sabin Etxea un patrimonio intocable. La obligada premisa mayor para todo pacto de gobierno.

Esa petición de principio urkuliana venía acompañada después del consejo y la advertencia al socialista López de que el apoyo "popular" a sus aspiraciones a la lehendekaritza no le saldría "gratuito", porque de aceptarlo estaría dando al Partido Popular la victoria política en España. O, dicho de otra manera, acarrearía la derrota del Gobierno porque (los nacionalistas) le quitarían el apoyo parlamentario. En la práctica está establecida la presunción de que el entero "frente soberanista" de los nacionalismos hace suyas las pretensiones de los nacionalistas vascos. Y son los intereses de todos ellos el cemento en que está fraguada la argamasa que en el Congreso sostiene al zapaterismo. Cualquiera que sea la manera como se lo quiera calificar, el 1 de marzo ha catalizado el proceso de cambio político en España. Y lo ha hecho en menor medida con el triunfo electoral de los "populares" en Galicia que con la derrota parlamentaria del nacionalismo en las Vascongadas. De momento, ya es significativo que el PP haya esgrimido su agenda para no entrar hasta la semana que viene en la ronda de consultas para formar Gobierno que comienzan hoy los peneuvistas.

En el ajedrez vasco se juega partida política que implica a toda España. El entierro de la sardina tras el carnaval nacionalista en Vascongadas puede llevar la cuaresma hasta la propia Moncloa. En eso tiene razón Iñigo Urkullu. Acaso se amontille el vino de López.