DOCE AÑOS DESPUÉS

 

 Artículo de Federico Jiménez Losantos en  “El Mundo” del 29/11/2004


Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Hace doce años, casi toda España prefirió mirar hacia otra parte cuando la gran movilización política, económica y deportiva de todas las instituciones, sin excepción, consiguió para Barcelona, tras la candidatura olímpica, una soberbia infraestructura y un desarrollo de los Juegos verdaderamente feliz, imperecedero en el recuerdo, pero ese esfuerzo fue agradecido con injurias no menos institucionales en la afortunada ciudad.

Si entonces los desplantes de Pujol y las bofetadas de sus criaturas familiares y políticas al Rey y, en su augusto carrillo, a todos los españoles se hubieran tomado en serio y no como una especie de peaje tan inevitable como el de las autopistas (esas que, víctima de la dictadura franquista, Cataluña tenía y España no) o como el descalabro presupuestario para pagar Barcelona 92, a lo mejor nos habríamos evitado la última afrenta de Carod Rovira.

Porque cuando Madrid aspira a conseguir para el 2012 lo mismo que Barcelona, como ciudad española, logró veinte años antes, el actual hombre fuerte de la política catalana, sucesor de Pujol en el chantaje y en la humillación permanente al Gobierno de España y a la nación que se supone representa, ha llamado públicamente al boicot a la candidatura madrileña. Y hoy resulta ya más difícil mirar hacia otro lado. Pero se mira.

Hace muy pocos días, el presidente del FC Barcelona permitió a las juventudes de CiU la instalación en lugar preferente del Nou Camp, para que fuera vista en más de ochenta países gracias a
TV3, la pancarta «Catalonia is not Spain», hermana de aquel «Freedom for Catalonia» que en 1992 los nenes de Pujol pasearon ante las televisiones del mundo.

Laporta dice que esa pancarta, que niega la legalidad española y la propia liga de fútbol que permite el Madrid-Barça, representa la opinión de una mayoría de catalanes. No es verdad y, aunque lo fuera, resultaría igualmente ofensiva e ilegal. Pero prueba una verdad que, doce años después, seguimos sin afrontar: que son los dirigentes políticos, culturales, deportivos y periodísticos de Cataluña los que, al margen del deseo de la mayoría, fácil de cambiar, se muestran ya abiertamente separatistas.

Y se entiende: les sale gratis en el resto de España y les procura dentro de Cataluña ese salvoconducto nacionalista sin el que nada rentable es posible. Carod, el caudillo de ERC que pactó con la ETA en Perpiñán que todos los españoles siguieran siendo asesinados salvo los catalanes, no ha sido expulsado por higiene moral de la política, sino que manda más que nunca en la de Cataluña y España.

Gracias a los socialistas de allí y de aquí; gracias al apoyo que una mayoría de medios de comunicación, con los de Polanco y RTVE a la cabeza, dan al separatismo siempre que sea de izquierdas; y gracias a la inhibición casi total de la opinión pública. Y es que, doce años después, España está en las últimas.