«ANNUS HORRIBILIS»

 

 Artículo de Federico Jiménez Losantos en  “El Mundo” del 11/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

Dicen que un pesimista es un optimista bien informado, pero en España, este año 2005, no cabe el optimismo ni por desinformación.Entre lo que se sabe con certeza y lo que se barrunta con fundamento, el horizonte es color de hormiga; negra, naturalmente.

Y las previsiones más oscuras, los nubarrones indubitablemente tenebrosos afectan a todos los ámbitos de la vida nacional, empezando por el hecho de que quizás el año que viene ya no haya vida nacional, porque ya no habrá nación española. En su lugar, un incierto tropel de comunidades nacionales en continua metástasis puede asegurar y asegurará que ni tendremos nación ni, a cambio de su disolución, tendremos paz.

Después de un cuarto de siglo en el que, salvo donde mandan los nacionalistas, es decir, donde hay menos España, la libertad ha venido de la mano de la prosperidad y viceversa, vamos a cargarnos el invento acuñado hace dos mil años por Roma y la Cruz, y cuya última patente emitieron los Reyes Católicos hace quinientos años.

Hace cuatrocientos justos salía la primera parte de El Quijote, obra de madurez de un soldado español y cristiano que perdió el brazo derecho en Lepanto, luchando contra el Islam, y que dejó en el fruto de su ingenio una estampa maravillosa, imperecedera, de esa nación española a la que algunos perteneceremos siempre.

Porque una nación importante, una nación que ha sido y ha dado tanto al mundo no es simplemente un Estado, sino un depósito de valores, de cultura, de historia, de gozo y de responsabilidad que no nos abandona nunca, salvo que expresamente queramos abandonarla. Suicidándonos por ejemplo, que es a lo que vamos en este Annus Horribilis Hispaniae.

¿Cómo se puede suicidar la nación de Cervantes, del Romancero, del Lazarillo y La Celestina, de Fray Luis y San Juan, de Lope y Calderón, de Quevedo y Góngora, de Galdós y Clarín, de Machado y Juan Ramón, de Velázquez y Goya? ¿Cómo puede pegarse un tiro en la sien de los siglos una nación capaz de alumbrar tanta belleza, tanta gloria en papel, en lienzo o en piedra?

Pues todavía no sabemos exactamente cómo, pero la cuenta atrás ya ha comenzado y el año decisivo para el trabucazo será este 2005, inaugurado por el plan Ibarreche y rematado por el plan Rovireche, con el entremés del plebiscito pseudoeuropeo del responsable de la Morgue nacional, Rodríguez Zapatero, que certificará el deshielo del acreditado glaciar.

La gota fría del otoño es lo único que no cambiará, aunque la nación ya no sea la nación, sino una asociación de vecinos que han renunciado a ser ciudadanos. Cuando Julio César, dos mil años ha, fundaba las grandes ciudades hispanas en este solar nuestro de cambiante luz, ya había inundaciones y riadas en Levante.

Pues es lo único que nos dejará este Annus Horribilis: la riada.