LA PIEZA 

 

 Artículo de Federico Jimenez Losantos en “El Mundo” del 08.03.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

A lo mejor estamos en el principio del comienzo del fin de las tinieblas sobre el 11-M. La información publicada ayer por Fernando Lázaro acerca de las relaciones de los moritos y los etarras, revelada a los seis días de la masacre por el confidente policial y traficante de explosivos Suárez Trashorras, aporta la pieza que faltaba para completar medio puzzle y proseguir la reconstrucción de la intriga más diabólica y terrorífica de nuestra Historia.La relación directa de El Chino, famoso suicidado de Leganés, y los dos etarras detenidos en Cuenca con una de las dos furgonetas de la muerte que salieron a la vez de Asturias y Francia camino de Madrid, despeja una de las incógnitas que nos hacía dudar de la versión oficial de los hechos. O que garantizaba su falsedad.

La relación de Trashorras con los moros y con los etarras, que permitió detener a los moros del 11-M y no sabemos si a los etarras de Cuenca, nos permite explicar que entre los miles de callejones de España unos etarras cogieran un taxi y, zas, aparecieran casualmente en el de Trashorras donde les esperaba un coche listo para estallar al día siguiente en el Paseo Marítimo de Santander. Esa casualidad sólo se la puede creer Zapatero. Que además nos la quisiera hacer creer a todos demuestra que el presidente nos toma por bobos de solemnidad. Además de esas dos casualidades, las caravanas de la muerte y la del callejón, están las estrechas y fluidas relaciones de los presos etarras e islamistas, que lo mismo se enseñaban a montar bombas con móviles como se pasaban el teléfono de Henri Parot. Que todo fuera fruto del azar era tan improbable como que los Reyes Católicos no tuvieran nada que ver con la toma de Granada. Y, además, ahora han aparecido las capitulaciones de Santa Fe. Los españoles, ya convencidos de que el Gobierno nos mentía y nos miente sobre el 11-M, nos sentimos ahora como esa heroína de Hitchcock que sospecha que su marido la está envenenando pero que hasta el final de la peli no descubre el veneno en la leche: horrorizados pero aliviados. No estamos locos.

Lo indignante es que después de la tumultuosa convención organizada por las Fuerzas de Seguridad e Inteligencia en torno a Trashorras y señora para que les guiaran hacia los moros, los jefes de la Policía, Guardia Civil y CNI ocultaran lo que les dijo el confidente astur cuando los representantes del PP les preguntaban en la Comisión del 11-M por la posible participación etarra en la masacre.Sobre 200 muertos y 1.500 heridos, alguien había cambiado brutalmente la Historia de nuestra nación; y en el Parlamento, ellos callaban.Ese perjurio continuado es la pista que debe llevarnos al fondo de la trama. Aunque el fondo está clarísimo: España ya no es la única nación.