EL GRAN DEBATE DEL PP

¿Cuál es el modelo de España que va a defender de verdad el PP en esta Legislatura?

Artículo de Federico Jiménez Losantos  en “Libertad Digital” del  27.03.08

 

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Con un breve comentario al final:

RESISTENCIA O RENDICION

Luis Bouza-Brey, (27-3-08, 22:00 hs.)

 

El problema de fondo al que se enfrenta el PP en esta legislatura no es el de cambiar a Mariano para que siga Rajoy, ni el de cambiar a los asesores para que siga Arriola, como siempre. La gran cuestión, de la que nadie habla, es asumir el cambio de régimen que está a punto de ser perpetrado por Zapatero a través de estatutos de autonomía como el de Cataluña, implícita y explícitamente incompatibles con la Constitución. El PP tiene que decidir si se suma, se opone poquito o se opone del todo a ese cambio ilegal de régimen que muy probablemente legalizará pronto el Tribunal Constitucional a cuenta del Estatuto de Cataluña. Y hacerlo –o no– desde todas sus plataformas de Poder, sean regionales o municipales, en el Gobierno o en la oposición. Sin excepción alguna.

 

Dicho de otro modo: ¿cuál es el modelo de España que va a defender de verdad el PP en esta legislatura? ¿El de la "cláusula Camps" o el de la resistencia constitucional de Aguirre? No me refiero al que Rajoy dice que defiende, sino al que realmente va a defender su partido en todos los procesos estatutarios que, a imagen y semejanza del de Cataluña, irán perpetrándose (porque a mi juicio son un verdadero delito, el de lesa patria, cometido a espaldas de los ciudadanos, sin acudir a los medios de reforma constitucional que existen y sí serían legítimos) durante esta legislatura que, paradojas de la política, termina en 2012, a los doscientos años justos de nuestra primera constitución, la de Cádiz. La que proclamaba que todos los ciudadanos éramos libres e iguales ante la Ley. Hasta que llegó Zapatero y, en homenaje a Tigrekán I, se la cargó.

El PP tiene razones para oponerse al cambio ilegal e ilegítimo de régimen y también para asumirlo sin demasiado desgaste. Lo que no puede hacer es una cosa y la contraria. Y hasta ahora, sólo la Comunidad de Madrid, sin duda por el proyecto nacional de Esperanza Aguirre que es el de la mayoría de los votantes y militantes del partido, pero no de los dirigentes, se ha opuesto con los hechos a la disgregación de España a través de las diecisiete taifas autonómicas. Puede decirse que es inútil o contraproducente oponerse a un proyecto que en realidad ya está en marcha y que, en definitiva, supone el desarrollo natural del Estado de las Autonomías. Es discutible pero resulta coherente.

 

También puede decirse lo contrario: que todo lo que sea avanzar en la disgregación es letal para la nación, para "esta gran nación llamada España", como les gusta decir a los líderes del PP. Lo que no puede o no debería hacerse es defender de boquilla a la nación mientras se desmantela y reparte el Estado entre las autonomías, sobre todo en ámbitos como la Educación y la Justicia que liquidan la igualdad de los ciudadanos ante la Ley. Los estatutos de Valencia y Andalucía fueron concesiones perezosas de Rajoy a los poderes regionales del partido, concretamente a Camps y Arenas. Pan para ayer y hambre de claridad para mañana, que ya es hoy. Este es el gran debate, en el PP y en toda España. Lo demás, son fulanismos sin trascendencia.

 

Breve comentario final:

RESISTENCIA O RENDICION

Luis Bouza-Brey, (27-3-08, 22:00 hs.)

 

No sé si los dirigentes del PP se lo creen o no, pero la rendición ante el cambio de régimen impuesto de tapadillo por la conjunción nacional socialista va a ir erosionando el funcionamiento de la democracia española y haciendo emerger disfunciones de cada vez más difícil solución: no vamos a tener ríos ni recursos para todos, y además los niveles de libertad e igualdad entre los españoles serán cada día más bajos.

De manera que si el PP sigue templando gaitas, sin plantear una oposición frontal al cambio de régimen, irá perdiendo autoridad y legitimidad, y los sectores populares que vayan despertando del narcótico zapatiéstico tendrán que buscar la alternativa en otro lado.

Y no sé si UPyD, con la estructura aberrante con que nace, será capaz de conectar con la resistencia popular, o el movimiento se va a canalizar con otros instrumentos: pero estamos viviendo ya en Cataluña los primeros síntomas de la esclerosis y fracaso de la segunda experiencia de regeneración democrática iniciada con Ciudadanos. O se reconduce la situación o la crisis va a estallar de una vez con repercusiones a nivel del conjunto de España.

Porque el vacío de representación existe, y cada vez hay y habrá más ciudadanos descontentos con el cambio de régimen, y si el PP no es capaz de liderar el movimiento, y también fracasa UPyD, surgirán nuevas experiencias para llenar el vacío.

Y tiene razón Jiménez Losantos: la única opción que tiene el PP es la resistencia a un cambio de régimen que viola la Constitución, anula la igualdad y atenta contra la libertad. Y esa opción es la de Esperanza Aguirre, Mayor Oreja, Vidal-Quadras, DENAES y diversas asociaciones ciudadanas, que tendrán que confluir en la misma dirección.

El error del PP ha sido creer que intentando no hacer demasiado ruido conseguiría evitar la movilización de la llamada “izquierda volátil”, pero no sólo ésta se ha movido, sino que la que vota a IU ha desplazado el voto útil a favor de ZP y su hija en Cataluña, y un sector de los independentistas ha hecho lo mismo. Ha sucedido algo similar a lo ocurrido en Euskadi hace años.

Lo que debería hacer el PP es explicar pedagógicamente a nuestro narcotizado electorado, con toda crudeza y veracidad, lo que está sucediendo y la gravedad que reviste, y anticipar y construir en un modelo la perversión democrática y la destrucción del Estado que el cambio de régimen implica. ZP va a iniciar, no un pacto con el PP, sino un pacto por la eutanasia estatal con el nacionalismo soberanista, transformando España en un reino de taifas precontemporáneo y dañando las potencialidades de desarrollo del conjunto del país.

Si el PP no se cree que este futuro ominoso se vaya a producir, o no sabe explicarlo a un electorado de momento ciego y sordo, la resistencia se va a  canalizar por otros procedimientos distintos del sistema establecido, y las consecuencias pueden ser todavía más graves para el país.