EL MARRÓN DE ESPAÑA ES DEMASIADO OSCURO

Artículo de Pedro Juan-Viladrich en “La Gaceta” del 23 de mayo de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

No se trata de ordinarias comunicaciones entre dirigentes aliados, ni de habituales intercambios de información entre socios. Salvando las formas, que debieron ser tan diplomáticas como rotundas, estamos ante mandatos del superior al inferior, del que puede mandar al que debe obedecer. Me refiero a las “sugerencias” enviadas no sólo a Zapatero, sino también a Rajoy. La situación socio-económica española es dramática –Campa dixit- y nuestro desastre puede dinamitar al euro y arrastrar al dólar. Es por eso que los jefes nos intervienen.

La intervención nos desnuda. Y levantada la falda, nuestro trasero no es como pretende el Gobierno Zapatero. Estamos como nos ven nuestros socios exteriores, los socios naturales, realistas, importantes y acreedores –no los Evo, Castros, Chaves, Kirchner y palestinos-, que son Francia, Alemania, EEUU y Bruselas, porque éstos son, entre otras cosas, los principales tenedores de nuestra astronómica deuda pública y privada: un billón ochocientos mil millones de euros. Nuestros socios y acreedores temen que no podamos pagarles por dos razones: porque seguimos incrementando el déficit y la deuda, y porque no creamos riqueza para pagar. Ignoro si a estos acreedores les interesa una España fuerte y próspera. Lo que si sé es que les interesa una España que pague lo que debe. En consecuencia hay que intervenirle las cuentas, para que, si no puede crear riqueza, al menos se apriete drásticamente el cinturón del gasto y, aunque cada vez más pobre, empiece a pagar. Desde afuera nos ven en caída libre hacia la pobreza. Ofrecemos muchos síntomas para ese cruel diagnóstico. Descuellan dos. Ven a España cada día más dividida, en diecisiete taifas insaciables e insostenibles, en manos de agentes que le restan fuerzas, la contraponen y la desaniman. Ven a España en manos de una casta política escandalosamente inepta, mediocre, despilfarradora, sectaria y termita de sus propias instituciones, de la que el Gobierno Zapatero es encarnación paradigmática. ¿Qué loco puede confiar en el futuro de una España dividida, gestionada por quienes la dividen y enfrentan?

Nuestros naturales socios y acreedores reciben puntual información de los acontecimientos españoles. A diferencia del españolito medio, conocen lo que nos pasa sin sufrir los cuentos de Blanco mareándonos en la noria, ni las mentiras con cínico estiramiento facial de ambas vicepresidentas, ni las estupideces apologéticas para consumo interno de la planetaria Pajín, ni las merluzas gastronómicas de la cocina del CIS, ni el optimismo patológico del maestro del travestismo que es Zapatero. En cascada, les enviamos noticia de hechos que tienen un efecto devastador de nuestro prestigio nacional. Ejemplos recientes. Autoridades de primer nivel presionan al Tribunal Constitucional y cuestionan su legitimidad en tema de tal importancia como es la unidad de la nación puesta en almoneda por la vía trapacera de una reforma por vía estatutaria de la mismísima Constitución. Más de medio centenar de periodistas ideológicamente independentistas sea apoderan de la opinión pública –al margen de los pobres resultados electorales y la significativa abstención catalana- para lanzar un órdago: o se aprueba el Estatut o secesión al canto. Y, mientras acá “no pasa nada”, afuera toman nota de que nos desmoronamos. ¿En qué país, entre nuestros acreedores, se toleraría semejante ataque a la unidad nacional? Otro ejemplo: el caso Garzón. De nuevo, autoridades políticas de primer nivel ponen a caldo al Tribunal Supremo mediante falsas imputaciones de índole ideológica –franquistas y fascistas-, ocultando a la ciudadanía el procesamiento por indicios severos de prevaricación y cohecho de un juez. Acá “no pasa nada”, afuera apuntan que nuestra seguridad jurídica, legalidad y Estado de Derecho están ideologizándose, no responden a criterios jurídicos objetivos y de igualdad de todos ante la ley, corrupciones propias de dictaduras bananeras y comunistas. Para apuntillarnos, nos visitan la tanguista, continuadora del peor peronismo, o el genial antropólogo del pollo y la homosexualidad –que por eso se llama Evo- y arremeten en nuestra casa contra el Tribunal Supremo. “¿No pasa nada”? Claro que pasa y mucho. Aquí les ríen las gracias. Afuera causamos pavor. ¿Por qué? No porque la división y decadencia de España les duela. No porque les apene nuestra falta de dignidad y orgullo. Lo que les aterra es que, despeñados en la pobreza material y en la decadencia moral con estos gobernantes y sus invitados, ni apretándonos el cinturón podamos pagar lo que les debemos.

Dicen que hay un clamor ciudadano a favor del adelanto de elecciones. Dicen que es inútil presentar una moción de censura, incluso testimonial. Dicen que Rajoy, aconsejado por sus augures y por su propio modo de ser, administra los tiempos, espera el resultado de las autonómicas, mientras supone que Zapatero, cada vez más cocido en su propio jugo, caerá como higo de otoño. Me temo otra cosa. En estos momentos, España es un marrón demasiado oscuro. Es un marrón económico y político y moral en íntima telaraña. La regeneración de espíritu y métodos que necesita España –en todas las áreas- es de tal envergadura, ha de ser tan radical que… ¿Y si nadie, entre las fuerzas políticas no socialistas, se atreve a hacerse cargo de semejante marrón? Porque si esta hipótesis fuera cierta, entonces no tenemos verdadera oposición ni alternativa política, sino simulación teatral de las mismas. En tal escenario, la sociedad civil española tendrá que concienciarse de su orfandad y, ante el abismo, deberá reaccionar con aquella resolución, que hace historia, para ser ella quien protagonice la regeneración necesaria.

 

Catedrático de Universidad y Vicepresidente del Grupo Intereconomía