EL MÉTODO DELIBERATIVO

 

 Artículo de Ernesto Ladrón de Guevara en “El Semanal Digital” del 19.02.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Ha sido muy comentado el famoso prólogo de un libro escrito por Zapatero. En él se planteaba una nueva forma de aproximación al conocimiento de las cosas: el pensamiento deliberativo. Con lo cual nuestro acomodaticio presidente se convierte en mentor de una nueva escuela filosófica gnóstica consistente en reunirse con otros para pactar lo que es cierto y lo que no, mediante el simple contraste disertativo. Kant queda así arrumbado, y toda la teoría racionalista y positivista sustituida por un relativismo consistente en renunciar a los principios propios para llegar por aproximaciones sucesivas a la mejor razón mediante consenso. Es decir, que si alguien te dice, por ejemplo, que el fin justifica los medios y que el poder tiene en sí mismo valor absoluto, podemos llegar a un punto medio consistente en que entre su razón totalitaria y la mía democrática hay puntos de encuentro y que podemos alcanzar una sociedad democrática en las formas aunque totalitaria en el fondo, donde el individuo no tiene otro sentido que ser una pieza del entramado de poder sin valor "per se".

Desde esta cosmovisión vital no nos extrañemos de lo que está pasando y del derrotero por el que transcurren las cosas desde que el Partido Socialista accedió accidentalmente al Gobierno. Con lo cual llego a la conclusión de que he perdido 20 años de mi vida militando, hasta que me di cuenta de que no merecía la pena seguir allí, en un partido "chicle", amorfo y de textura amebosa.

Está claro que para Zapatero y sus colaboradores no hay ningún principio sólido, ya que todo se cuestiona. Y se pacta de la misma manera la desmembración del Estado que la demolición de los pilares que dan sentido a nuestra civilización occidental; o la renuncia a los principios morales que justifican la dignificación de las víctimas y los efectos políticos derivados. O la legitimación de los postulados nacionalistas sin cuestionar sus bases doctrinales, innegablemente perversas. Es decir el vaciamiento de los fundamentos que han dado cuerpo y razón a la izquierda democrática desde que los krausistas surgieran en el escenario español en el tercio final del siglo XIX. Y la renuncia al pensamiento político, en su sentido más humanista, que nos dejaron como patrimonio ideológico Besteiro, Ortega y Gasset, Unamuno, Costa, Sánchez Albornoz y otros, regenerando España desde una perspectiva profunda y no trivial como en el presente.

No nos puede extrañar que un relativista absoluto como el Sr Zapatero, lindante con el nihilismo existencialista, renuncie por oportunidad a unas ideas justas y legítimas; y que rechace el pensamiento racionalista como método para la búsqueda de la verdad. Lo cual da pie a desmantelar todo orden preexistente, como si todo fuera cuestionable y mutable.

Hoy votaría la Constitución del 78 por los casi 25 años de convivencia pacífica que han regido en las partes del territorio nacional no sometidas al chantaje nacionalista; aunque haya quedado claro que las reglas de juego y las leyes sólo sirven para quienes aceptamos el marco democrático no para los que tratan de subvertirlo, porque siempre hay alguien que sustituye la democracia por el despotismo.

Mientras, la rana –como en el experimento- se va cociendo lentamente sin darse cuenta de que pierde la vida.