LA IZQUIERDONA

 

 Artículo de Jesús Lainz   en “El Semanal Digital” del 02.07.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

2 de julio de 2005.  Todos sabemos, o debiéramos saber, que la izquierda es la campeona de la tolerancia, la moderación, el progreso, la racionalidad y la justicia. Y si hoy la vida política española ha alcanzado un nivel de crispación que parecía olvidado, no es por su culpa.

Por ejemplo, la retirada de símbolos. La presencia de la estatua de Franco junto a las de Largo Caballero y Prieto en la misma calle de Madrid era una constatación de que todos ellos podían convivir en el recuerdo de los españoles y que eran páginas pasadas de la historia de España, nos gusten más o menos. Pero el Gobierno ha defendido la retirada de la estatua ecuestre alegando precisamente eso: que hay que pasar esa página de la historia. Las estatuas de Carlos III, Alfonso XII, Felipe IV, Leovigildo, Canalejas o Espartero siguen en pie, lo que evidencia que ésas son páginas que sí se han pasado. Por el contrario, lo que demuestra la retirada de la de Franco es que el actual Gobierno no ha pasado dicha página, empeñado en vencerle después de muerto.

Otro argumento ha sido el de que para que una figura histórica tenga derecho a ocupar un lugar público ha de contar con la aprobación unánime de la ciudadanía. Y Franco no la tenía. Cierto. Pero Largo Caballero y Prieto tampoco. Más o menos cuentan con el mismo porcentaje desaprobatorio que Franco. ¿Por qué no se retiran?

Otra característica de la izquierda es su inquisitorial costumbre de anatematizar a todo aquel que ose dudar de los dogmas establecidos por ella, ya sea en el terreno de las ideas, ya en el de la historia. Ahí está el linchamiento de Pío Moa, al que los representantes de la ilustración universitaria izquierdista tienen que intentar anular con empujones y mugidos cuando no con el ostracismo, señal, quizá, de que de argumentos no anden sobrados. Si tan seguros están de la certeza de sus tesis, ¿por qué no se sientan en una mesa con el citado autor y le dejan en ridículo mediante la argumentación? Moa lleva años ofreciéndose, pero nadie ha recogido el guante.

Finalmente, tras el fantasmal atentado en el Valle de los Caídos, el emplazamiento que ha hecho Otegi a Zapatero para reformar el régimen contando sólo con las opciones políticas "que perdieron la guerra" y el anuncio de ETA de que indulta a los cargos electos pero no a las "fuerzas de ocupación", ¿no se esconderá un guiño a los que, al fin y al cabo, brindaron con champán durante muchos años cada vez que ETA asesinaba a un guardia civil, pues consideraban que "estos muchachotes nos están trayendo la democracia"?

Que nadie se rasgue las vestiduras: todos los españoles conocemos decenas de esos champaneros, con nombres y apellidos. ¿O no?