LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA ESPAÑOLA: HUNDIMIENTO O REGENERACION

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 11-6-06, 20:30

 

Estamos yendo hacia atrás: hace cuatro años se veía a ETA paralizada, debido a una política antiterrorista eficaz derivada del Pacto por las Libertades y contra el terrorismo. Parecía que sólo cabía esperar que ETA-Batasuna se rindieran, y que era posible aguardar a que lo hicieran por ahogo, sin cederles nada a cambio. La ilegalización de Batasuna y el entorno de ETA, la eficacia policial franco-española, la deslegitimación de los objetivos anticonstitucionales del nacionalismo, constituían un muro frente al proceso de destrucción de la democracia española, iniciado en Euskadi al principio de la transición y en Cataluña a mediados de los años ochenta. Los pilares de la defensa del Estado democrático resistían el embate del nacionalismo insolidario y habían tomado la iniciativa en el proceso de construir de una vez en nuestra historia un Estado integrado, plural, democrático y fuerte, que nos permitiera iniciar nuestro despegue histórico del ominoso pasado.

Pero desde las elecciones autonómicas catalanas de noviembre de 2003, la situación ha dado un giro que nos conduce de nuevo al pasado: la legitimación del radicalismo independentista por el PSC, y su alianza para la definición de una política de revisión confederal e insolidaria de la estructura del Estado; el pacto del Tinell; la alianza tácita entre ERC y Batasuna; el cambio de objetivos estratégicos y alianzas del PSE-PSOE-PSC; los atentados del 11M; la victoria de Rodríguez Zapatero y el inicio de las nuevas políticas del Gobierno derivadas de la alianza hacia el radicalismo , han puesto en marcha el proceso que hoy vivimos. Proceso de ruptura del consenso de la transición y de reforma inconstitucional de la Constitución; proceso de marginación del PP y de formación de un bloque político anticonstitucional que rompe los principios de unidad, pluralismo, igualdad, libertad y solidaridad que fundamentaban el orden político democrático; proceso de desarticulación de la Nación y debilitamiento del Estado, apoyado en políticas sectarias y en la imposición subrepticia de un nuevo orden político desintegrador, que nos conducirá a reiniciar nuestra calamitosa historia contemporánea.

Etica y praxis coinciden, por tanto, complementándose: es preciso defender los valores anteriormente mencionados oponiéndose a la estrategia desarticuladora comenzada a poner en práctica en Cataluña en el 2003. (1)

La ruptura ya está iniciada, les falta consumarla con la aprobación del Estatuto de Cataluña y con la ejecución de un nuevo pacto con el nacionalismo vasco, que conduzcan a la realización de sus objetivos. El nuevo pacto que parece haberse estado cocinando bajo cuerda durante los últimos años quizá consista en ceder ante el nacionalismo  vasco mediante la configuración de una confederación plurinacional ---a desarrollar junto con nacionalistas catalanes, gallegos y los que se apunten--- y en aceptar las condiciones de negociación impuestas por ETA-Batasuna para abandonar la violencia. Condiciones consistentes en la constitución de una mesa de partidos entiestatutaria y autodeterminista, sin renuncia ni denuncia previa de la violencia por parte del fascismo vasco; en la legalización de Batasuna para que pueda recuperar sus medios legales de acción política y sus recursos financieros públicos; en excarcelar a los terroristas presos en un plazo prudencial, con previa mejora de sus condiciones penitenciarias; en abrir el proceso de absorción de Navarra por Euskadi; y en permitir el ejercicio de la autodeterminación de Euskadi una vez  aprobado un nuevo texto estatutario que permita inconstitucionalmente esta posibilidad.

Cosidó escribe hoy un artículo muy ilustrativo de este posible pacto, que secunda la estrategia de ETA diseñada hace algún tiempo por Antza.

 

Frente a esta estrategia suicida y traidora al orden constitucional, que provoca la rebelión del PP, de lo que queda de constitucionalismo en el PSOE y de las víctimas, el Gobierno arguye estúpidamente que la oposición debe apoyarle en su "política de Estado", como hizo siempre recíprocamente el PSOE con el PP. Esta argumentación no merece ni ser discutida, pero manifiesta estupidez, por dar por sentada la estupidez de los españoles y que éstos se van a dejar conducir al harakiri democrático por este Gobierno. Esta no es una política de Estado, sino de desmembramiento del Estado a favor de las fuerzas que representan lo peor de la sociedad española: el fascismo, el terrorismo y el particularismo anacrónico.

 

¿Cómo definir una alternativa al nuevo suicidio histórico de España?

 

El objetivo estratégico es no ceder ante el nacionalismo, reformulando el Estado autonómico en la dirección del cierre de los puntos de fuga de los particularismos (reforma del Senado para hacerlo integrador de la diversidad territorial; cierre del proceso de transferencias; recuperación de las competencias estatales no ejercidas o arrebatadas en los Estatutos, pero esenciales para el mantenimiento de las funciones fundamentales del Estado  ---educación y cultura comunes, Hacienda común, regulación de las condiciones de igualdad de los españoles---; reforma electoral para impedir la hegemonía de las minorías y la debilidad de las mayorías), y plantearse como realizable a corto plazo la derrota del terrorismo, continuando con la política de presión aplicada hasta este momento. No se debe legalizar a Batasuna ---grupo integrante de ETA--- hasta que ETA se disuelva y entregue las armas, y una vez conseguido ésto y transcurrido un plazo prudencial después del rechazo de la violencia por Batasuna, es cuando ésta podrá entrar en el sistema democrático. No se debe negociar con ETA más que su rendición y posibles medidas penitenciarias y de gracia, si la sociedad española las acepta transcurrido un plazo prudencial.

 

¿Cómo articular la definición y ejecución de esta estrategia?

 

No existe más salida que la recuperación del PSOE para la democracia mediante el cambio de su dirección, después o antes de una derrota electoral, y la formación de una gran coalición PP-PSOE, o la formulación de un pacto de Estado global entre ambos.

La alternativa emergente frente a esta salida estratégica de defensa de la democracia española comienza a desvelarse con los fenómenos políticos que se producen durante los últimos tiempos: Pacto del Tinell; CAC; Nuevo Estatuto de Cataluña; campaña anti PP del PSC; agresiones fascistas  en Cataluña; fortalecimiento de Batasuna; disgregación del PSOE; deterioro económico; aislamiento internacional; inmigración descontrolada; inseguridad creciente... En síntesis, la alternativa emergente consiste en ir hacia atrás,  romper los consensos básicos,  incrementar la tensión  exponencialmente y agravar los conflictos intra e intercomunitarios, reabriendo además virulentamente una nueva brecha que parecía soldada alrededor de los problemas seculares de nuestro país.

Uno desea ser útil al país, analizando, previendo y pronosticando. Y aunque, por desgracia, llevo tres años acertando, aún hay algunos que me tachan de radical o falso profeta, cuando el radicalismo y el error, y no sólo eso, la traición al país, están en otro lado. Por ello, voy a terminar mi análisis con los timbrazos de alarma que no por repetidos siento que produzcan efecto. Aunque me liberan de responsabilidad al haber cumplido con mi deber de efectuarlos:

 

¡CIUDADANOS! ¡DEMOCRATAS DE CATALUÑA Y EL RESTO DE ESPAÑA!, ¡DESPIERTEN DE UNA VEZ!

¡SOCIALISTAS RESIDUALES, MOVEOS!

 

(1) Este artículo comencé a redactarlo como un comentario a "Etica y poder: el caso ETA

", interesante artículo publicado por Benigno Pendás hoy en "ABC".