APROXIMACION AL CENTRO

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 18-4-07 (12:30)

 

El centro es un concepto de la vida política que reúne un alto grado de imprecisión, debido a que, desde el punto de vista topológico, se encuentra entre dos polos ---derecha e izquierda--- cuya mayor o menor polarización hace fluidos los límites del propio centro.

 

Pero antes de entrar en el análisis topológico del centro me parece conveniente definirlo por los demás rasgos más estables que lo caracterizan. Así que analicemos el centro en todas sus dimensiones analíticas, desde los tres niveles que nos permiten caracterizarlo con más precisión: el aspecto ideológico, el aspecto electoral como reflejo de las actitudes básicas de la cultura política, y el aspecto topológico, referido al sistema de partidos.

 

 

LAS DIMENSIONES ANALITICAS DEL CENTRISMO

 

 

Desde el punto de vista ideológico, el centrismo se caracteriza por ser una actitud de conciliación o moderación, de manera que pueden existir subcorrientes conciliadoras dentro de cada una de las diversas corrientes ideológicas. Así, lo que caracteriza a los liberales, democristianos, socialistas, demócratas y comunistas moderados es un posicionamiento liberal, de aceptación de la legitimidad de las posiciones de los adversarios, y de intento de llegar a síntesis conciliadoras que permitan el funcionamiento creativo del sistema democrático, posibilitando una definición de consensos mínimos con respecto al interés general y recurriendo en último término al voto como modo de resolver las discrepancias.

 El centrismo rehúye las posiciones extremistas y la polarización derivada de ellas, en la medida que dificultan o imposibilitan la convivencia, al caracterizarse por la exclusión de los adversarios y el mantenimiento de actitudes del todo o nada.

El centrismo, en este sentido, es intransigente en la defensa de la libertad propia y de la de los adversarios frente al extremismo, puesto que la actitud de éste de exclusión de los adversarios destruye la democracia. Recuerden aquella expresión de “no estoy de acuerdo con Vd. Pero daría mi vida para que Vd. pudiera expresar y defender su opinión”.

Desde este punto de vista ideológico, no obstante, creo que conviene diferenciar dos tipos de centrismo, el conciliador, que en mi opinión es su tipo más auténtico, en la medida que cumple una función positiva para el sistema, y el adaptativo o camaleónico, que es aquel que se caracteriza por diluirse, acomodándose  al nicho que le dejan libre los demás, hagan éstos lo que hagan, aunque sean autoritarios y excluyentes.

 

Desde el punto de vista electoral en tanto que reflejo de la cultura política, los electores centristas son aquellos que interpretan la vida política en función de valores y principios básicos de bajo contenido ideológico, y de actitudes pragmáticas, que evalúan los problemas y las políticas en función de su plausibilidad racional, desbrozándolos de residuos y delirios dogmáticos, o resentimientos históricos, o confrontaciones innecesarias. Los electores centristas, en este sentido, rehúyen los conflictos y enfrentamientos que consideran artificiales, o residuales, o derivados de la lucha interesada por el poder de las élites políticas.

 

Los electores centristas, en una representación gráfica que va del 0 ---extrema izquierda--- al 10 ---extrema derecha--- se sitúan en un espacio que va del 4 al 6.

 

Desde el punto de vista del sistema de partidos, éste puede ser centrífugo o centrípeto, en función de que la dinámica del conjunto se vaya hacia los extremos o hacia el centro. Y ello no depende estrictamente del número de partidos, sino de hacia dónde se orientan éstos en solitario o en sus coaliciones, si hacia la polarización o hacia la conciliación.

 

Por supuesto que la orientación del sistema de partidos no depende exclusivamente de las actitudes, ideologías o voluntades de las élites, sino también de las características de los problemas sociales a los que tienen que enfrentarse, que pueden empujar también hacia la polarización o la conciliación según circunstancias históricas, económicas, sociales o culturales, en alto grado independientes de la voluntad de las élites.

 

Sintetizando, por consiguiente, observamos que las élites pueden inclinarse hacia la moderación o el extremismo; los electores hacia el centrismo o el radicalismo; y el sistema de partidos hacia la depolarización centrípeta o hacia la  polarización centrífuga. Y todas estas variables de nivel tienden a ajustarse coherentemente, aunque el ajuste pueda sufrir retrasos temporales, o alguna de ellas transformarse en la variable independiente que predomina sobre las demás cuando alguna ellas ---élites, electores o sistema de partidos--- se desajusta.

 

Una vez definidas las diversas dimensiones analíticas del centrismo, conviene plantearse la pregunta pertinente acerca de si es mejor o peor la polarización o la depolarización del sistema de partidos para una sociedad como la española, a partir de nuestra experiencia histórica, contexto internacional y nivel de desarrollo económico y político. Y la conclusión parece obvia: nuestra realidad nacional y contextual nos demandan estabilidad y fortaleza, para hacer frente a las exigencias de la modernización, la integración europea, los flujos migratorios, los embates del terrorismo interno y externo y la integración y cohesión del país.

 

Y la estabilidad y fortaleza no surgirán de una situación como la actual, en la cual la polarización es nueva y creciente para el sistema democrático surgido de la Constitución del 78.

 

Pero, ¿de dónde brota esta polarización creciente? ¿tiene remedio?

 

 

LAS EXPERIENCIAS CENTRISTAS Y LA POLARIZACION CRECIENTE

 

 

Las experiencias centristas de la democracia actual se localizan en la UCD, el CDS y el PRD, aunque debido a la vida efímera de este último no lo analizaré en este artículo.

 

La UCD tuvo sentido como opción que intentaba iniciar la transición de la dictadura a la democracia sin polarización del sistema entre continuistas y rupturistas. Pero desde el momento en que se abrió la división interna entre la derecha y el centro (Herrero y Alzaga frente a Fernández Ordóñez y los suaristas) la UCD se bloqueó, dejando de ser funcional para la consolidación democrática y abriendo camino a la larga hegemonía de un PSOE impulsado hacia el centro por Felipe González.

 

Una parte de los dirigentes de la UCD se dirigieron con Suárez a la fundación del CDS, otros a la AP de Fraga, y otros a la privacidad, aunque volvieron posteriormente al PP de Aznar.

 

Suárez fundó el CDS en 1982, después de dimitir como Presidente del Gobierno y abandonar la UCD. La historia del CDS es muy significativa: en 1982 obtiene 700.000 votos (el 2,89%) y dos escaños; en 1986,  1.800.000 votos (el 9,1%) y 19 escaños, transformándose en el tercer partido del país; en 1989, 1.600.000 votos (el 8,1%) y 14 escaños; en 1993, 415.000 votos (el 1,7%) y 0 escaños; y posteriormente, después de diversas peripecias como la de su compra por Mario Conde, desaparece.

 

La historia del CDS, como decía líneas arriba, es muy significativa, y conviene plantear hipótesis sobre la misma a fin de entender la evolución política del país, anteriormente y en la actualidad.

 

En mi opinión, el CDS surge cuando los tirones de la derecha de Fraga sobre la UCD la bloquean y rompen, posibilitando esta ruptura y posterior disolución la larga hegemonía del PSOE centrípeto de Felipe González frente a una AP de Fraga que se había opuesto a la Constitución ---con la honrosa excepción de Fraga--- y que posteriormente, aunque recibió un amplio sector de votantes de UCD, quedó estancada fuera del centro en cinco millones de votos y alrededor de 105 escaños hasta las elecciones de 1993, posteriores al nombramiento de Aznar como Presidente en 1990.

 

Y resulta significativo que el CDS comience su declive precisamente en 1989, cuando decide inclinarse en sus alianzas hacia la AP anterior a Aznar y posteriormente, ya en 1993, cae en picado cuando el PP comienza a subir después de orientarse hacia el centro, quedándose el CDS en el 1,7% de los votos y fuera del Parlamento.

 

Si se observan las encuestas de orientación actitudinal de la sociedad española se observa que la mayoría de los españoles se sitúan en el centro-izquierda, excepto en el año 2000 (victoria de Aznar por mayoría absoluta) que se acercan más al centro.

 

Pues bien, permítanme ya sin más rodeos formular la tesis principal de este artículo: la sociedad española es centrípeta, y cuando alguno de los dos grandes partidos se aleja hacia el extremo queda vacío el espacio centrista correspondiente, que es ocupado por nuevos partidos hasta que los grandes se reorientan. En los años ochenta, frente a un PSOE centrípeto y una AP polarizada hacia la derecha, el espacio centrista del centro y el centro-derecha es ocupado por el CDS, hasta que Aznar reorienta el PP hacia el centro, lo que sumado a la nueva inclinación estratégica del CDS hacia la derecha en aquellos años lo lleva a la desaparición.

 

Veamos ahora la segunda tesis, prospectiva: en diciembre del año 2000 se aprueba el Pacto por las Libertades y contra el terrorismo, a propuesta del PSOE de Rodríguez Zapatero desde la oposición, pero a partir de mayo del 2001, en que se celebran las elecciones vascas  y en las que falla por muy poco la victoria de los constitucionalistas y HB queda reducida en sus apoyos de 14 a 7 escaños en el  Parlamento vasco, es posible que la orientación y estrategias de Rodríguez Zapatero hayan cambiado hacia el pacto con los extremos, la negociación con ETA  y la política de oposición demagógica al PP.

 

Desde entonces, y con el impulso añadido de la guerra de Irak, el PSOE se va alejando del centro y hacia el extremismo, quedando preso en las elecciones de noviembre del 2003 de los pactos del tripartito catalán en el Tinell con ERC e IC, que se ven complementados por el giro de la política internacional  frente a Bush y la guerra de Irak y por la influencia del PSE, el PSC y Carod hacia la negociación con ETA y la modificación radical del modelo de Estado. Este giro hacia el extremismo cristaliza en la campaña electoral del 2004 aunque resulta velado ante sectores centristas de la opinión por los  efectos traumáticos de los atentados del 11M, pero comienza a ser más patente desde entonces y hasta la actualidad.

 

Pues bien: la hipótesis central de este artículo es la de que así como en los años ochenta el extremismo de AP dejó un amplio vacío en el centro ocupado por el CDS, en la década actual el extremismo del PSOE está dejando igualmente un vacío en el centro izquierda que debería ser ocupado por alguien que podría ser “Ciudadanos”, que además, debido igualmente a la radicalización extremista de los nacionalismos periféricos y a la opción de Piqué en Cataluña por el centrismo camaleónico, ha movilizado igualmente a sectores de centro y centro derecha opuestos al nacionalismo para apoyar a C´s.

 

Existen muchas variables en juego en la situación actual, y una de las más importantes es la evolución del PSOE, pero el papel de Ciudadanos puede ser de rango histórico, en la ocupación del espacio que va desde el centro-izquierda al centro y los sectores más abiertos del centro-derecha, a fin de reequilibrar el sistema de partidos y resolver los graves problemas creados por el Gobierno actual, que ha desvertebrado el Estado con la promoción de un modelo confederal para las nacionalidades, ha roto los consensos centrípetos de la transición y ha pervertido la democracia con pactos contra natura y políticas sin mandato popular orientadas hacia el extremismo.

 

Si Ciudadanos consigue actuar con inteligencia y equilibrio, conseguirá posibilitar la derrota del PSOE de Rodríguez Zapatero, Carod y Llamazares, apoyando al PP en una política de reconstrucción de los equilibrios básicos del país, que sería deseable que contara con el apoyo de los sectores centristas del PSOE. Un pacto de Estado entre el PP, Ciudadanos, y  un PSOE regenerado podría permitir la reconstrucción de un bloque social potente que pudiera frenar la polarización del sistema y la centrifugación y desvertebración del Estado, reformando la Constitución y los Estatutos inconstitucionales y regenerando la democracia, a fin de lograr la estabilidad  y el progreso del país por treinta años más.

 

Para acabar, quisiera plantear un interrogante significativo: ¿Qué papel jugarían Duran Lleida, UDC y CDC en esta nueva situación?

Todavía tengo pendiente de lectura al completo del libro reciente de Durán: “Entre una España y la otra: del 11M al atentado de Barajas”, ed. Temas de hoy, 2007, aunque sugiere cosas nuevas.

 

 

NOTA:

 

El que tenga interés en obtener información sintetizada o en la red sobre la evolución del sistema político español y los partidos centristas, puede consultar el libro editado por  Manuel Alcántara y María Antonia Martínez: “Política y Gobierno en España” Ed. Tirant lo Blanch, 2ª ed. 2001, así como la “Wikipedia” en las direcciones que siguen:

 

Cds   http://es.wikipedia.org/wiki/CDS

 

PRD    http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Reformista_Democr%C3%A1tico