¿QUE ESTA PASANDO EN GALICIA?
Artículo de Luis Bouza‑Brey, 20‑12‑97
Llevo tantos años fuera de Galicia que siento un cierto temor
a basar mis opiniones en información obsoleta ante lo que puede ser un cambio
radical de la cultura política del país. Pero sospecho que no, que los
elementos básicos de la cultura política gallega siguen siendo los mismos de
siempre, modificados solamente hasta cierto nivel por la experiencia
democrática y la evolución de los partidos políticos y sus posiciones.
Esta es mi tesis básica, la de que los resultados de las
elecciones recientes constituyen únicamente un cambio, que no tiene por qué ser
definitivo, en el equilibrio de fuerzas de la izquierda, resultante de errores
y deficiencias del P.S. de G., así como de méritos personales y colectivos de
autenticidad y trabajo persistente de Beiras y los militantes del BNG. Cambio
resultante también del sentimiento de discriminación negativa de los gallegos
como pueblo, experimentado por un amplio sector que va del centro a la
izquierda, y que expresa su protesta frente a la inexistencia de una política
propia, que aporte soluciones a los problemas básicos del país. Pero el gran
"bloque granítico" conservador de la mayoría del pueblo gallego sigue
inmóvil.
Intentaré argumentar más detalladamente todo esto.
LA CONCIENCIA NACIONAL GALLEGA Y LA PERCEPCION PRAGMATICA DE
QUE "O QUE NON CHORA, NON MAMA"
Puede resultar desmoralizante que, después de veinte años de
democracia, el pueblo gallego empiece a copiar la pauta de las exigencias
particularistas o el victimismo, como único modo de hacer frente a la ausencia
de soluciones a los problemas básicos de Galicia. Parece como si un amplio
sector del país, a la vista de lo que sucede con los nacionalismos vasco y
catalán, empezara a pensar que "el que no llora, no mama".
Y, sin embargo, el pueblo gallego tiene una conciencia de
identidad propia muy diferente de la conciencia de los pueblos vasco y catalán.
Los gallegos se sienten distintos, aislados geográficamente
durante siglos del resto de España, y con rasgos demográficos, de asentamiento
medioambiental, económicos y culturales propios. Pero, al mismo tiempo, no
existen agravios históricos recientes ‑‑‑como pueden ser el
1714 catalán o las guerras carlistas‑fueristas vascas‑‑‑
que hayan hecho surgir un sentimiento de rechazo o reticencias profundos, hacia
España o el Estado español contemporáneo, en sectores significativos de la
población. Y tampoco existe un problema de identidad derivado de procesos
inmigratorios intensísimos, como los de los años sesenta de este siglo en
Cataluña o Euskadi.
Lo que sí se da es un sentimiento de abandono, de
aislamiento, de desprotección, ante una situación que ha llevado a que, si se
pudo conservar la cultura propia, durante "a longa noite de pedra"
del franquismo, haya sido gracias principalmente a la resistencia al cambio del
mundo rural. Situación de abandono que ha producido, asimismo, un permanente y
secular proceso de desangramiento del país, a través de la emigración de gentes
y recursos económicos y financieros.
Por eso, la cultura política gallega no es una cultura del
agravio histórico, del cierre o la resistencia activa frente a agresiones
externas, sino que se basa en actitudes de demanda de atención, de poner freno
al abandono secular y al desangrado sistemático, y de que se desarrollen de una
vez las enormes potencialidades de un país rico, empobrecido por la desidia y
el expolio. Por eso, también, posiblemente la cultura política gallega conduzca
de por sí a soluciones de tipo autonómico‑federal, de respeto a la
diversidad de Galicia y defensa de la unidad del conjunto de España, por medio
de un Estado que potencie simultáneamente a cada uno y a la unión de pueblos
que lo constituyen.
Los gallegos no tienen la necesidad retroproyectiva de volver
a los fueros perdidos o a la situación anterior a 1714 y, por tanto, su modelo
de futuro no es la independencia o una confederación premoderna de pueblos
ibéricos autosuficientes, unidos simbólicamente por la Corona. Galicia siente
la necesidad de un Estado que funcione, de un Estado federal solidario, que
resuelva problemas, impulse el desarrollo y navegue hacia el futuro,
potenciando la unión desde la diversidad del autogobierno.
A partir de este análisis de base de la cultura política
gallega, creo yo que es desde donde hay que analizar los cambios recientes en
la situación política del país, derivados de la experiencia de veinte años de
democracia.
Y esta experiencia ha llevado a muchos gallegos a comparar la
efectividad de los nacionalismos vasco y catalán para hacerse oir en Madrid,
con el "ninguneo" sufrido por Galicia en momentos en que el proceso
de unión Europea está haciendo entrar en crisis los sectores básicos de su
economía (agricultura, ganadería, pesca, industria básica), sin que desde el
Estado se adopten políticas para atender esa crisis.
De ahí la necesidad de la reivindicación nacionalista, de
hacerse oir como sea, ante el proceso de desarticulación del país. Pero, ¿de
qué altavoces dispone Galicia?
LA EVOLUCION DE LOS PARTIDOS
Ya desde los inicios de la transición, el actual PARTIDO
POPULAR se ha convertido en hegemónico en Galicia, encabezando el amplio bloque
conservador del campesinado, comerciantes y funcionarios de la sociedad
gallega. Este "macizo de la raza", que en sus tiempos, por inercia o
convicción fue mayoritariamente franquista, ha ido integrándose en la
democracia y orientándose hacia un gallegismo moderado, con la ventaja de
contar con un líder potente, como Fraga, que aglutina desde su personalidad a
todo este sector de opinión.
Mientras estas circunstancias no cambien, y hasta que no vaya
haciéndose patente que el PP resulta muy difícil que pueda impulsar una
modernización decidida, por estar anclado en los viejos mecanismos del poder
clientelar, se seguirá manteniendo la situación de hegemonia conservadora.
La impresión que uno tiene es la de que el PP no ha sabido
modernizar la Administración pública, ni la mentalidad empresarial, ni insuflar
en la sociedad el espíritu de disciplina, innovación y eficacia imprescindibles
para desarrollar el país.
Por lo que se refiere al P. S. de G‑PSOE, su evolución
es bastante incomprensible: no se entiende su renuncia a defender una
orientación galleguista cuando más se acentúan los problemas específicos de
Galicia. Frente a esta situación, montar primero una dialéctica basada en el
enfrentamiento entre "guerristas" y "renovadores", y
después seguir a pies juntillas, como el gran descubrimiento estratégico, el de
la unión con una "Izquierda Unida" casi inexistente a nivel electoral
en Galicia, es estar navegando por el espacio sideral, en lugar de arraigado en
la cultura política del país.
A mi juicio, esta pertinaz incoherencia de rumbo revela la
carencia de un liderazgo lúcido y de un proyecto en sintonía con el país. Lo
que pueda estar sucediendo a nivel de la base del partido, para que se produzca
esta situación de desarraigo, me lo imagino: la hibernación y demembramiento de
las secciones locales y el abandono desesperanzado por parte de los líderes locales
del partido.
Ante este panorama del P.S. de G. no es extraño que el vacío
haya sido ocupado por el BNG, que reúne precisamente las características
opuestas a las que acabo de describir.
No obstante, y en consonancia con lo que escribía en el
apartado anterior de este artículo, me parece enormemente certero el
diagnóstico de ESTEVEZ, cuando dice en "Qué nos ha pasado a los
socialistas" ("El País", 25‑10‑97) que "Las
ideas de un proyecto socialdemócrata, galleguista, moderno, encuadrado en un
contexto solidario con España, con Europa y con el mundo, en el seno de una
organización como el PSOE y articulado, por ello, sobre bases no nacionalistas,
son necesarias para el futuro de Galicia".
Este proyecto está en perfecta sintonía con la cultura
política y las necesidades de Galicia, pero hace falta articularlo con
coherencia, liderazgo y arraigo social.
Por su parte, el B.N.G., se constituye en el protagonista de
la situación, por su espectacular ascenso de las últimas elecciones, que le ha
llevado a transformarse en el partido más votado de la oposición. El Bloque ha
sabido encarnar la esperanza de cambio de amplios sectores progresistas y de
centro del país, por su trabajo tenaz durante largos años en las bases de la
sociedad, por el fino olfato y lucidez de su líder, Xosé Manuel Beiras, y por
su pragmatismo para renunciar a postulados ideológicos caducos. Gracias a todo
ello ha sido capaz de asumir la voluntad de una parte importante del electorado
de situar a Galicia en una posición más favorable para hacerse oir en Madrid.
El BNG, no obstante, plantea una serie de incógnitas para el
futuro que pueden constituir un "handicap" serio para su ascenso y
consolidación.
En primer lugar, los mismos factores que le han proporcionado
el éxito, es decir, su moderación en el tema nacionalista e ideológico, que le
han llevado a obviar su independentismo y acercarse a la posición
socialdemócrata, se han realizado a costa de la ambigüedad. En efecto, en el
programa del Bloque no hay una definición de sus objetivos por lo que se
refiere a la estructura del Estado español y la posición deseable de Galicia
con respecto al mismo. No se sabe si el Bloque es independentista, federalista
o autonomista y, por tanto, se desconoce cuáles serán los aspectos básicos de
su política a partir de ahora y en el futuro. La ambigüedad en temas tan
importantes no es aceptable, y es tarea de sus adversarios definirse y
obligarlo a definirse él mismo. En el momento en que el Bloque tenga que
efectuar esta definición emergerán sus contradicciones internas y las
diferencias con sectores importantes de su electorado.
En mi opinión, y por lo que decía al comenzar este artículo,
la solución confederal y precontemporánea que parece ir asumiendo Convergencia
Democrática de Cataluña, no creo que vaya a parecer aceptable para amplios
sectores del pueblo gallego, que son conscientes de que Galicia necesita
solidaridad y federalismo para impulsar su propio desarrollo. Una solución
basada en que los países ricos se desentienden del resto de España no le
conviene a Galicia. ¿Va a favorecer el Bloque esta solución con sus
posicionamientos y alianzas a nivel de Estado?
Por otra parte, la heterogeneidad interna del BNG es
demasiado elevada, lo que hará muy difícil mantener su unidad, a medida que se
vaya alcanzando el objetivo de romper con la marginación y el
"ninguneo" de Galicia como país. A medida que se vaya superando este
déficit sustancial, habrán de ir definiéndose más concretamente las opciones de
cada uno de los integrantes del Bloque, y eso dividirá la coalición.
Por todo ello, creo que en tanto que los socialistas gallegos
superen su crisis, y el PSOE defina una alternativa más federalista en el
conjunto de España, se iniciará una nueva situación, en la que los socialistas
gallegos y los sectores de centro izquierda y no independentistas del Bloque
deberán configurar una nueva alianza, para constituirse en alternativa de
gobierno frente al PP.