ANALISIS PROSPECTIVO DEL CURSO 99-2000
Luis Bouza-Brey (17 y 24-9-99)
Durante el curso político que
estamos comenzando se producirán acontecimientos de suma importancia para el
país, de entre los cuales los que me parecen más relevantes son el desarrollo
del proceso de paz en Euskadi, las elecciones catalanas y las generales. Todo
ello, en el contexto de la definición de la reforma de las instituciones de la
Unión Europea, y de un posible cambio en la intensidad del crecimiento
económico a nivel mundial y europeo.
1.- EL DESARROLLO DEL PROCESO DE PAZ EN EUSKADI
Estos días se cumple un año
desde la firma del pacto de Lizarra y la suspensión indefinida de la actividad
armada de ETA. En este intervalo de tiempo han tenido lugar las elecciones autonómicas
en Euskadi, la formación de un nuevo gobierno vasco y la celebración de las
elecciones locales y europeas.
Con la firma del pacto de Estella se produjo la fusión de tres aspectos u objetivos
esenciales de la política vasca, que anteriormente estaban separados, en una
estrategia unificada: el intento de apaciguamiento del sedicente MLNV y ETA; la
adopción de la autodeterminación como medio para conseguir el primer objetivo;
y la decantación de la totalidad del nacionalismo vasco en un bloque independentista
que renuncia al autonomismo y opta por la ruptura con España y Francia,
embarcándose en una aventura de resultados imprevisibles.
De todo este cambio de
situación, lo que a mi juicio resulta más confuso y erróneo es la decisión de
la dirección del PNV de optar de tapadillo por el objetivo independentista,
tirando por la borda el Estatuto de Guernika, la
estabilidad institucional, el consenso con los partidos no nacionalistas, y, a
medio plazo, a un sector importante de su electorado y, consiguientemente, su
posición hegemónica en el sistema político vasco. Y todo ello con el argumento
o pretexto de la pacificación.
El error, creo yo, está en
esta simbiosis de tres cosas que son distintas: pues si parecía verosímil que
para conseguir apaciguar al sedicente MLNV y ETA, era conveniente ---y deseable
para los partidos nacionalistas--- aceptar la reivindicación de la
autodeterminación como medio, el hecho de que la dirección del PNV decante a su
partido a favor de la independencia altera radicalmente la situación de
Euskadi. Y con ello propicia una crisis en el PNV y una alteración del
equilibrio de fuerzas anteriormente existente en el sistema de partidos vascos.
Me parece probable, en efecto,
que como consecuencia de este giro estratégico de la dirección del PNV, la
hegemonía dentro del nacionalismo se vaya a ir decantando en zonas importantes
del país en favor de EH, así como que el PP ascienda en fuerza y el
nacionalismo en su conjunto baje frente a los partidos no nacionalistas. Esta
tendencia es la que parecen estar revelando las
últimas elecciones autonómicas y locales, con la pérdida de fuerza del
nacionalismo en alguno de los territorios forales y en las ciudades grandes y
medias.
Por ello, el paso del tiempo
juega en contra del nacionalismo, pero también en contra del proceso de paz, si
no se ve una salida a lo que algunos consideran una situación
"bloqueada".
¿Por qué consideran los
nacionalistas que la situación está bloqueada?
Porque están demostrándose
erróneas las expectativas de fácil y rápida victoria del nacionalismo
independentista, como consecuencia de los resultados electorales, de la
posición firme por primera vez en muchos años del conjunto de los partidos no
nacionalistas, y de la reacción de sectores influyentes de la sociedad vasca y
del nacionalismo no independentista, frente a la política errónea de la
dirección del PNV en el diseño estratégico del pacto de Estella.
Lo que los nacionalistas
consideran "bloqueo" del proceso de paz es consecuencia de sus
propios errores:
---de pretender conducir a la sociedad vasca a donde no quiere ir, decantándose por las catacumbas ideológicas del independentismo.
---de encerrarse en una burbuja ideológica delirante, de objetivos ucrónicos y utópicos, sin tener en cuenta la realidad del tiempo actual y del pueblo al que dicen servir;
---de diseñar una estrategia en la que se confunden y mezclan principios y mecanismos pretendidamente democráticos ---pero que rechazan la voluntad popular expresada, y las instituciones aceptadas hasta ahora por el pueblo--- con objetivos y mecanismos sectarios y no democráticos --- independencia, "territorialidad" y Asamblea de electos basada en el voto desigual---;
--- de mantener a un grupo armado tutelando el proceso y amenazando con el uso de la fuerza si no se aceptan sus posiciones;
---de mantener la "kale borroka" para atemorizar a los discrepantes.
...En fin, de pretender
imponer bajo amenaza los propios objetivos a quienes no los comparten y al
conjunto de un pueblo que es mucho más plural, territorial, ideológica y
culturalmente, de lo que los firmantes del pacto de Estella
pretenden consagrar institucionalmente.
¿Es posible superar el
"impasse" de una estrategia que fracasa, sin tener que volver a la
situación anterior, que constituía un bloqueo mucho mayor y peor?
Para que el proceso de
pacificación pueda continuar resulta imprescindible que el autodenominado MLNV
y ETA asuman de una vez la democracia, el principio del respeto a la voluntad
popular expresada en un marco de libertades, aunque se intente cambiar
pacíficamente esa voluntad popular para que coincida con los objetivos que un
grupo considere deseables. Por tanto, la amenaza de ETA debe desaparecer, si se
quiere abrir un proceso de negociación con los adversarios políticos. Es
requisito inexcusable la declaración del cese definitivo de la actividad armada
de ETA.
Por otra parte, el acuerdo
entre los nacionalistas plasmado en el pacto de Estella
debe ser mucho más abierto, prescindiendo de contenidos concretos como la
"soberanía" ---¿qué significa eso?---, la
"territorialidad" y "el sujeto de la decisión" ---¿cómo se
concreta eso?---, limitándose a definir un procedimiento, aceptable para todos
los nacionalistas, que determine el modo de llegar a la autodeterminación.
Y si se quiere abrir un proceso
de negociación con los no nacionalistas y los gobiernos español y francés, el
procedimiento tiene que tomar como punto de partida los ordenamientos
constitucionales de ambos Estados. Los partidos democráticos no pueden romper
el ordenamiento constitucional, ni bajo amenaza de un grupo armado ni sin ella.
De manera que, si existe algo
de lucidez entre los dirigentes del nacionalismo radical ---que yo creo que
sí--- estos deben medir correctamente las fuerzas del independentismo, en el
interior de Euskadi y Euskal Herría,
y en el conjunto de los Estados español y francés.
Por ello, pretender instaurar
una asamblea constituyente a partir de una representación paritaria ----y, por
tanto, antidemocrática--- de los Ayuntamientos, a la que no asistan porciones territoriales
o municipios importantes del país, parece otro objetivo erróneo, resultante de
un cálculo equivocado, voluntarista y frívolo de lo que son los procesos
políticos.
De manera que, si se quiere
llegar realmente a la autodeterminación, lo que le recomendaría humildemente a
los independentistas es que utilicen las vías institucionales que tienen
disponibles para ello, tales como acuerdos parlamentarios, iniciativas de
reforma constitucional, etc., pues todo lo que no sea eso no es más que
izquierdismo delirante e inviable que conduce a un bloqueo en la consecución de
los propios objetivos. La denominada "izquierda abertzale" debería
aterrizar de una vez en la realidad y comenzar la "construcción" y no
la destrucción nacional.
Pero medir bien las fuerzas
propias, abandonar la amenaza de ETA, aceptar las libertades de los demás,
marcarse objetivos constituyentes meramente procedimentales y no sectarios, etc. ... En suma, aceptar la democracia, es arriesgarse a
perder, y eso choca con el fundamentalismo característico del pensamiento de
sectores importantes del nacionalismo. ¿A qué ritmo podréis superarlo,
hermanos? Si no conseguís romper todos juntos las ataduras del fundamentalismo seguiréis
derivando hacia el fascismo. Y eso no es bueno para Euskal
Herría.
En fin, para sintetizar, el
proceso de pacificación tiene que prescindir de adherencias de contenidos
excluyentes y sectarios y limitarse a definir procedimientos viables en los que
jugarse el tipo arriesgándose a no obtener la mayoría. No hay otro camino.
¿Cuál podría ser este camino?
1.- Abandono por parte de ETA de toda actividad armada y violenta de manera definitiva, y rechazo y abandono por parte del sedicente MLNV de todo tipo de presión ilegal, en la perspectiva de
2.- La constitución de un nuevo foro de partidos políticos cuya agenda tenga como punto esencial la definición de posibles fórmulas estatuyentes o constituyentes para Euskal Herría. Una vez discutida y elaborada alguna propuesta en dicho foro, ésta se llevaría a
3.- Una sesión especial y extraordinaria del Parlamento Vasco y/o Navarro, en donde cada partido definiría su posición con respecto a dicha propuesta, sometiéndose la misma a votación.
4.- Disolución del Parlamento y convocatoria de nuevas elecciones, a las que cada partido o grupo de partidos concurriría con sus propuestas procedimentales y de contenidos estatuyentes o constituyentes para Euskal Herría o Euskadi y Navarra.
5.- Decisiones del Parlamento constituido a partir de las elecciones, para llevar a su fin el procedimiento iniciado en el apartado 1.
Para finalizar este análisis,
quisiera hacer un comentario sobre las posiciones de los partidos en la
situación actual y futura.
Con respecto al PNV,
protagonista principal en estos momentos de la vida política vasca, me
interesaría plantear si le conviene a él y a su país un giro radical como el
que acaba de dar hacia el independentismo. Desde mi punto de vista, eso implica
perder la hegemonía en el medio plazo en el interior del nacionalismo y en el
conjunto de Euskadi.
Por otra parte, y como decía
al principio de este artículo, esa pérdida de hegemonía se deriva de haber
sacrificado su liderazgo, al asumir el error de no distinguir la pacificación y
el objetivo de la autodeterminación de las soluciones institucionales de
contenidos concretos para el País Vasco.
Al PP-Gobierno y al PSOE les
diría que es suicida dejar pasar una legislatura más sin buscar una solución
definitiva al desarrollo del Estado de las Autonomías en el contexto de la
Unión Europea. Es urgente e imprescindible perfilar mediante el nivel de
consenso mayor que sea posible un desarrollo constitucional del Estado.
Al PP-Gobierno, en lo
referente a la evolución concreta de Euskadi, les pediría que supieran medir
muy bien los ritmos del proceso de pacificación sin dejarse llevar por un
inmovilismo oportunista, favorable en el corto plazo al PP pero peligroso y
negativo para el país en el largo plazo.
Al PSE y al PSOE les
recomendaría que elaboraran y presentaran su solución federal en las próximas
elecciones, y ejercieran el liderazgo en este terreno si el Gobierno se
paraliza.
En este tema me da la
impresión de que el PSE no consigue clarificar su posición, ni aportar una
solución federal coordinada con el PSOE para el conjunto de España. Parece como
si se hubieran quedado atascados en la defensa del autonomismo, sin percatarse
de que el desarrollo del autonomismo conduce a un federalismo para el conjunto
del país, y a una integración federal de Euskadi en España.
A IU le diría que sepa ver con
mayor claridad los objetivos y los aliados, y corrija el rumbo.
A los hombres lúcidos de EH,
el autodenominado MLNV y ETA, les diría lo que ya les dije antes, que aterricen
rápidamente sin fragmentarse, y que sean conscientes de que la evolución de
Europa abre enormes posibilidades para superar los viejos conflictos si se es
capaz de adoptar un pensamiento político imaginativo y flexible.
Al terminar este artículo me
estoy dando cuenta de haber asumido un tono que puede parecer soberbio o
pretencioso. Nada más lejos de mi intención. Lo único que intento es poner mis
conocimientos y experiencia profesionales humilde y honestamente al servicio de
soluciones positivas para todos, a fin de ayudar a acabar con nuestra
desdichada historia pasada, y siendo consciente de que el primero que puede
equivocarse en sus diagnósticos y terapias soy yo mismo.
2.- LA ENCRUCIJADA CATALANA
Cataluña entra, con las
elecciones del 17 de octubre, en un período clave de su historia. Suceda lo que
suceda en ellas, la necesidad de elaborar nuevas alternativas de definición y
gestión del país se hace cada día más evidente, pues la política de la
insatisfacción identitaria y el tironeo competencial
fragmentario seguida hasta ahora por el nacionalismo hegemónico parece haberse
agotado.
Al mismo tiempo, los arreglos
improvisados sobre la marcha en el desarrollo del Estado de las Autonomías
desde la transición ---generalización de la autonomía política y elevación del
techo competencial de las Comunidades--- parecen haber llegado también a un
límite que exige un diseño definitivo de la estructura del Estado, para
integrar su diversidad en un nuevo equilibrio político.
Por último, existe un tercer
factor que hace apremiante la búsqueda de soluciones nuevas y estables: el desarrollo
político de la Unión Europea, de sus instituciones centrales y de las
relaciones de la misma con los Estados y regiones y de éstos
centros de poder entre sí.
Estos tres procesos
sincrónicos exigen un nuevo diseño del poder político a nivel europeo y
español, pues parece ser nuestro país aquel al que por circunstancias
históricas le corresponde desempeñar el papel de laboratorio experimental de la
innovación política. Y en él, Cataluña es el elemento clave de la definición
del conjunto.
Pues bien, en las próximas
elecciones se enfrentan en Cataluña cuatro alternativas de solución a las
exigencias derivadas del proceso mencionado. CIU y PSC con sus aliados
constituyen las dos alternativas más potentes, circundados por ERC y PP, como
soluciones más minoritarias hasta el momento.
CIU se define, con
contradicciones y oscuridades, en base al principio del "hecho
diferencial" de Cataluña con respecto a España, lo que implica una
negociación bilateral con el Gobierno español a fin de alcanzar una situación
constitucional específica y distinta de la del resto de las Comunidades. CIU
contrapone el hecho diferencial y la especificidad al "café para
todos" seguido hasta ahora en el desarrollo del Estado Autonómico, y a la
presunta homogeneización y uniformidad de los Estados federales. Su modelo de
articulación política en el Estado español es el de una vinculación muy laxa,
con la asunción de un nivel de poder muy elevado por parte de la Generalitat
sobre el territorio de Cataluña, y la reducción al mínimo del poder del Estado
sobre los asuntos catalanes.
En lo que respecta a las
instituciones estatales, Cataluña se integraría con un status diferencial,
nacional, distinto del de las regiones, con representación diferenciada y
poderes de veto sobre decisiones que afectaran a determinadas materias. En el
aspecto económico-financiero, la Generalitat asumiría también un status similar
al del Concierto vasco, con capacidad para recaudar y gestionar todos los
impuestos y para determinar mediante pacto bilateral periódico un cupo
financiero a aportar a los gastos comunes del Estado.
Esta definición programática
se aproxima tendencialmente a una solución confederal para las relaciones entre
Cataluña y el "Estado español".
En mi opinión, representa el
punto de equilibrio alcanzado en la actualidad en el interior de un movimiento
nacionalista en el que conviven sectores independentistas o nacionalistas
radicales de creciente influencia, con sectores moderados para los que la
actual situación de autonomía resulta aceptable, aunque sea con ligeros
retoques.
Pero las discrepancias y
contradicciones comienzan a emerger, manifestándose en acontecimientos tales
como la elevada abstención de votantes tradicionales de CIU en las elecciones
municipales recientes. Atribuir esta abstención a los pactos con el PP parece
una explicación poco verosímil, que resulta desmentida por encuestas recientes.
Tanto en Cataluña como en Euskadi, un incremento de nacionalismo por parte de
CDC y PNV produce, de momento, un cambio correlativo en el comportamiento
electoral de un sector de sus votantes. Abstención o reorientación del voto.
Frente a esta alternativa de
CIU, Maragall, el PSC y sus aliados de IC y Ciudadanos por el Cambio, intentan
definir una solución federalista. Federalismo todavía no bien perfilado, pero
que se basa en principios, lógicas y dinámicas de interacción completamente
distintos de los del nacionalismo:
La idea de que la diferencia
no implica excepcionalidad, sino diversidad recíproca y compartida. El
principio de que la diversidad plenamente reconocida entre las Comunidades no
es incompatible ni dificulta la existencia de un potente proyecto compartido.
La concepción de que las soluciones a los problemas de articulación política
han de ser conjuntas y asumibles por todos. La noción de España como realidad
histórica común a todos los pueblos que la constituyen. La estrategia del
desarrollo federal del Estado como culminación de la transición. La concepción
del pluralismo cultural y lingüístico y el mestizaje como características
esenciales del pueblo de Cataluña. Los principios de unión y subsidiariedad
como modos de articulación de la pluralidad de niveles societarios y de poder
del proceso de construcción europea...
En fin, todo este conjunto de
principios definen una lógica alternativa a la de los nacionalismos, que
Maragall y quienes le apoyan tienen que ir concretando y tejiendo en un proceso
que ha de comenzar desde ahora. Una lógica y un proceso que constituyen un
camino alternativo al seguido hasta ahora en esta encrucijada catalana que se
nos abre en el horizonte inmediato.
Frente a las dos alternativas
mencionadas existen las de ERC y PP, como opciones en estos momentos
minoritarias, frente a las anteriores.
ERC defiende una alternativa
independentista, la creación de un Estado catalán separado del español, como
medio para alcanzar el desarrollo pleno de Cataluña.
El independentismo de Esquerra
constituye su objetivo final, que el partido modula estratégica y tácticamente,
de un modo más o menos pragmático según las circunstancias históricas. En la
encrucijada actual, en la que según las encuestas parece haber un "empate
técnico" entre las dos grandes opciones, ERC mantiene una posición
distante de ambas, sin inclinarse por una u otra de momento, y aspirando a
constituirse en grupo imprescindible y decisivo con posterioridad a las
elecciones, cuando haga falta formar gobierno. Su equidistancia se deriva de su
mayor proximidad a CIU que al PSC en el aspecto nacionalista y de su mayor
cercanía a este último que a CIU en el aspecto económico-social.
Por lo que se refiere al PP,
parece mantener una postura de defensa de la situación actual del Estado
autonómico, rechazando las otras tres soluciones, e intentando llegar a pactos
sobre aspectos concretos con CIU a fin de mantener la estabilidad
gubernamental. En mi opinión, su objetivo posible y deseable, en las
circunstancias actuales, podría consistir en alcanzar fuerza suficiente en las
elecciones para continuar sus pactos con CIU en las Cortes e iniciar una nueva
situación de bisagra imprescindible en el Parlamento catalán para CIU.
En fin, como se ve, es este un
panorama muy incierto, con unas elecciones decisivas cuyos resultados son, hoy
por hoy, absolutamente imprevisibles.
Por ello, los movimientos que
haga cada uno de los partidos o alianzas en este corto período que queda hasta
las elecciones, pueden resultar determinantes.
Pujol parece haber reducido el
peso de los sectores más nacionalistas en las listas de la coalición, a fin de
no asustar a su electorado moderado y de contrarrestar la abstención de las
municipales. Pero este movimiento táctico no puede ocultar la creciente
influencia de los sectores más radicales en CDC, y los movimientos de los
diversos líderes y sectores a fin de dar la batalla por la sucesión política de
Pujol en la próxima legislatura. Por ello, CIU probablemente vaya a ser un
hervidero de conflictos y ambiciones durante los próximos años, con propensión
a la victoria del sector más nacionalista y/o a la fragmentación.
Maragall, el PSC y sus demás
aliados se mueven también con dificultades, derivadas de que su alternativa es
más difícil y compleja, al intentar aportar soluciones para el conjunto del
Estado español y para sectores más diversos del pueblo catalán.
Pero, al mismo tiempo, se echa
en falta un mayor esfuerzo de clarificación y un posicionamiento más firme,
desde el punto de vista estratégico, frente al nacionalismo. Hay un cierto
confusionismo y excesiva cautela en el comportamiento de Maragall, aunque los
principios parecen estar claros.
Desde mi punto de vista,
Maragall debería hacer llegar a su electorado actual y potencial la claridad en
el posicionamiento con respecto a estos principios y la promesa de ir
concretando a partir de ellos las soluciones, en un proceso que es complejo y
lento. No se le puede pedir más rapidez a Maragall en la formulación de su
alternativa que a Pujol, que después de veinte años considera que aún quedan
cosas fundamentales por hacer para Cataluña, en lo que se refiere a sus
relaciones con el Estado.
Por otra parte, Maragall, una
vez hecha la oferta de mano tendida a la colaboración con ERC, debe actuar para
ganar, defendiendo su propio proyecto y dejando de pensar en alianzas
postelectorales. No se puede subordinar o condicionar el proyecto propio a otro
ajeno, sobre todo porque si esto sucede los votantes PSOE se pueden quedar en
la abstención, como viene sucediendo hace años. El PSC tiene que definir un
proyecto propio que es alternativo al del nacionalismo, e intentar conseguir la
hegemonía para aquél. Si esto no se hace, y se continúa pidiendo el beneplácito
a los que defienden proyectos ajenos, el liderazgo y la hegemonía se pierden.
Maragall tiene que actuar como ganador, movilizar el voto abstencionista y
prescindir del visto bueno del nacionalismo.
En el área metropolitana de
Barcelona, donde está concentrada la gran mayoría del pueblo de Cataluña, el
PSC cuenta con suficiente peso, líderes locales y apoyos de sectores
influyentes en la opinión pública como para poner en marcha un proceso de
movilización intenso, si lo intenta de verdad y deja de mirar para el otro
lado.
Por último, se echa en falta
tanto en el PSC como en el PSOE un programa claro en el aspecto
económico-social, que integre las diversas experiencias del socialismo europeo
y formule una alternativa consistente a los partidos conservadores. Una
política de fomento de "nuevos yacimientos de empleo", como la del
socialismo francés, complementada con políticas sociales que atiendan a las
nuevas necesidades de grupos excluidos, discriminados, marginados o con
dificultades, como inmigrantes, mujeres, parados, tercera edad y jóvenes, es
imprescindible. Lo mismo que una política de intensa potenciación del sector
público del sistema educativo, de la investigación y de la formación profesional.
Pero la inversión en
"nuevos yacimientos de empleo" y en la generalización del acceso a
las nuevas tecnologías de la sociedad de la información, parecen las políticas
más adecuadas para impulsar la creatividad y situarse en la vanguardia del cambio
de civilización que se está produciendo.
Por último, en mi opinión, la
defensa de la reforma del Estado del Bienestar y de la lucha contra su
burocratización no puede significar de ningún modo la pérdida del carácter
universal de sus prestaciones educativas, sanitarias y de seguros sociales. Si
esto se pone en cuestión por los propios socialistas iremos para atrás en lugar
de avanzar.
3.- LAS ELECCIONES GENERALES EN ESPAÑA
(Continuará)