LOS BUENOS Y LOS MALOS, EL POPULISMO
AUTORITARIO, Y LA GUERRA REDIVIVA
Artículo de Luis Bouza-Brey
del 2-5-10 (10:00 horas)
Alfonso Guerra expuso el viernes en Nueva
York un discurso en el que elogió la transición, pero responsabilizó a la
derecha del deterioro actual de la democracia española. En este discurso,
recogido en el periódico “ABC”
de ayer sábado 1 de mayo, encontramos la contradicción esencial del PSOE y el
problema radical del sistema político actual de España. Reflexionemos sobre
ello, pues es vital que desentrañemos esta contradicción de una vez.
Dadas las circunstancias del país, uno no
puede menos que estar de acuerdo e incluso apoyar entusiásticamente la
afirmación de que la Transición estuvo bien hecha, y que la Constitución fue no
sólo una Constitución, sino “el armisticio
final de una guerra entre hermanos”. Pero esta
afirmación loable se contradice con la idea de que la derecha son los herederos
naturales del franquismo y que por ello tienen que condenar la dictadura.
Porque esta exigencia no reconoce otra recíproca: la de que el PSOE tiene que
condenar el frentepopulismo que nos destrozó la
República, provocó la guerra civil y que hoy nos está hundiendo la democracia.
Los
líderes republicanos (Azaña y Prieto entre los más relevantes) reconocieron sus
errores y responsabilidades y pidieron “paz, piedad y perdón”, pero ahora va a
resultar que el PSOE repite los mismos errores y además está poseído por una
buena ---y falsa--- conciencia de tal
envergadura, que atribuye la culpa del fracaso de la democracia actual a los
adversarios, sin darse cuenta de que la renovación del frentepopulismo,
la alianza con los nacionalismos decididos a conseguir la desintegración del
país, y la coalición con los residuos nostálgicos de la República, partidarios
de poner el contador histórico a cero antes de su derrota en la guerra civil,
es lo que está hundiendo la democracia.
Porque
ERC y PCE pasaron de ser los ganadores del bando republicano a perdedores de la
guerra y de la democracia actual, y buscan superar ese fracaso reconstruyendo
su antigua hegemonía frente al “armisticio” de la transición. Y el PSOE, que parecía haberse renovado y
recuperado el sentido de la Historia en los años setenta, vuelve a las andadas
del frentepopulismo, el largocaballerismo,
el filocomunismo y el populismo autoritario.
Y
ese es el núcleo del fracaso actual de la democracia en España, que el PSOE ha
vuelto a revivir su peor tradición histórica, pero esta vez como farsa: la de
un partido que pretende encarnar las virtudes revolucionarias frente al
adversario reaccionario y lo único que está haciendo es transformarse en un
partido populista, inconsistente, demagógico y corrupto, similar a los Peronistas
o populistas latinoamericanos del PRI, sin otro rasgo de coherencia que el de la protesta errática
contra el sistema y la alianza con los enemigos de España y de la democracia, rentable
a corto plazo para el objetivo de obtener el poder, pero nefasto para el
interés general del país.
Y
al haber internalizado estas posiciones erróneas en el terreno de las
concepciones y las estrategias políticas, el PSOE está conduciendo a España a
la degradación de su posición internacional, a su desintegración como país, al
golpismo institucional y al caos económico y social.
Es
el PSOE quien debe renunciar a las alianzas frentepopulistas
con los fracasados de la memoria Histórica, admitir que puede perder el poder
frente a sus adversarios conservadores, como es propio de las democracias
consolidadas y no bananeras, y buscar un pacto de Estado con ellos para
recuperar el rumbo perdido en la era zapatética. No
hay otro camino para salir del caos creado por la ceguera, la soberbia, la
incompetencia y el tarugismo de los gobernantes
actuales.