ADIOS A LLUCH

Luis Bouza-Brey, 25-11-00

Ernest Lluch era una buena persona, que amaba al País Vasco y a todos los pueblos de España, pero además era inteligente. Por eso, no creo que se pusiera a dialogar con su asesino, para convencerlo. Lluch era un historiador, y sabía lo que es el fascismo y el totalitarismo. Por ello, su búsqueda de diálogo se dirigía hacia el nacionalismo democrático.

¿Nadie recuerda lo que supuso para la democracia española la falta de firmeza de las democracias europeas ante el fascismo? ¿Nadie recuerda a dónde llevó Chamberlain al mundo?

Resulta descorazonador ver cómo las simplezas y la cortedad de alcances pueden desbaratar una política en la que todos nos jugamos tanto. Ahora va a resultar que la culpa de los muertos la va a tener el Gobierno, por defender una política de firmeza contra el fascismo. La equiparación que se hace a veces entre "los extremos" del PP y EH es demencial y estúpida.

Pero Lluch decía que no cejaría hasta ver al nacionalismo democrático dentro del bloque constitucional. Es decir, que de momento consideraba que está fuera de él. ¿No se dan cuenta de que esa es precisamente la cuestión? ¿Por qué el PNV no convoca elecciones de una vez? ¿Qué programa va a llevar a ellas? ¿el democrático, de firmeza frente a ETA y sus tentáculos, o el del bloque nacionalista, de "diálogo" de todos con todos para que "Euskal Herría" pueda "decidir democráticamente"? ¿el de los Guevara-Arregui o el de los Arzalluz-Eguibar? ¿Se acepta la democracia que tenemos y las decisiones del pueblo vasco y navarro efectuadas durante veinte años, o se va a la ruptura de la democracia y a la "construcción" de un Estado independiente contra el setenta por ciento del pueblo vasco, el noventa de los navarros, España, Francia y Europa?

¿Se dan cuenta de lo que significa pedir "diálogo" ahora al Gobierno? ¿Diálogo con quién, con Arzalluz-Eguibar-Otegui-ETA?¿Con Ibarretxe-Anasagasti-Atutxa? ¿Con Guevara-Arregui? ¿Con Sudupe-Joaristi?

El problema es precisamente ese, que el PNV está roto, su sector independentista hegemónico ha fracasado y está destruyendo al país y al partido. Y resulta claro que el país no quiere seguirlo en sus objetivos demenciales.

¿Y el partido? Pues el problema resulta también de que la estructura interna del PNV no es totalmente democrática: su dirección no responde políticamente ante el pueblo, acentuando de ese modo los rasgos oligárquicos de la organización. Por ello, y por su anquilosamiento ideológico, al PNV le falta capacidad de adaptación para asimilar los cambios y superar el fundamentalismo.

Y lo que es imprescindible es que el PNV se aclare, que sus militantes y electores juzguen los errores cometidos, presentando un programa electoral y votándolo. Y además, que esto se haga inmediatamente: no se puede continuar con la situación actual de bloqueo y deterioro, sometidos a las barbaridades de ETA.

Por eso, PP, PSOE y UA tienen que presionar para una convocatoria inmediata de elecciones y para que el PNV decida si está dispuesto a la formación de un gobierno de concentración o de amplia unidad democrática contra el fascismo. Esa es la única política democrática posible: la pacificación es frenar en seco la violencia fascista, sin más ambigüedades, componendas y comportamientos melifluos o provocadores. Los electores decidirán a quién debe corresponder la posición hegemónica en ese futuro gobierno.

Y si ese objetivo de firmeza no se consigue, porque los electores y/o el PNV no lo aceptan, los partidos democráticos deben resistir en la oposición, sin componendas ni transacciones futuras que mantendrían al país en el círculo infernal de los últimos años.