APROXIMACION AL CURSO POLITICO 98-99

Luis Bouza-Brey, 6-8-98

 El curso que está a punto de comenzar va a ser de enorme intensidad y complejidad política. Terminamos el anterior con muy importantes novedades, tales como la incorporación de España al proceso de construcción del euro; los resultados de las elecciones primarias en el PSOE y la designación de Borrel como candidato a la Presidencia del Gobierno para las próximas elecciones a Cortes; la primera sentencia sobre los GAL en el caso Marey; la "Declaración de Barcelona" efectuada por los partidos del nacionalismo periférico; los atisbos de una nueva orientación en HB; el apaciguamiento de la política de acoso a PRISA por parte del Gobierno y la perspectiva de un acuerdo entre Sogecable y Telefónica, la dimisión de Miguel Angel Rodríguez en la portavocía del Gobierno y el planteamiento de cambios en la Secretaría General del PP en el próximo Congreso; y la candidatura de Maragall a las elecciones autonómicas en Cataluña.

Todo este conjunto de acontecimientos se combina igualmente con la expectativa de importantes hitos en el caminar de nuestro país a lo largo del próximo curso, tales como la adopción de decisiones sobre la financiación y reforma institucional de la UE, las elecciones autonómicas vascas en Octubre, las catalanas en el invierno o la primavera próxima, las municipales, autonómicas y europeas en el verano del 99, y las generales no se sabe muy bien cuándo.

Intentaré hacer un apunte de los elementos que me parecen más significativos de todo este conjunto de acontecimientos por venir.

 

ESPAÑA, LA UE, LA ECONOMIA, LA SITUACION POLITICA Y EL GOBIERNO

 

El próximo curso puede tener una enorme relevancia por lo que se refiere a la configuración de la Unión Europea, puesto que tienen que adoptarse decisiones trascendentales acerca de la reforma institucional, la financiación y la ampliación de la misma.

Estas decisiones serán resultado de la concepción que predomine entre los europeos acerca de lo que va a ser en el futuro la UE.

O bien,

a) un espacio económico enorme, regido por el mercado y la globalización mundial en la perspectiva neoliberal, con instituciones confederales de las que emerja un centro débil, resultante de la dinámica particularista de las perspectivas e intereses de los gobiernos nacionales europeos.

Un centro débil, en síntesis, con políticas poco ambiciosas, que se limiten a racionalizar y coordinar las necesidades económicas del mercado europeo frente a las exigencias de competitividad mundial.

 

Obien,

b) Una federación que, combinando el federalismo y la subsidiariedad, articule armónicamente la acción política de la Unión con los Estados, regiones y metrópolis, mediante instituciones que sean lo suficientemente potentes como para hacer políticas ambiciosas que sirvan para resolver los nuevos problemas y necesidades sociales derivados de la globalización y la continentalización.

Instituciones y políticas que sean capaces de poner en marcha soluciones a nivel europeo a problemas como el paro, la desigualdad y la exclusión. Capaces, igualmente, de impulsar el progreso de los países subdesarrollados europeos y del resto del Mundo, y de garantizar la preservación del medio ambiente, el desarrollo cultural de la sociedad de la información, y un mundo más humano.

Las elecciones alemanas y sus resultados, así como la evolución de los gobiernos de Blair y Jospin y, en general, la maduración de las concepciones de la socialdemocracia europea acerca de la Unión, van a influir en gran medida sobre el futuro del continente.

 

Por lo que se refiere, en especial, a la situación económica de nuestro país, el curso próximo será decisivo para el mantenimiento de los equilibrios económicos básicos y la consecución de un crecimiento sostenido. Habrá que ver si nuestra economía está equilibrada en la realidad o sólo en los libros de contabilidad, sobre todo una vez que se está finalizando el proceso de privatizaciones ---...por cierto, ¿cómo es que no hay un debate público acerca de lo que se hace con el dinero de las privatizaciones?--- y se va a poner en marcha la reforma del sistema impositivo. La incógnita es: ¿podrá seguir creciendo la economía española de manera equilibrada, reduciendo el desempleo y las desigualdades y fomentando unos servicios públicos de calidad?

 

Por lo que se refiere a la situación política general del país, habrá que ver en qué medida se restablece un clima de cooperación suficiente en temas esenciales o, por el contrario, aumentará la confrontación entre los grupos políticos.

A mi manera de ver, España tiene grandes retos inmediatos que afrontar en todos los ámbitos, y no favorece la búsqueda de soluciones a los mismos el que exista un clima de crispación, hostigamiento y confrontación entre las fuerzas políticas.

La política europea, en temas financieros e institucionales, va a exigir claridad y unidad a los grupos políticos, y repercutirá sobre las concepciones referentes a la evolución del Estado en su estructura política general y territorial. En este aspecto, se va a hacer preciso buscar soluciones constitucionales lúcidas, que nos permitan adaptar nuestro sistema político a la evolución de la UE.

Mi impresión general es que una federalización clara del Estado, que implique una reforma del Senado, el desarrollo de la Administración única y la clarificación del sistema de distribución de competencias en aplicación del principio de subsidiariedad, nos permitirá desarrollar al mismo tiempo flexibilidad adaptativa, eficacia y democracia en la proximidad del poder y la administración a la sociedad, así como potencia política, para jugar un rol decisorio en el ámbito europeo e internacional. Todo ello, si se mantiene el equilibrio. Por el contrario, si la solución que se busca es una confederación de las nacionalidades con el resto del Estado, iremos para atrás.

Igualmente, es necesario un mínimo de unidad entre las fuerzas políticas para poner fin al problema del terrorismo y pacificar e integrar a Euskadi. Si el clima que predomina entre los demócratas es el de hostigamiento, descalificación y confrontación, o alianzas contra natura con los "nazionalistas" del sedicente MLNV, no se podrá encontrar una solución viable para este problema.

La clave para conseguir que la situación política comience a enderezarse en la dirección que vengo mencionando, desde mi punto de vista, es que los dos grandes partidos, PP y PSOE, corrijan el rumbo seguido hasta ahora y echen el cierre al pasado reciente.

El PP debe abandonar la hipocresía y el oportunismo del todo vale para conseguir el poder o mantenerse en él, lo que constituye su pecado original. La gente no confía en un partido cuyo método para alcanzar el gobierno ha consistido en aprovecharse de las contradicciones de la lucha antiterrorista, poniendo en peligro la estabilidad del Estado, así como en realizar grandes promesas demagógicas y oportunistas que después no cumple. La gente no confía en un partido cuya política frente al adversario político es la descalificación sectaria y la ruptura de los mínimos puentes necesarios para resolver los problemas de Estado.

Aznar debería reorientar sus políticas hacia el centro y prescindir de apoyos paranoicos en los medios de comunicación y de políticos sectarios en el partido y el Gobierno, así como abandonar su política antidemocrática de eliminación del pluralismo en dichos medios. Si Aznar no es capaz de expiar su pecado original y cambiar sus políticas hacia el centro, el PP habrá fracasado como alternativa de gobierno, y tendrá que pasar a la oposición durante otro largo período o buscar un liderazgo alternativo.

 

El PSOE tiene que superar el período anterior, asumiendo coherentemente y sin miedo las contradicciones de la lucha antiterrorista y de las políticas de consolidación y defensa de la democracia de los años ochenta. Por ello, debe defender públicamente a los gobiernos de Felipe González en esta cuestión, si es que éstos se deciden a asumir abiertamente las responsabilidades políticas de sus actos y dejan de escurrir el bulto con negaciones procesales que cada vez convencen a menos gente. Igualmente, el PSOE debe poner de relieve ante el pueblo la hipocresía e irresponsabilidad de la posición mantenida por el PP e IU en esta cuestión.

Si el PSOE consigue clarificar y cerrar este asunto mediante una política firme, que incluso incorpore a su programa electoral la aprobación de una ley que unifique los procesos pendientes así como la asunción de un compromiso de indulto para las personas implicadas en este asunto, podrá iniciar de una vez el camino del futuro.

Este camino habrá de consistir en la asunción clara del liderazgo político por parte de Borrell, que habrá de fundamentar su autoridad en el programa del 34 Congreso, que es un programa bastante atinado, aunque debe ser complementado por las nuevas experiencias de gobierno de Jospin y Blair y la definición de una política más decidida y concreta de construcción europea.

En mi opinión, hay dos asuntos en los que Borrell y el PSOE deberán hilar muy fino a fin de conseguir una orientación coherente y firme para el futuro:

En primer lugar, defender el Estado de Bienestar, los servicios públicos y la Seguridad Social, evitando o suprimiendo al mismo tiempo las rigideces, intervencionismos, sobrecargas, burocratizaciones y fraudes desarrollados hasta ahora. Es decir, construir a partir de lo que hay, pero suprimiendo lo que haga falta, un modelo de sociedad solidaria e igualitaria, pero ágil, innovadora, responsable y servida por una Administración Pública eficaz, moderna y controlada.

En segundo lugar, definir una orientación política y unas alianzas electorales que atraigan a la izquierda y al centro izquierda. Esto no implica necesariamente tener que coaligarse con el fundamentalismo actual de IU, sino definir unas políticas viables, razonables y orientadas hacia el futuro, asumiendo con ello la hegemonía en la izquierda y atrayendo el voto del centro progresista y la izquierda renovadora. La unidad de la izquierda, sin matices, puede ser el sepulcro de la izquierda.

Existe, finalmente, un tercer asunto que me parece preocupante y es el de la renovación de las estructuras del partido socialista. Indudablemente, las primarias han resultado un método de oxigenación, al permitir el voto individual y secreto de los militantes en la elección de los candidatos. Ahora bien, es preciso clarificar las relaciones entre las instituciones derivadas de la representatividad congresual del partido y las derivadas de la representatividad directa y plebiscitaria.

Por otra parte, desde mi punto de vista, sería un error ampliar las primarias más allá del partido, hacia los electores, pues eso podría dar lugar a una frivolización y trivialización ideológicas, a la emergencia de liderazgos populistas y demagógicos y a la desvertebración del partido. Los "partidos de electores" son un invento americano adecuado para un sistema presidencial y una cultura y estructura políticas muy específicas, pero no parece que la experiencia europea conduzca a eso. Creo que lo que hay que hacer es abrir los partidos a la sociedad, motivando la participación en ellos por medio de su democratización, pero no difuminarlos, pues eso favorecería una estructura todavía más oligárquica del poder.

Los partidos europeos actuales no son "partidos de electores", sino "partidos electorales de masas" en los cuales se produce una bifurcación entre políticos profesionales a tiempo completo y afiliados que permanecen aletargados en estructuras latentes, excepto en períodos preelectorales o congresuales. De lo que se trata es de activar la participación y el control desde la base por medio de la democratización, pero no de borrar las fronteras entre los partidos y el conjunto de la sociedad, pues eso desvertebra la democracia.

 

¿SE ESTA PRODUCIENDO UNA EVOLUCION DEL NACIONALISMO PERIFERICO?

 

Después de leer la "Declaración de Barcelona" aprobada recientemente por los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, y sin haber podido hacerlo todavía con el "Documento de Trabajo" que la acompaña, se me ocurre destacar cuatro aspectos que me parecen los más relevantes:

1.- En primer lugar, existe una cierta superación de posicionamientos previos que indica una cierta renovación, como el hecho de que se admita la integración en el Estado... siempre que éste cambie. El problema es hacia dónde tiene que cambiar el Estado para poder ser aceptado por los nacionalismos.

Junto a esta novedad existe otra, consistente en la superación parcial ---con matices que comentaré posteriormente--- de la perspectiva tradicional y anquilosada de confrontación con el nacionalismo español, para enfocar la percepción nacionalista en el marco de la evolución de la Unión Europea.

2.- En segundo lugar, la respuesta de hacia dónde debe evolucionar el Estado español para considerarlo asumible constituye el problema central e irresoluble de la relación de aquellos que se consideran ciudadanos españoles con los nacionalismos periféricos. La idea que éstos tienen es la de una confederación de Cataluña, Euskadi y Galicia con el Estado (¿con España?). Pero además, con la contradicción de que argumentan como representantes de las "nacionalidades históricas", reclamando poder político soberano en función de ello, y al mismo tiempo se proclaman abiertos a que otros pueblos de España se sumen a sus objetivos.

Hay varias contradicciones en esta posición que los nacionalismos no pueden resolver. Primera, que en sus propias sociedades posiblemente la mayoría de la población se considera parte de España como nación, o nación de naciones. Es decir, que consideran compatible e integrable la pertenencia a un pueblo diferenciado y a una realidad plural conjunta que integre la diversidad sin partir de postulados fragmentadores iniciales. Segunda, que si los nacionalismos consideran que el punto de partida está constitutido por pueblos con soberanía originaria que les da derecho a diferencias de poder con otros que no son "nacionalidades", pero al mismo tiempo creen que todos los demás pueblos pueden tener los mismos derechos, el Estado español debería o reconocer privilegios políticos o desaparecer, disolverse en un agujero negro para dejar abierto el camino a una revolución cantonalista y confederal que reconfigurara el territorio de la Península de abajo arriba.

Ante estas propuestas uno se pregunta si estos objetivos conducirían a que los ciudadanos de los diversos pueblos de la Península Ibérica vivieran mejor, se desarrollaran económica, política y culturalmente y fueran más felices. Es decir, este cambio radical de destruir la unidad existente ¿es un gran sueño revolucionario que conduce a un mundo mejor para todos? Para mi, no, y creo que para la mayoría del pueblo, incluso en Cataluña, Euskadi y Galicia, tampoco.

Tercera, el término "Estado confederal" es una contradicción en sus propios términos. Eso no existe: existen confederaciones de Estados, como la CEI, o la Suiza o los EEUU precontemporáneos, o existen Estados federales, pero no "Estados confederales".

Y algo semejante sucede con la idea de la "soberanía compartida" como principio o mecanismo a alcanzar. La soberanía compartida ya existe en el Estado de las Autonomías: las Comunidades Autónomas poseen ámbitos de poder político propio, poseen autogobierno sobre materias muy importantes en sus ámbitos territoriales, y si se reforma el Senado de una vez, tendrán igualmente participación como tales Comunidades Autónomas en una de las instituciones centrales del Estado, que dispondrá de poderes importantes de control y orientación política.

Y lo mismo sucede con el Congreso y el Gobierno del Estado: los partidos nacionalistas pueden participar en coaliciones parlamentarias y de gobierno en el poder central del Estado... si quieren. Lo que no creo que una mayoría de los españoles ---incluidos los pueblos de las nacionalidades---estén dispuestos a aceptar es una fragmentación del pueblo y el Estado, concediendo a las nacionalidades poder constituyente soberano, o capacidad de veto sobre las decisiones comunes, o representación política internacional independiente.

Y este rechazo no se deriva de un problema de estancamiento, retraso o cierre de la cultura política del resto de España frente a la apertura y mayor modernidad de la de los nacionalismos. Creo que sucede precisamente lo contrario, que frente a una cultura política muy abierta, vacunada de nacionalismo español cerril por el franquismo, existe una cultura política de los nacionalismos periféricos agarrotada por mitos ancestrales y que solamente en estos momentos parece que comienza a evolucionar, pero con muchas contradicciones.

 

3.- En tercer lugar, y estos son los matices que quería comentar desde el principio, es cierto que en la "Declaración de Barcelona" se observa una actitud nueva, de superar la confrontación con el nacionalismo español, pero al mismo tiempo se cae en el "victimismo" de siempre al afirmar que

"... Al cabo de veinte años de democracia continúa aún sin resolverse la articulación del Estado español como plurinacional. Durante este periodo hemos padecido una falta de reconocimiento jurídico-político, e incluso de asunción social y cultural de nuestras respectivas realidades nacionales en el ámbito del Estado".

En veinte años, el Estado Español ha pasado de ser un Estado autoritario y enormemente centralizado a transformarse en un Estado plenamente democrático e intensamente descentralizado, en el que los nacionalismos periféricos han disfrutado de poderes amplísimos, en los territorios que han gobernado, para configurar la cultura y la realidad social de sus pueblos. Incluso, en diversas ocasiones, traspasando los límites constitucionales con decisiones y normas sectarias y arbitrarias.

Es cierto que el Estado de las Autonomías necesita realizar todavía ajustes y modificaciones importantes, pero la libertad de los pueblos que lo componen es enorme, no existe falta de reconocimiento jurídico-político de los pueblos de España ni desconocimiento de sus realidades nacionales, sino todo lo contrario.

 

En fin, creo que si los nacionalismos periféricos desbloquearan de una vez su capacidad de innovación, desprendiéndose de concepciones que ya resultan arcaicas, su aportación sería muy positiva para el desarrollo político del conjunto de los pueblos de España. Si no, constituirán un problema serio para el futuro.

 

¿QUE VA A SUCEDER EN EUSKADI?

 

Si nos atenemos a las encuestas de intención de voto, parece que poco va a cambiar en Euskadi en las elecciones de Octubre, salvo un ligero aumento de los partidos no nacionalistas y el correlativo y ligero descenso de los nacionalistas.

Si esto sucede así, los resultados electorales indicarían una situación de estancamiento político en la que nadie tiene fuerza suficiente para poner en marcha políticas que acaben con el problema principal de Euskadi, que es el del terrorismo. En esta perspectiva, que parece haber sido asumida por la mayoría de las fuerzas políticas, ¿cuáles son los movimientos que se detectan entre ellas?

Empezando por HB, que apoya el terrorismo, como consecuencia de la política de aislamiento e incremento de la presión policial derivada de los acontecimientos de Ermua y de la política del Gobierno central, así como del cambio en la cúpula de la coalición, parece atisbarse en su política un cierto cambio de orientación. Cambio consistente en una mayor aproximación al resto de los partidos nacionalistas en el intento de constituir un bloque hegemónico de estas fuerzas para impulsar una ruptura con el Estado e imponer una solución independentista.

El PNV busca desesperadamente el establecimiento de un diálogo con HB, que ponga fin a la violencia y permita abrir un proceso de negociación entre las distintas fuerzas políticas vascas, con el fin de configurar un nuevo marco político que responda a las aspiraciones del pueblo vasco. El PNV parece que presupone que la voluntad mayoritaria del pueblo vasco expresada hasta ahora no sirve para acabar con la violencia, y por tanto tiene que ser modificada mediante un proceso de negociación con los terroristas y sus apoyos institucionales, aceptando sus condiciones y poniendo en marcha un proceso de autodeterminación en Euskadi cuyo resultado previsible, según ellos, sería conseguir "la independencia en Europa".

No parece que EA se diferencie mucho en su estrategia, salvo en una mayor firmeza y estabilidad en su defensa de la misma.

IU-EB, que teóricamente defiende una solución federal para la estructuración del Estado español, parece apostar por una aproximación a los grupos nacionalistas con el fin de posibilitar el diálogo, la negociación y la autodeterminación.

El PSE-PSOE ha realizado recientemente un aparente giro estratégico, abandonando la coalición con los nacionalistas y modificando su política de bastante años de apoyo a la "gobernabilidad" con un papel secundario en el Gobierno. El PSOE quizá haya pensado durante todos estos años que el aceptar las soluciones nacionalistas al problema de la configuración de Euskadi y de sus relaciones con el Estado permitiría integrar a los nacionalistas democráticos y apaciguar a los terroristas. Una vez comprobada la equivocación de esta presuposición parece que busca una nueva estrategia más firme de defensa del marco constitucional frente al nacionalismo.

El PP viene siguiendo en Euskadi una política de firmeza frente al terrorismo mediante el incremento de la presión policial y la búsqueda de la cooperación internacional, aunque compensada esta política con una alianza política parlamentaria con los nacionalistas del PNV y una aceptación de sus peticiones más importantes, como la cesión de la potestad tributaria al parlamento y gobierno vasco.

Existe una cierta contradicción interna entre la política de firmeza del Ministerio del Interior y la política de pactos y concesiones de la Presidencia, sin que haya acuerdo con el PNV en la política antiterrorista. Mayor Oreja parece pensar que no es posible abrir un proceso de diálogo y negociación sin el previo debilitamiento y abandono de las armas por parte de ETA.

UA sigue una política próxima al PP, aunque con una mayor firmeza ideológica de oposición al nacionalismo.

Pues bien, ¿qué puede pasar después de las elecciones? Por supuesto, todo depende de unos resultados inciertos, pero parece que hay que buscar una salida al inmovilismo de la situación, si se confirman las encuestas de intención de voto.

La salida podría consistir en una reapertura de la mesa de Ajuria Enea que ponga en marcha una consulta popular en Euskadi, convocada por el Presidente del Gobierno de acuerdo con el art. 92 de la Constitución, con el fin de que los vascos decidan si quieren la independencia. He explicado en otros artículos esta posible salida y no insistiré aquí más en ella, pero creo que, dado el inmovilismo del sedicente MLNV, es la única forma de privar de argumentos a los terroristas y de vencer definitivamente al independentismo vasco.

Ahora bien, la apertura de un nuevo proceso no puede significar, en mi opinión, una renuncia a las propias posiciones de los partidos no nacionalistas, ni una aceptación de la impunidad conseguida durante estos años por el sedicente MLNV y ETA. Es preciso fortalecer la defensa de la sociedad vasca frente al fascismo y presionar al Gobierno vasco para que cumpla con su función policial frente al autodenominado MLNV.

 

¿Y EN CATALUÑA?

 

En Cataluña parece que existe la posibilidad de que el largo período de gobierno de Pujol y de hegemonía del nacionalismo pueda acercarse a su fin. Por primera vez desde 1980 se tiene la sensación de que la candidatura de Maragall puede dar lugar a unas elecciones realmente competitivas, en las que la suerte no está echada previamente. Tanto las encuestas como la opinión pública transmiten la sensación de que los resultados no son previsibles.

¿A qué es debido esto? Creo que básicamente a dos razones: a que el discurso político del nacionalismo aburre y parece agotado, y a que se ha producido un cambio interno en el equilibrio entre las facciones del PSC después del congreso de Sitges. Este cambio, aunque con contradicciones, parece estar acabando con el seguidismo y la falta de alternativas del PSC frente al nacionalismo practicados durante todos estos años. Es una pena que Sala haya resultado herido por el asunto Filesa, pues le daba coherencia y firmeza a la nueva situación.

Maragall y el PSC pueden ganar las elecciones si consiguen movilizar dos tipos de apoyos: el del electorado de origen foráneo, residente en las ciudades industriales y del área metropolitana, que participa en las elecciones generales votando al PSOE y se abstiene en las autonómicas sin votar al PSC; y el del electorado autóctono, de izquierda, catalanista y de centro progresista, del conjunto de Cataluña, que dispersa su voto entre los diversos partidos de izquierda, o que incluso vota a CIU, por su dimensión catalanista.

A Maragall y al PSC les espera un trabajo difícil, de tejer muy finamente la orientación y la estrategia política y electoral para sumar todos estos apoyos variados y conseguir vencer al nacionalismo conservador.

En mi opinión, la fórmula es defender un catalanismo abierto, solidario con el resto de España, que sepa oponerse firmemente al sectarismo que emerge del nacionalismo en muchas ocasiones, que mantenga una posición integradora y modernizadora, sin privilegios ni anacronismos en la relación con el Estado. Una política, en fin, que sea avanzada socialmente y acabe con las reticencias, las desconfianzas, la ambigüedad y la distancia con respecto a España que se respira en el nacionalismo. Una política que defina con claridad un objetivo final federalista para España y Europa, y que sea capaz de fundir la diversidad cultural de Cataluña en una nueva unidad del pueblo para dar un paso adelante en su proceso de desarrollo.

Queda por analizar, finalmente, un problema básico que tienen que enfrentar el PSC y Maragall en este proceso, que es el de definir la composición de la candidatura y las alianzas ante las elecciones.

A mi juicio, Maragall y el PSC deben adoptar una posición que persiga los objetivos siguientes:

---Optar con claridad por una hegemonía de los socialistas en el proceso que se abre, sin renunciar a concurrir con las siglas del partido a las elecciones ni hacer listas comunes o coaliciones preelectorales que desdibujen el perfil de la candidatura.

---Presentar ante el electorado un socialismo amplio, abierto y no sectario ni dogmático, que sea capaz de plantear soluciones imaginativas y actuales a los problemas de la transición que estamos viviendo en Cataluña, España y Europa.

---Llegar, si es posible, a un programa común previo a las elecciones con IC, para el caso de que sea necesario formar gobierno conjuntamente después. Pero este pograma no debe salirse del centro-izquierda, a fin de mantener una orientación equilibrada, que permita integrar en el Gobierno que se forme a representantes del centro progresista, que de algún modo sintonizan con una parte de la amplia clase media existente en Cataluña. Aquella parte de ella integrada por amplios sectores profesionales, algunos sectores empresariales, y porciones de la pequeña clase media comercial.

---Creo, en relación con lo anterior, que es vital para el éxito de esta candidatura la integración en las listas y/o el acuerdo público y previo a las elecciones, para participar en el gobierno, de algunas personalidades representativas de este sector de la clase media, que den visibilidad al equilibrio y moderación de la candidatura.

 

En este complicado tejido, no sobra nadie dentro del PSC: ni los capitanes, ni Maragall, ni Borrell, ni Serra. Todos tienen un importante papel que cumplir.