DESPROPÓSITO HIDRÁULICO
Artículo de Joaquín Leguina Herrán en su blog del 26 de marzo de 2009
Por su interés y
relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
Los conceptos de cuenca hidrográfica y de trasvase
como instrumentos para la buena gestión del agua representaron en su día un
avance que en España se debió a las viejas ideas liberales. Tras la
Constitución de 1978 y con los 17 Estatutos aprobados se mantuvo esa concepción
según la cual la gestión del agua correspondía en exclusiva al Estado a través
de las cuencas, trasvases y otros mecanismos. De hecho, hubo dos planes
hidrográficos nacionales (uno a impulsos del PSOE y otro bajo gobiernos del
PP)… hasta que llegó ZP con su “España plural” y, sin más trámite, se decretó
que los trasvases eran reaccionarios (y lo que es más disparatado: las
desaladoras progresistas), que las cuencas podían transferirse (el nuevo Estatuto
de Andalucía expropió al resto de los españoles la del Guadalquivir), el Ebro
se lo quedó Aragón y, ahora, Castilla-La Mancha (a través también de su
Estatuto) pretende decretar motu proprio el final del trasvase Tajo-Segura. De
esta guisa el agua se ha convertido en bandera para crear banderías… y todo
ello bajo la mirada irresponsable de unos gobernantes a quienes el Estado
parece importarles una higa.
De “el agua es de todos” hemos pasado como el rayo a una consigna mucho
más adelantada y progresista: “el agua es mía y me la quedo yo”. Un viaje
disparatado hacia la rebatiña demagógica.
Hace algunos años hubiera resultado inconcebible que un Gobierno de España –y más si era de izquierdas- hubiera propiciado o permitido un desmantelamiento del Estado como éste al que estamos asistiendo a propósito del agua, cosa que algunos contemplamos impotentes y con horror. Porque, lo diré claro, una izquierda, tan nueva como la actualmente reinante, que propicia o permite tales saqueos del Estado, será nueva, pero no es de izquierdas ni por el forro.