ZAPATERO,
UN LASTRE PARA ESPAÑA... Y PARA EL PSOE
Sería una feliz
coincidencia de intereses. A unos les interesa seguir en el machito, a España
le interesa librarse cuanto antes de Zapatero.
Editorial
de “Libertad Digital” del 01 de diciembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
La prima
de riesgo española volvió ayer a máximos históricos superando los 270
puntos básicos respecto al bono alemán. La Bolsa de Madrid continúa
su descenso hacia los infiernos y el IBEX 35 camina raudo hacia los 9.000
puntos. El mercado laboral, lejos de recuperarse, sigue sumando nuevos
desempleados cada mes. La producción decrece, la deuda aumenta y nadie ve la
luz al final del túnel. La economía española, en definitiva, se encuentra en
estado terminal esperando un necesariamente doloroso desenlace.
El Gobierno, entretanto, persevera en su letargo y
cuando sale de él es para aplicar remedios erróneos a una dolencia mal
diagnosticada. La debacle económica, para la que Zapatero no encuentra solución
más allá de eslóganes propagandísticos repetidos ya mil veces, ha dejado grogui
al Gobierno. La generosa mayoría electoral que cosechó hace dos años y medio
corre el riesgo de disolverse si antes los socialistas no buscan un recambio
para Zapatero, un hombre amortizado, desprestigiado dentro y fuera de España y
totalmente superado por los acontecimientos.
Las primarias madrileñas del pasado mes de octubre no
fueron sino el aviso de un traicionero mar de fondo que amenaza con arrasar sin
piedad la deteriorada nave socialista. La confirmación ha llegado con las
autonómicas catalanas. Montilla, producto político de Zapatero desde que éste
le sacó de la alcaldía de Cornellá para colocarle
como ministro de Industria en la primera legislatura, ha obtenido los peores
resultados de la historia del PSC en Cataluña. La responsabilidad de
semejante desastre no es sólo de los socialistas catalanes, que llevan siete
años gobernando junto a Esquerra y que han hecho gala de un montaraz
nacionalismo, sino del propio Zapatero, que los ha avalado y los ha convertido
en santo y seña de su propio programa de Gobierno.
El zapaterismo toma carta de
naturaleza en Barcelona, en el salón de Tinell,
cuando a instancias suyas se firmó el pacto homónimo que consistía en forjar
una mayoría social-nacionalista y marginar al PP de la vida pública. Ese
modelo, antidemocrático donde los haya, ha funcionado durante todos estos años
y ha producido, entre otras cosas, el nuevo Estatuto de Cataluña, del que
Zapatero fue el principal impulsor. El destino del PSC montillista
y el del inquilino de la Moncloa están, por lo tanto, indisolublemente unidos.
Cuando al primero le ha llegado su final sería lógico que ocurriese lo propio
con el segundo.
De no ser así el PSOE corre el riesgo de que cunda el
ejemplo catalán y se encuentre tras las elecciones de mayo herido de muerte en
sus feudos tradicionales. Tal vez por eso los barones del partido, el poder
local del que emana el poder estatal del que disfruta Zapatero y su camarilla,
le han visto las orejas al lobo y se
han apresurado a dar la voz de alarma. A los barones socialistas el futuro
de España no les importa demasiado, pero sí su propia suerte al frente de sus
respectivos señoríos electorales, de donde muchos de ellos podrían salir
aventados la próxima primavera.
Sería una feliz coincidencia de intereses. A unos les
interesa seguir en el machito, a España le interesa librarse cuanto antes de
Zapatero. En suma, una consecuencia no deseada de las, por lo demás, desastrosas
elecciones autonómicas en Cataluña.