ZAPATERO O EL DOBLE DISCURSO

 

Editorial   de “Libertad Digital” del 07.12.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Desde que Zapatero llegase hace año y medio a la Moncloa se han celebrado dos aniversarios de la Constitución. Los dos han sido anómalos. En el del año pasado, al colapso circulatorio que ocasionaron las bombas que la ETA colocó en varias gasolineras de la capital, se sumaron los novillos que ciertas formaciones hicieron el día de la recepción en el Congreso. Este año la misma canción, pero corregida y aumentada. Como era de prever, la ETA ha hecho acto de presencia. Los terroristas han vuelto a bloquear los accesos a Madrid mediante cinco artefactos explosivos situados estratégicamente en las transitadas autopistas radiales y vías de circunvalación madrileñas. Junto a éstas, la banda ha hecho sentir su presencia en Santander, mediante unas granadas colocadas en el aeropuerto, y en las localidades de Zumárraga y Alsasua.

 

Una vez más, no ha habido que lamentar daños personales, pero la actividad de la banda crece muy a pesar de la "prudente esperanza" que Zapatero tiene puesta en una tregua que nunca llega y, lo que es peor, que no tiene visos de llegar. La banda terrorista no parece por la labor de sacrificar el único capital de peso que posee para avenirse a la negociación-rendición que se plantea desde el Gobierno.

 

Lo de la ETA es el cuento de todos los años, con la sutil diferencia de que, hasta hace un par de años, no se les tendía la mano. El objetivo del Gobierno era derrotar a los asesinos y actuaba en consecuencia. Hoy, sin embargo, nos encontramos en una situación tal que el día que pasen del pequeño artefacto en un arcén al coche bomba, Zapatero va a tener muy difícil salir airoso del entuerto en el que él mismo se ha metido.   

 

El otro compás del vals que por segundo año se han marcado a dúo los enemigos de la Constitución y la nación española es el de la ausencia deliberada en la recepción del Congreso. PNV, ERC y BNG han declinado la invitación para asistir al habitual acto de conmemoración de la Carta Magna en la Cámara Baja. Esto, que, en principio, no pasaría de lo anecdótico tratándose de partidos minoritarios y radicales, toma un cariz diferente si tenemos en cuenta que ERC y BNG son socios de Gobierno del PSOE, en Madrid y en Santiago de Compostela. Los republicanos, además, han "celebrado" la fecha a su manera. En Barcelona se han convocado actos por parte de las juventudes de Esquerra en los que, por ejemplo, se invitaba a los asistentes a arrancar páginas de la Constitución.

 

Semejante comportamiento, que hubiese merecido un severo varapalo desde el Gobierno si hubiera sido promovido por otro partido, sólo han llevado a Zapatero a pedir respeto a los republicanos, partido que cuenta con más de medio millón de votos y que apoyó su investidura. El presidente confunde la tolerancia con el respeto. Una cosa es que toleremos las mascaradas de los discípulos de Carod, y otra bien distinta es que las respetemos, por muchos votos que tengan. La que se merece un respeto es nuestra Constitución, agraviada ayer en Barcelona, pero de eso Zapatero no dijo ni pío.

 

En contraste, no deja de ser chocante que los que se reunieron el sábado en un multitudinario acto de homenaje a la Constitución, sean ninguneados desde el Gobierno con continuas alusiones a la Plaza de Oriente y a su supuesta radicalización. Ni el presidente ni sus ministros están en sus cabales. Piden respeto a los que insultan a nuestra Ley de leyes y, al mismo tiempo, recelan de los que la defienden. Un doble discurso un tanto esquizofrénico que más tarde o más temprano pasará factura, porque estas fiestas no salen gratis. Si el Gobierno está con la Constitución y todo lo que ella implica que lo diga y se comprometa en firme en su defensa, si no lo está, que deje de una vez de hacer el paripé. Esto, claro, sería pedir demasiado.