¿QUÉ OCULTA DEL 11-M EL GOBIERNO DEL 14-M?

 

  Editorial de   “Libertad Digital” del 14.03.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Hoy se cumplen dos años de la inesperada victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero, tres días después de la mayor masacre terrorista de nuestra historia y tras tres días en los que el PSOE y sus medios de comunicación protagonizaron, con luz y taquígrafos, la más indigna campaña electoral que hayan conocido unos comicios electorales en la reciente historia de la democracia occidental.

Aunque no lo olvidaremos nunca, no pretendemos ahora recordar exclusivamente cómo el entonces principal partido de la oposición, en lugar de mostrar su solidaridad y apoyo al gobierno legitimo de la nación, se dedicó a desviar la atención y la lógica ira ciudadana contra el destinatario político de aquella masacre: el Partido Popular. A pesar de que el gobierno del PP no había mostrado en ningún momento ni debilidad ni condescendencia ante el terrorismo –fuera de índole islamista o nacionalista–, el PSOE no dudó en arremeter contra el Ejecutivo de Aznar, sin importar hacerle el juego político a los autores de la masacre, fueran éstos galgos o podencos.

Aunque terroristas islámicos como "El Egipcio", así como etarras como Otegi o Josu Ternera se pudieron vanagloriar en conversaciones telefónicas –o en declaraciones y comunicados de la banda– del acoso a las sedes del PP, lo cierto es que, sin la activa participación política y mediática del PSOE, orientada a ese mismo fin, los autores del 11-M no hubieran podido deleitarse viendo ese acoso a las sedes de un partido democrático como el PP, en lo que sería el preludio de su bien calculado vuelco electoral.

El PSOE jamás estuvo interesado en saber quienes fueron los autores del 11-M, cosa que ningún gobierno hubiera podido saber con certeza 24, 48 o 72 horas después de la masacre. A diferencia de Rajoy, que dio por concluida su campaña electoral, lo único que los socialistas querían saber y explotar en esos momentos preelectorales era el "ideario" político de los terroristas. Su exigencia y su inmediatez por saber "quien ha sido", no estaba destinada a evitar que los autores de la masacre quedaran impunes, sino a algo tan repugnante como saber si tenían margen político y tiempo para poder culpar, sin coste electoral, al gobierno del PP de lo que, en realidad, había sido una criminal obra de sus más radicales enemigos: los terroristas. Fueran estos galgos o podencos.

Hoy, dos años después del 14-M, seguimos sin saber con certeza los nombres y apellidos de los autores intelectuales y materiales de la masacre del 11-M. Lo único que sabemos son los deliberados afanes del gobierno de Zapatero por dar carpetazo al caso y dejar como definitiva una versión oficial de los hechos, que ha sido cuestionada por innumerables hallazgos, que van desde los contactos entre etarras e islamistas a la posible implicación de algunos responsables de las fuerzas y seguridad del Estado, tanto en el conocimiento previo de lo que se estaba preparando, como en la posible elaboración de pruebas falsas.

El hallazgo informativo que hacía este lunes el diario El Mundo, cuestionando la mochila de explosivos que "permitió" conocer la supuesta autoría islamista del atentado antes del 14-M es, simplemente, escalofriante. No porque de esta noticia dependa –para nosotros– el juicio del, en cualquier caso, infame comportamiento político del PSOE y de sus medios de comunicación durante la violada jornada de reflexión, sino porque es un hallazgo informativo que, de confirmarse, supone que la "prueba" que permitió realizar de forma tan inmediata las primeras detenciones de terroristas islamistas habría sido colocada y no hallada por los responsables de custodiar las pruebas.

Aunque el gobierno del 14-M ya ha puesto a funcionar como una cortina de humo tanto a la Dirección General de Policía como a los medios de comunicación de Prisa, lo que tiene que hacer Zapatero o su ministro del Interior es comparecer de forma inmediata ante el Parlamento para esclarecer todos estos hechos. Son hechos que ya no nos conducen a una mera miseria moral, sino a un tipo de responsabilidades de índole penal que podrían alcanzar a quienes no son ni etarras ni islamistas.

Una cosa es que desde la oposición se perpetre la indignidad de apremiar a un gobierno reclamándole certezas por la autoría de una masacre, tal y como hizo el partido de ZP dos días después del 11-M, y otra, todavía peor, que este partido, una vez en el gobierno, se convierta en un obstáculo para que no se sepa toda la verdad, ni siquiera dos años después y ante hechos de esta envergadura.

Ciertamente, una cosa es que un medio de comunicación como la SER se inventara lo de los "terroristas suicidas" para ganar tiempo antes del 14-M; otra todavía más infame, y muchísimo más grave, es que la mochila de explosivos de Vallecas fuera también un invento, introducida como prueba en un sumario y destinada también a colaborar con los terroristas en su objetivo de traducir, en tres días, una histórica masacre en un no menos histórico vuelco electoral.