LAS PRISAS POR ENTERRAR LAS OPCIONES DE RAJOY SON MALAS CONSEJERAS

 

 Artículo de Carmelo López-Arias  en “El Semanal Digital” del 03.08.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Existen varias razones que pueden explicar por qué va por detrás de Zapatero en las encuestas, pero ninguna que impida al PP lograr en 2008 una mayoría que le permita gobernar.

3 de agosto de 2006.  Una de las lecciones que debieron aprenderse el 14-M es el carácter azaroso de las contiendas electorales. No porque su resultado no sea consecuencia de un trabajo previo bien o mal hecho por unos y por otros, sino porque en él intervienen factores que escapan al control y la previsión de quienes protagonizan la batalla. Sólo por esa razón –si no hubiera otras- las maniobras desestabilizadoras contra el propio candidato deberían medirse con cuidado, porque el azar hace pocos distingos entre personas, y aquel a quien la casualidad levanta, con la misma facilidad lo derriba. Algo de eso aprendió el PSOE tras las primarias en que Josep Borrell barrió a Joaquín Almunia. El azar se llevó por delante a ambos antes de que se abriesen las urnas que dieron la mayoría absoluta a José María Aznar.

No es que en el PP se aprecien movimientos sospechosos en sentido estricto, esto es, organizados, contra Mariano Rajoy, pero es un hecho que la desconfianza en sus posibilidades, que ya ha calado en la población a tenor de las encuestas, se aprecia asimismo en algunos dirigentes populares.

El miedo lo produce lo muy a favor de corriente que circula José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno ha forzado al PP a hacer oposición en decisiones cuyo carácter letal no es inmediato ni fácilmente apreciable. Y así, cuando desde la tribuna del Congreso el líder socialista acusa al popular de ser "un profeta de desastres, y un desastre como profeta", tiene razón: los efectos del Estatuto catalán, o de la desaparición legal del matrimonio, o de la inexistente política exterior, no se apreciarán en 2008, único plazo que interesa a Zapatero.

Cuando el principal partido de la oposición parece dar mandobles contra molinos de viento, y encima la economía va bien (y lo que va mal no ha llegado todavía al bolsillo ciudadano en medida suficiente... y ojalá no lo haga), y cuando, según las encuestas del CIS –al menos en eso coinciden con lo que se palpa en la calle-, los valores referenciales positivos se identifican con la izquierda, y los valores referenciales negativos con la derecha, y encima la sociedad percibe que el PP se ha derechizado (y en la escala ideológica figura más alejado del centro que el PSOE)... ¿cómo no va a ir Zapatero por delante en las encuestas?

Si el análisis se para aquí, es hasta normal que dirigentes populares con legítimas aspiraciones estén pensando en qué pasaría si las cosas fuesen mal en las autonómicas y municipales, o si no se consiguiese desbancar a la mayoría socio-nacionalista dentro de año y medio... o si ETA desaparece, y desaparece sin que el hipotético precio político pagado se perciba antes de 2008.

Y sin embargo hay un error en este planteamiento. Primero, porque todo apunta a que los resultados de 2007 no van a ser ninguna debacle popular. Los bastiones (Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León) parecen asegurados, junto a autonomías tan importantes como Baleares, La Rioja y Murcia, y el "efecto Cospedal" en Castilla-La Mancha puede dar una sorpresa; tampoco parece que vaya a haber cambios notables en las capitales de provincia de mayor tamaño. Y segundo, porque si tuviese lugar una debacle, difícilmente quedarían libres de ella, con vistas a expectativas sucesorias, las baronías autonómicas o municipales interesadas, que serían casi todas.

Pero es que, además, confiar en que un cambio de liderazgo en 2007 se traduciría en una victoria en 2008, o en que la catarsis del PP que implicaría ese proceso (también de azarosas consecuencias) permitiría perder en 2008 para preparar algo con garantías cuatro años después, es jugar con fuego... el que ha prendido Zapatero para que arda justo cuando él esté pensando en dejar La Moncloa a un aspirante más apto para jugar en la España post-constitucional que está diseñando el PSOE, que cualquiera de los dirigentes del PP que hoy se aprestan a "estar ahí por si el partido les necesita".

Sean cuales sean sus virtudes o defectos como líder político, la opción ganadora del PP en 2008 es Mariano Rajoy. Cualquier otra les aboca a una refundación como la de 1990, que no fue un camino de rosas y necesitó seis años y mucha corrupción felipista para llegar al poder. Esto a veces quienes menos lo ven son aquellos que viven de conservar y acrecentar el poder que ejercen.

Si todos aceptaron que fuese el dedo de Aznar quien designase sucesor, debieron ponerse a tiro del mismo. Y como no escogió tan mal como tantos creen, lamentarse ahora es "pura pérdida", que dirían los franceses.