TRES ESCOLIOS A LA MODERNIDAD DE ZAPATERO

 

Artículo de Miguel Ángel Manjarrés*  en “El Confidencial.com” del 01.05.08

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

La presentación en sociedad del nuevo Gobierno dio ocasión a los españoles de apreciar en las palabras del presidente Zapatero la satisfacción del hombre encantado de haberse conocido. Con obscenidad más bien propia de la adolescencia, fue refiriendo los cargos asignados y, por junto y separado, los argumentos justificativos. El tiempo, como era de prever, no ha hecho mella en el sujeto, al punto de que, tan cerca como este mismo lunes, ha vuelto a ofrecer en la tele su acostumbrada ristra de oquedades léxicas. En realidad, estamos asistiendo a una operación comercial en toda regla, en la que importa más la propaganda que el producto mismo.

Tal es, no lo olvidemos, el busilis de lo que hoy se llama modernidad, tan encarnada en nuestro presidente: la publicidad sustituye a los hechos y las palabras se usan a capricho para cualquier cometido político. En todo caso, la idoneidad del nuevo ejecutivo sigue estribando en tres razones inéditas para nuestra democracia, mantenidas por sustanciales cuando, por usar del lenguaje escolástico, no pasarían de puros accidentes. Atañen, en efecto, a cuestiones en sí mismas marginales para toda gobernación (sexo, edad, concepción), pero se han hecho pasar por esencia y razón de modernidad y progreso. A dicho triplete, pues, le pondremos aquí tres someros escolios:

1. Zapatero argumenta que por primera vez en nuestra historia hay un gobierno con más mujeres que hombres. La certeza, en principio, debería estar a la altura de otras contingencias posibles: más ministros de ojos claros que oscuros; más delgados que gordos; más altos que bajos o, en fin, más zurdos que diestros. Que se sepa, el sexo de un gobernante no guarda proporción con su eficacia y, de hecho, sería preocupante que la selección del presidente se hubiese guiado por criterios tan fútiles como el sexual. Ya puestos, la operación habría sido en verdad llamativa si, en vez de predominio de hembras, se hubiese anunciado mayoría de homosexuales o, por qué no, de transexuales. En definitiva, el aparato reproductor no habría de ser condición sustancial para acceder a la política. No obstante, el presidente aprovecha el tirón de la corrección feminista para hacer publicidad de su progresismo, sin importar en exceso la capacidad de cada cual para el puesto correspondiente. Sin importar el talento y el mérito. En realidad, quien valora a un gobierno por la entrepierna de sus ministros está enseñando abiertamente sus trampas.

2. Zapatero argumenta que por primera vez en nuestra historia hay un Ministerio de Igualdad, cuya titular es por añadidura la más joven de toda la democracia. El axioma muestra otra vez el apego presidencial a la manipulación de las palabras, que saca de contexto y vacía convenientemente para denotar cuanto le interesa. ¿Y qué interesa en este caso? Parece indudable que la igualdad no alude a una identidad matemática, a una tautología filosófica, a una clonación genética y, ni siquiera, a la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Lo que esconde el titulillo es, en realidad, la más descarada desigualdad de sexos, pues se ejecuta con exclusividad una ley que relaciona la justicia con los genitales: para resolver la devaluación a que la mujer ha sido sometida a lo largo de la historia, se pretende ahora considerar agravante social ser varón.

En efecto, no importan los hechos concretos de cada caso, sino que se establece una generalización en virtud de la cual la mujer debe tener mayores oportunidades que el hombre (discriminación positiva) y, ante los tribunales, contar siempre con un plus de inocencia. Tan esmerado Ministerio se adorna, para dar ejemplo, con una mujer cuya cualidad más destacada, en boca del propio presidente, es su misma juventud. La escasez de edad, por tanto, se convierte también, aliada con la marca sexual, en valor indudable de calidad ministerial. La perfección política no se logrará, al parecer, hasta contar con un gobierno de veinteañeras (lo que tampoco estaría tan mal, con perdón).

3. Zapatero argumenta que por primera vez en nuestra historia hay una mujer al frente del Ministerio de Defensa. Nada se dice, por supuesto, de sus aptitudes para el cargo, de su conocimiento de los ejércitos, la vida militar, las armas, la geoestrategia... Se insiste, en cambio, en su condición sexual, en el valor mismo de ser hembra, circunstancia indispensable para pasar por moderno y excusa magnífica para evitar críticas, pues que todas ellas habrán de caer de lleno en el pozo inmenso del machismo. En este caso, además, parece que la decisión quiere provocar: ya que los militares acostumbran a cierta pose viril, se les pone un mando femenino para dar aviso implacable de los planes gubernamentales. Y, por si fuera poco, se coloca a una hembra embarazada de siete meses, cuya casualidad o no (la del embarazo) suma al asunto el valor añadido de la gestación. Mujer y gestante al frente de la soldadesca: la apoteosis de la operación comercial del presidente. El personal, entre tanto, asiste al proceso con la ternura que en él suele suscitar una buena campaña publicitaria. Así cualquiera.

*Miguel Ángel Manjarrés es profesor de la Universidad de Valladolid.