LOS TRES GARZONES

Artículo de Marcello  en “Republica.es” del 16 de abril de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

Marcello sabe que en el Tribunal Supremo están indignados con Garzón y hasta el gorro de sus andanzas, como están indignados con la campaña de insultos y acoso al tribunal que sin lugar a dudas ha sido orquestada por el palacio de la Moncloa, una vez que Zapatero dio el pistoletazo de salida elogiando a Garzón a las pocas horas de que el Supremo decidiera procesarlo por las denuncias sobre su presunta prevaricación en la causa general contra el franquismo. Los altos magistrados le harán justicia sin someterse a la intimidación, y sin actuar a la contra o por una sed de venganza que es lo que ha venido a insinuar, en privado, el propio juez, y en público su abogado cuando, después de azuzar a la jauría bronquista, ahora dicen que los duros ataques al Tribunal Supremo pueden causar daño a Garzón, porque suponen ellos que los magistrados se lo van a tener en cuenta. Otro error, otra descalificación. Incluso su pretendido regreso a la política, que los estrategas de Moncloa ya estaban afilando, podría verse comprometido si Garzón recibe más de una condena por prevaricación y puede que por cohecho (en el caso de Botín) y por escuchas ilegales (en el caso Gürtel).

Se comprende en esta tesitura que ahora el fiscal general, el gobierno, el PSOE y Zapatero estén recogiendo velas, y no por el daño que han hecho al Supremo sino porque todo este embrollo se les acabará volviendo contra ellos, en los planos político, judicial y electoral. Y entonces querrán cortar la cabeza del genio instigador de semejante algarabía con la que el presidente pretendía ocultar las vergüenzas de la crisis económica y el fracaso de su inane presidencia europea, echando leña al fuego judicial. ¿Quién ha sido el genio, acaso Miguel Barroso? Puede. Pero desde luego se ha lucido de lo lindo. ¿Y el juez qué hace? Seguramente las maletas de la Audiencia Nacional, borrando ordenadores y rastros de lo del Faisán y de lo de Gürtel, no vaya a ser que le pillen en un cuarto renuncio y tenga que regresar a la sala de lo penal del Supremo por una nueva causa, lo que no sería nada de extrañar.

Pero ¿de verdad se creía Garzón que era invulnerable? La fama, el poder, su epistolario con los poderosos de este país, su pretensión de presentarse como el vengador de la izquierda judicial, y sus malas compañías con ciertos sectores de la policía privada y judicial, lo ha llevado a esta convicción de invulnerabilidad, convencido de que una vez bañado en la sangre del  dragón de los GAL ya tenía derecho de pernada sobre todo lo demás.

Imagino las carcajadas de Felipe González y José Barrionuevo, y la sonrisa beatífica de Javier Gómez de Liaño, que sufrió el ataque furioso y desleal de Garzón en su particular calvario, viendo todos ellos los telediarios en su sillón y a todos los periodistas tras el juez mientras el magistrado caminaba aclamado como un héroe de la lucha antifranquista hacia el banquillo de los acusados, y salía cabizbajo y refunfuñando contra los que le llaman campeón, porque ahora considera que se han pasado de entusiasmo y que más que ayudarle empeoran su difícil situación. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve! Y ¿podría salir bien o indemne de las tres causas? Podría, pero es muy difícil que eso ocurra, una vez que la maquinaria del Supremo ha comenzado a funcionar. Tenía cierta esperanza de escapar del caso de prevaricación por lo del franquismo, pero ahora tiene sus dudas. Creía que lo de pedir dinero a Botín y no inhibirse de la causa no tendría mayores consecuencias, y no está claro. Pero lo de las escuchas ilegales en Gürtel, que están anuladas en el Tribunal Superior de Madrid, pinta francamente mal. Los tres Garzones del cuento que nos ocupa lo van a pasar muy mal, ya lo están pasando y no por motivos ajenos sino por su propia temeridad.