DEL ESPERPENTO AL MANDATO
Artículo de José María Marco en “Libertad
Digital” del 08.03.08
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
La campaña electoral del Partido Socialista ha venido
despeñándose por el esperpento desde el primero momento. Se recordará como la
más grotesca nunca vivida en España, con momentos estelares a cargo de Zerolo y
sus orgasmos, Chacón y la paternidad de Felipe González, Bermejo y los aplausos
de su rozagante esposa, supuestamente enferma. Era y sigue siendo el fiel
reflejo de la España que con la que sueña Rodríguez Zapatero.
La campaña del Partido Popular apuntó maneras con el
leit-motiv de la economía, que al parecer era lo que verdaderamente nos
interesaba a los españoles. Como la cosa no cuajaba, triunfó la estupidez de la
niña de Rajoy. Se escamotearon así los que deberían haber sido los verdaderos
motivos de la campaña del centro derecha: la dignidad de la nación y la defensa
de la libertad de los españoles.
En el último momento, la ETA ha devuelto a toda la
farándula política a la siniestra realidad en la que vivimos los españoles.
Peor aún, ha instaurado lo que parece haberse convertido en una costumbre. En
España las elecciones las ganan o las pierden, no los partidos nacionales
democráticos, sino los terroristas. Zerolo, Bermejo, las niñas... al final todo
se resume en ese gigantesco pudridero en que ha acabado convertida España
gracias al terror y al odio alimentado desde el nacionalismo y una izquierda
delirante y suicida, suicida en el estricto sentido del término.
Hay más, claro está. El asesinato de Isaías Carrasco
es la respuesta directa y sin complejos de los etarras a quien se rindió a su
chantaje hace años. Demuestra quién ha estado mandando en España esta
legislatura, por llamarla de alguna manera. Y transforma definitivamente las
elecciones del domingo en un plebiscito. No ya sobre la continua negociación y
la perpetua mentira del presidente del Gobierno en este tiempo, sino sobre el
futuro.
La ETA ha dejado saber, por si alguien no se había
enterado, cuáles son las condiciones del diálogo, de la paz, del talante. Y a
Rodríguez Zapatero no le queda otro remedio que proseguir el camino que él
mismo ha emprendido y en el que nos ha metido a todos: el de aceptar nuestra
condición de rehenes del terror.
El asesinato de Isaías Carrasco es un mandato para la negociación, como lo
fue el 11-M. Acabamos como empezamos. Con la misma sustancia roja viscosa en
las manos y las conciencias. El único gesto que podría salvar la situación
sería el anuncio inmediato de un gran pacto de los partidos nacionales contra
el terror y el nacionalismo, un pacto que permitiera al partido ganador tomar
todas las medidas necesarias, incluidas las de excepción, que permitieran
restañar en seco la sangría.