EL FRACASO DE ZAPATERO


 Artículo de Carmen Martínez Castro en “ABC” del 13.05.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

En un último acto de deslealtad para con la criatura los padres del Estatuto catalán le han dejado aparcado en vísperas del referéndum y se han puesto a hablar de lo que realmente les interesa: las próximas elecciones y las cábalas sobre el futuro gobierno. Sólo Maragall parece empeñado en defender el bodrio porque es el respirador artificial que mantiene con vida su agónica figura política.

El tripartito ha tenido un final digno de su malhadado comienzo. Nació mirando a Madrid, con el pacto del Tinell y el proyecto de Estatuto como elementos de desgaste del gobierno del PP, y ha muerto por la mano del gobierno de Madrid; bien es verdad que el arma homicida la empuñó un chico de León al que Maragall, contra todo pronóstico, llevó a la secretaría general del PSOE.

De tan azarosa peripecia y antes de que los catalanes nos digan qué les parece esa joya de Estatuto conviene extraer alguna reflexión porque el tripartito de Maragall ha sido el mascarón de proa de la España plural e integradora que anunciaba Zapatero. Fue el líder socialista quien bendijo el proyecto con su presencia en el balcón de Sant Jaume y es el mismo Zapatero quien ahora ampara con su silencio o medias palabras la versión más inmoral del mismo como es el entendimiento con Batasuna en Euskadi y en Navarra.

Resulta patético el esfuerzo de un sector nada desdeñable de la izquierda por esconder la cabeza ante esa realidad hiriente. Los hay que culpan a los nacionalistas por ser lo que siempre han sido, otros culpan al PP por sus excesos o sus defectos y los demás critican a Maragall como si lo ocurrido fuera obra exclusivamente suya. Vueltas, contorsiones y malabarismos para esconder la mirada de una certeza inapelable y evidente: el gran responsable de este fracaso es el presidente del gobierno. Él amparó el pacto del Tinell, lo reeditó en el Congreso, trajo al Congreso un Estatuto infumable e inútil y finalmente ha dejado a los pies de los caballos a su antiguo mentor. Después del desaguisado catalán ahora ejerce de domador de tigres en la delicada cacharrería del País Vasco y Navarra.

Sus publicistas pueden repetir cuantas veces quieran que estamos ante un genio pero Zapatero sólo tiene de Maquiavelo la falta de escrúpulos y de Suárez la audacia suicida. Carece de la brillantez intelectual del primero y de la nobleza democrática del segundo; Suárez puso España patas arriba para que cupiéramos todos y Zapatero lo está haciendo para expulsar a la mitad. Es inmoral pero -como él dijo- además está condenado al fracaso.