ZAPATERO EN CAÍDA LIBRE COLOCA AL PSOE POR DEBAJO DE
1977
La peor situación de un
líder es cuando llega su hora y los suyos interiorizan que la mejor salida es
dejarse llevar hasta que el poder pase a manos de otro.
Artículo de Antonio Martín Beaumont en “El
Semanal Digital” del 06 de diciembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
En
España, este escenario lo han pisado de forma diferente presidentes como Adolfo
Suárez –que dándose cuenta de que no gozaba del favor ni de los suyos decidió
presentar la dimisión para que continuase gobernando su partido por medio de un
correligionario, aunque menos de dos años después el Gobierno pasó a manos de
la oposición-- y Felipe González –que trató de alargar su estancia en el poder
hasta que los españoles le enseñaron la puerta de salida--.
Con todo, el poder, de una u otra manera, pasa a manos de la alternativa
política, porque normalmente cuando el mandatario pierde el favor ciudadano los
aires de cambio político son huracanes que se llevan por delante al partido que
ha apoyado al líder precario.
La España de ZP vive una situación similar a las agonías de Suárez en los
ochenta o de González en los noventa. Falta sólo saber cuál es el camino que
escoge el PSOE para ponerle punto final. La crisis, más bien la inútil gestión
de ella por parte del presidente, ha hecho que las etapas del socialista se
hayan quemado a marchas forzadas. Igual que ocurrió en momentos tan especiales
en España como en la Transición o, luego, cuando los crímenes de Estado y la
corrupción pública generalizada abochornaban cada día a los españoles.
A día de hoy, los sondeos realizados tras el batacazo electoral del socialismo
en Cataluña y las enésimas medidas económicas presentadas por Zapatero
vaticinan para el PSOE el peor resultado electoral de su historia en la
reciente etapa democrática: caería incluso más allá de aquel 24,4% que obtuvo
en las primeras elecciones de 1977, después de cuarenta años de franquismo,
cuando todavía buena parte de españoles creía que los políticos de izquierda
eran rojos con tridente, cuernos y rabo. O sea, un desastre clamoroso. Y,
claro, el PP se acerca ya a datos por encima del 44%, que le aseguran una
mayoría absoluta bien holgada.
Así las cosas, no puede sorprender que los dirigentes socialistas caminen entre
el desánimo y el desconcierto, es decir, contaminados por un bebedizo explosivo
para hacer política. Además, entre los ciudadanos crece la sensación de rabia
contra Zapatero y los que le apoyan. Lo que es casi igual a cuando sobre un
campo seco se acerca una tormenta eléctrica: incendio casi seguro. Encima, esos
mandatarios socialistas saben bien que no es posible ya dar la vuelta al cambio
que se respira en España.
Zapatero ha
entrado en esa fase de los inquilinos de La Moncloa que saben que, hagan lo que
hagan, las cosas van a ir a peor. Si toma medidas, porque las toma; si viaja,
porque está fuera; y si no viaja porque se queda en España y monta un caos que
paraliza el país y obliga a decretar el estado de alarma.
Por cierto, nunca un presidente español había utilizado un recorte de derechos
constitucionales así, ni siquiera tras el 23-F o el 11-M. Tampoco nadie en
democracia se había permitido militarizar forzosamente a civiles, y esta vez
quien sí lo ha hecho es el secretario general de un partido que defendió la
objeción de conciencia como derecho frente al Estado a cumplir un servicio
militar obligatorio. Podría decirse ahora que mientras Aznar suprimió la mili
obligatoria, ZP la restablece.
¿Zapatero padece el síndrome de La Moncloa?
Para mí lo que sufre es el desgaste lógico de un político que creyó que con
tener suerte y mantener con mano férrea su partido y arrearle al adversario
para elevar la moral de la tropa tenía armas más que suficientes para
mantenerse plácidamente en el poder. El problema le ha venido cuando al estar
permanentemente en campaña electoral ha tenido que unir gobernar: que implica
optar para tomar decisiones. Porque en ese momento los ciudadanos exigen que
aciertes.
En definitiva: los líderes son personas capaces de decidir en soledad cuando
peor están las cosas y que, además (no se sabe bien el motivo: para unos es la
"baraka", para otros tener estrella, para
los demás estar tocados por la mano de Dios), aciertan más veces que se
equivocan. Pues bien, ahora cada decisión que toma Zapatero es un error, es una
prima de riesgo para España y asimismo es percibido por los españoles –suyos y
contrarios— como la cara del paro, la crisis y la ruina de las familias.
En el PSOE está la decisión. O la vía más rápida, la de Suárez, o la más lenta
y que mayor desgaste va a suponer, la vía González.
Mariano Rajoy, de una u otra forma, está al final de ambos caminos.