EL ENTREMÉS DE MARAGALL

 

 

 Artículo de Antonio Martín Beaumont  en “El Semanal Digital” del 17/01/05


Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)



17 de enero.  El lendakari pasó por Madrid. Nada nuevo por ninguna parte: Zapatero como es, habilidoso y maniobrero, gana tiempo a la vez que aumenta su apreciada aureola de político de talante; Rajoy, que continúa ahogado en las goteras de la comunicación "popular", ha sido muy generoso, siguiendo el paso marcado en Sigüenza por Gallardón, Piqué y Zaplana, si bien tras el abrazo del PSOE deja a su partido con poco margen sentado en una comisión, y al PP vasco atado ante la próxima convocatoria electoral; e Ibarretxe, de vanidoso jugador de órdago que sabe con quién se la juega y que además, ahora, puede vender en el País Vasco que "todos los españoles" están frente a él, más cuando el anuncio de tregua de ETA parece inminente.

Lo que ha quedado claro es que Ibarretxe va a convocar su referéndum. ¿Cuándo? Cuando quiera. Más aún, en realidad el Plan es el referéndum. Todo lo demás, parafernalia para ávidos. El PNV y ETA saben bien que su triunfo es hacer de los vascos sujeto político distinto de los españoles. Eso es la consulta de Ibarretxe. En cuanto los vascos se autodeterminen votando convocados por su Parlamento autonómico o por el lendakari, sea cual sea el resultado, la soberanía única perteneciente a la vez a todos y cada uno de los españoles estará escindida y el camino del nacionalismo hacia el "Estado libre asociado" expedito. Después pueden encarcelar a Ibarretxe si quieren y tirar las llaves al fondo del mar. El salto sin retorno estará definitivamente dado.

Llevo años viendo cómo los nacionalistas practican la política de no dar nunca un paso atrás. Llegan así hasta donde pueden y les dejan. Después no les importa esperar hasta la siguiente ocasión. Defienden sus posiciones ganadas y administran bien sus bazas. Ahora han llegado hasta las puertas del referéndum, o sea hasta el meollo del Plan. ¿Quién va a pararles ahora? ¿La Guardia Civil? Y ¿quién la envía? ¿Cuántos votos perdería el presidente que tomase tal decisión una vez se serenasen los ánimos? La ocasión de frenar toda esta locura se perdió hace años cuando algunos por debilidad política pusieron en manos nacionalistas la educación y la televisión. Ya sólo una victoria del bloque "constitucional" en las próximas elecciones vascas puede detener este tiovivo voraz. Al final, María San Gil y Patxi López tienen en sus manos, por fuerte y desagradable que suene, que España siga siendo nación o pase a imperio en descomposición al que todavía faltan partes por soltar. Zapatero con su torpeza ha colocado el juego precisamente donde anhelaba que estuviese el terrorismo, en el ámbito de decisión vasco.

ETA y Batasuna lo han confirmado, anunciando que pedirán que el Gobierno negocie con los terroristas, pero que no considerarán necesaria la independencia inmediata. Es decir, que se suman al Plan de Ibarretxe. Y se les ha contestado que nada mientras no suelten las armas... pero no hemos oído aquel "nada de precios políticos" de otros tiempos.

Ahora bien, lo que viene detrás es más de lo mismo. Maragall es como Ibarretxe pero políticamente correcto, con imagen de listo y sensato y buena prensa en general. La propuesta del Estatuto de Cataluña socialista sí pasará la prueba del algodón del Congreso de los Diputados, al contrario que el Plan secesionista vasco. España entonces será un Estado plurinacional, lo que es tan inconstitucional como lo que quiere Ibarretxe, aunque esa música guste a Zapatero y Fernández de la Vega. Carod-Rovira y ETA lo saben bien. De ahí lo del entremés.

Tampoco el PP tiene sencillo parar a Maragall. En el País Vasco, cuando ha sido útil, el nacionalismo ha usado a submarinos colocados estratégicamente en el PSE para acercar a los dirigentes socialistas a sus posiciones. Fueron quienes acabaron con Nicolás Redondo Terreros y con la posibilidad de actuar juntos PP y PSE contra el régimen del PNV. Pero en Cataluña el PP está dirigido por un hombre que quiere desesperadamente escapar de la política. Piqué no aguanta como presidente "popular" catalán y diputado autonómico raso. Aunque ¿adónde va con la que está cayendo? Los Ministerios no los reparte Rajoy desde el 14 de marzo. Las empresas públicas están en manos socialistas. Menuda encrucijada para un solitario líder sin partido que guiar, que percibe en el "talante" su salida de emergencia.