LOS SUCESORES DE ZAPATERO

Artículo de Manuel Martín Ferrand  en “Republica.es” del 13-12-10

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Nos lo tienen dicho los más astutos observadores políticos de la prensa internacional: las legislativas de 2012 las ganará el primero de los dos grandes partidos nacionales, PP o PSOE, que cambie de candidato. Los de la gaviota, cuya principal virtud no es el trabajo, siguen sesteando a pesar de tan sabia advertencia, confían en la ventaja que les proporcionan las encuestas y olvidan que es tan alta sobre el supuesto de un socialismo liderado por José Luis Rodríguez Zapatero; pero, ¿cuánto tiempo le queda a Zapatero como inquilino de La Moncloa y, subsidiariamente, como secretario general de su partido? Un creyente diría que solo Dios lo sabe y, a vista de agnóstico, eso solo lo saben, y por ese orden, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco.

Rafael Halcón, que en materia de vista suele hacer honor a su apellido, ha contado aquí, en republica.es, las intrigas intestinas que se cruzan entre los barones socialistas de cara a la sustitución del líder que, después de perder el carisma y el talante, puede hacerles perder hasta la oficina de la calle Ferraz de Madrid. Con Zapatero en la cabeza de lista por Madrid las posibilidades del PSOE de mantenerse con el control del Congreso son mínimas. Nulas. Y más todavía si se estiman los resultados probables en las autonómicas y locales del próximo mes de mayo. A la ciudadanía, incluso a la que se siente vinculada a la izquierda política, Zapatero le ha decepcionado. Sus mentiras constantes, sus indecisiones permanentes y la endeblez de sus acompañantes en el Gobierno le han acreditado como un sujeto endeble, sin fundamento. En lo que respecta a los resultados mensurables, después de su catastrófico sexenio de poder, en el que solo han crecido el paro, el déficit y la Deuda, la desconfianza se generaliza y aumenta. De hecho, Zapatero es ya un (mal) recuerdo político.

En los mentideros afines al puño y a la rosa se da por descontado que Pérez Rubalcaba, el supervicepresidente, será el sustituto del ya acabado Zapatero. Visto sin la pasión de la proximidad no parece tan seguro. El también ministro de Interior viaja con muchos fantasmas a su espalda. Sus años como ministro de la Presidencia y portavoz del Gobierno de Felipe González están lejanos y olvidados por el paso del tiempo, pero pueden actualizarse a nada que el personaje apunte al futuro. El GAL, la mayor de todas las vergüenzas públicas en lo que llevamos de democracia, y los niveles de corrupción que alcanzó el felipismo no son un pedestal útil para soportar a un candidato a la presidencia del Gobierno de España.

Rubalcaba tiene talento y experiencia, habilidad para la propaganda y destreza para la insidia, en cantidades más que suficientes para ser un magnífico co-protagonista. Para ser el protagonista único y estelar en el escenario del poder político nacional, hace falta ser más “guapo”. Y, naturalmente, no me refiero a la belleza física, a la línea de su nariz, el relieve de sus pómulos  o el color de sus ojos; sino a su perfil político y a la letra pequeña de su biografía pública. Por ejemplo, ¿puede aspirar a la presidencia de un gobierno democrático quien se fotografió, a las puertas del penal de Guadalajara, con los culpables de una serie de acciones de terrorismo de Estado que se llevaron por delante a más de medio centenar de personas? En España, donde tenemos acreditado que “todo vale”, podría llegar a ser posible; pero estamos en Europa y nuestros vecinos y socios en la UE, muchos de ellos, tienen un sentido distinto de la ética política.

Otro factor que, al menos teóricamente, le dificulta a Rubalcaba la condición de “sucesor” es la personalidad y el poder que, dentro del partido socialista, arma y potencia a José Blanco. El gallego, como buen autodidacta que viene de la nada y aspira al infinito, no deja cabos sueltos e, independientemente de su brillo en el escenario, tiene en un puño todos los controles del partido en la mayoría de las circunscripciones regionales. En una partitocracia, que es a lo que desgraciadamente hemos llegado, eso es más que cualquier otro mérito o valor.

El tiempo es, también, factor fundamental para determinar un sucesor de Zapatero que no salga de las urnas, que pueda guisarse en las cocinas de la calle que perpetúa el nombre del ilustre y decimonónico militar y político Valentín Ferraz. En los mentideros se argumenta la conveniencia de que, fuera lo que fuese lo decidido por la cúpula del PSOE, habría que esperar, para evitar perturbaciones, a las autonómicas y locales de mayo. Cada cual es sabio en su casa, pero desde la observación distante, esa fecha parece tardía. Cinco meses de incendio dan para mucho fuego e, incluso, la marcha de la Nación, inevitablemente declinante, perjudicará al partido de un Gobierno continuista y no renovado por el zarandeo de un relevo desde dentro.

Ya veremos lo que pasa. Lo suyo sería que la oposición que protagoniza Mariano Rajoy colaborara con la situación atendiendo a lo que ya es una exigencia ética, una moción de censura; pero ni dan peras los manzanos ni el PP quiere riesgos o sobresaltos. Los de la gaviota viven el confort que les proporcionan las encuestas, pero debieran tener presente que si el PSOE no se llama Zapatero, llámese como se quiera, sus posibilidades en 2012 cotizarán a la baja.