ZAPATERO NO SABE, RAJOY NO QUIERE

El cuerpo nacional oscila entre el temor a lo que se nos avecina y la desconfianza en quienes habrán de enfrentarse a ello

Artículo de Manuel Martín Ferrand  en “ABC” del 01 de febrero de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Zapatero cree en los efectos sin causa, algo propio de los niños con chupete y chocante en un líder político de su relevancia. En diciembre, en La Moncloa, mientras celebraba la Navidad —laica, por supuesto— con un grupo de periodistas próximos, el presidente del Gobierno les anunció que ya tenía decidido su futuro y que solo estaban en el secreto Sonsoles Espinosa, su mujer, y un notable del partido de quien no quiso dar el nombre. Para subrayar tan pasmoso anuncio e ir marcando posiciones, Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que desconcierta con su mano derecha a su mano izquierda, se apresuró a decirnos que él no era esa innominada persona en el secreto presidencial. Desde entonces se han sucedido los rumores y las interpretaciones sobre el futuro del leonés que, este pasado fin de semana, se les apareció a sus huestes en Zaragoza para protestar de las elucubraciones sucesorias que él mismo había provocado, sin querer o queriendo, para la generalizada confusión y el particularísimo incentivo de quienes se sienten con fuerza de soportar la herencia de siete años de irresponsabilidad, torpeza y malos resultados políticos y económicos.

Al socaire de ese vendaval que nace y concluye en el líder socialista, el del PP no ha desperdiciado la oportunidad y, además de estar «absolutamente convencido» de que en dos años «podemos arreglar la economía», le ha detallado a El Mundoun largo plan de medidas huecas y lugares comunes que, desde derogar la Ley del Aborto a enmendar la de la Memoria Histórica, tiene la sustancia que cabe sospechar en el puchero de una de los 1,3 millones de familias en las que ninguno de sus miembros tiene trabajo. Mariano Rajoy, él sabrá por qué, insiste en el secreto de sus medidas redentoras, si es que las tiene, como si tratara de que Zapatero no pudiera copiárselas en un examen en el que los examinados no se juegan nada porque la apuesta corre por cuenta de los ciudadanos y contribuyentes.

Así estamos, ante un futuro incierto y problemático, con una Constitución que ya no da más de sí y situados entre dos opciones, la que encabeza un jefe de Gobierno que ha sido parte fundamental en la génesis de los problemas políticos vigentes y actor inconsciente en la evocación y crecimiento de los económicos, paro incluido, y la que, como cabeza de la oposición, protagoniza un líder que confunde la astucia con la prudencia y el silencio con la sabiduría. Entre uno que no sabe y otro que no quiere yergue todo un cuerpo nacional que, mitad por mitad, oscila entre el temor a lo que se nos avecina y la desconfianza en quienes habrán de enfrentarse a ello. Triste panorama.

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