UNA MOCIÓN DE CENSURA

 

 Artículo de M. MARTÍN FERRAND  en “ABC” del 19.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

DIFÍCIL se le está poniendo a José Luis Rodríguez Zapatero la gobernación del Estado, y eso en el supuesto optimista de que tengamos Estado y de que sea, en mayor o menor grado, gobernable. Estamos en plena ceremonia de la confusión y, de hecho, lo único que queda claro es que, según Pedro Solbes, ese Estado, real o hipotético, seguirá recaudando los impuestos que, de suyo, le corresponden, desde el IVA al IRPF. En eso sí que no se anda con bromas el Gobierno. En su debilidad, manifiesta, podrá desmembrarse España; pero sin dejar de recaudar un solo céntimo de euro para que no decaiga el gasto público y podamos saber, por el ruido del despilfarro, de dónde nos llegan las señales de poder.

Lo de Cataluña, el repentino desvarío político de Pasqual Maragall en perjuicio de su propio y disparatado Estatut -la obra con la que pretendía pasar a la posteridad-, con daño a sus socios, perjuicios al territorio y problemas para todas las formas del socialismo español marca, como en las inundaciones, el punto máximo al que llegaron, ya que no las aguas, los despropósitos de una etapa que, con hipocentro en La Moncloa y epicentro en la Generalitat, nos tiene a todos zarandeados y convulsos. Podría haber sido de cualquier otro modo porque el descreído talante de Zapatero no confía en los valores clásicos de la Nación que le ha tocado gobernar; pero ha sido así y, a mayor abundamiento, en Cataluña comenzó ayer el debate parlamentario anual sobre la orientación política del Govern. Justamente ahora, cuando el Govern puede saltar por los aires después de que su president haya prendido la mecha de la paciencia de cuantos le arropan para que pueda sentarse en su sillón.

Exceptuando al PP, que se ha quedado al margen en el Parlament e inmóvil en la representación de diez millones de votantes, todas las fuerzas entretejidas en el entorno socialista son autoras y víctimas de un mismo desvarío. Un Govern formado contra las normas clásicas de la concordancia política le impulsó a Maragall a una de sus acostumbradas «maragalladas» y, de rebote, mientras el PSOE le pone sordina a sus muchos ruidos internos, Zapatero puede quedarse sin el respaldo parlamentario que compensa su minoría real. Algo muy poco deseable en un momento en que comienzan a cambiar los vientos de la economía, en el que arranca un otoño que será movido y en el que, en aras de la confusión, ya le llamamos «huelga» al «cierre patronal» que mantienen los autónomos del transporte.

Cuando, a la vista del demoledor panorama que se nos presenta, la sonrisa sigue, indeleble, en el rostro de Zapatero -¿qué es lo que le hará tanta gracia?-, hay que confiar en la responsabilidad de la Oposición, a la que ahora corresponde, aunque sea para perderla tras hacer oír sus razones, promover una moción de censura.