EL PREGÓN DE LOS NECIOS

 

 Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC” del 26.11.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.


Cuando, antes de las nuevas tecnologías, el interés periodístico se expresaba en cíceros, una unidad de medida tipográfica dividida en doce puntos y equivalente a medio centímetro, un titular de cuarenta y tantos puntos, y más en un periódico no populista, como La Vanguardia, hubiera sido equivalente a un redoble de tambor para que no se distrajera ninguna mirada. Ayer el diario catalán abría sus páginas dedicadas a la política nacional con ese porte de reclamo: «ETA pide mediación internacional para alcanzar la paz en Euskadi».

Como al periódico que preside el conde de Godó no cabe atribuirle más veleidades nacional-separatistas de las que ya resultan inevitables en Barcelona, no se puede dudar de la buena intención que, en su alarmante contenido textual, encierra el encabezamiento de la información en la que se narra que ETA se ha dirigido a embajadores europeos y organizaciones internacionales para solicitar su intervención en el conflicto vasco. Esa es una vieja estrategia de la banda terrorista: sacar el problema de su ámbito, estrictamente nacional, e internacionalizarlo con los aromas de un «pueblo oprimido» que clama por su libertad.

Conviene dejar bien claro que en el País Vasco no cabe «alcanzar la paz» porque esa paz existe y sólo es alterada por los delincuentes que, agrupados en cuadrilla y utilizando la extorsión como industria y la violencia como lenguaje, tienen más de mil asesinatos en su haber. Equiparar la fuerza y la dignidad de un Estado con las hechuras de un grupo terrorista no es proporcionado, ni se compadece con la realidad nacional que, incluso en las tres provincias vascongadas, ofrece un paisaje distinto y más reconfortante.

César Alonso de los Ríos hacía ayer, aquí en ABC, un lúcido y demoledor balance sobre las últimas tres décadas de la vida española y llegaba a la triste conclusión de que se nos presenta como «éxito histórico» lo que no es otra cosa que una grave e intensa crisis nacional. No solamente es que, ya superado, haya vuelto a establecerse el odio entre los españoles, sino que en docenas de casos diarios, como el que enfatizo con «la paz en Euskadi», las poderosas máquinas de propaganda que coadyuvan a la ruptura nacional consiguen establecer una confusión de valores capaz de ir calando hondo en la conciencia de los ciudadanos inadvertidos y sembrando en ellos el germen de la duda.

Aquí urge un ejercicio colectivo de catarsis, hay que romper la inercia establecida. El pregón de los necios, espontáneo o inducido, está cambiando el sentido de España y necesitamos, desde el sentido común y el respeto democrático, una acción conjunta de quienes, desde una abrumadora mayoría, están legitimados para ponerle coto al desmán centrifugador y soberanista que nos sacude e, inadvertidamente, como en el ejemplo, nos impregna.