ENTRE GANAR Y PERDER

 

 Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC” del 23.05.07

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

José Luis Rodríguez Zapatero, gran especialista en pamplinas, ha confesado que solicita de los ciudadanos un voto masivo a favor de los socialistas para que «el PP aprenda a perder». El argumento es retorcido, como le cuadra al personaje; pero, visto en el conjunto de sus naderías habituales, resulta original. Incluso podría ser generoso. El hombre que no aprendió a ganar y, en consecuencia, actuar como presidente de todos los españoles, no sólo de unos pocos, quiere que su principal adversario aprenda a perder. No es mucho, pero se corresponde con la escala didáctica vigente, enemiga de la excelencia y el esfuerzo: símbolo máximo del igualitarismo ramplón.

Ignoro si habrá investigaciones científicas al respecto; pero, a primera vista, parece que el tiempo electoral adelgaza las neuronas de los líderes y/o candidatos y disminuye notablemente el número de las que se manifiestan activas en sus respectivos cerebros. Zapatero es un buen ejemplo de ello. No el único, ya que el mal se expande en todos los ámbitos de las actuaciones partidistas; pero es de singular valor dada la relevancia de un hombre que, por sí y ante sí, ha hecho carrera de la ruptura de las tradiciones del partido que dirige y de despertar los rencores nacionales que el tiempo había apaciguado. De ahí que no esté mal que, en el País Vasco, perpetren un nuevo partido -en el centro, no faltaba más- al que conviene desearle menos tormentos y confrontaciones intestinas que las que ya se observan en su antecedente de fabricación catalana, Ciutadans. Algo nuevo, desde luego, hace falta en el patio nacional.

Afortunadamente, pasado mañana concluye una campaña electoral que pasará a la corta historia de nuestra joven democracia como la más hueca en ideas y más ruidosa en descalificaciones e improperios. El sábado, más que para la reflexión, será un día para la recuperación del tímpano y el resuello. Así, a la espera de las próximas elecciones legislativas, podremos seguir trasteando con la realidad nacional sin querer entrar en ella con la decisión que parece exigible a los dos grandes partidos que se llaman españoles: el que evidentemente no supo ganar el 14-M y el que, según la doctrina que emite Zapatero, tiene que aprender a perder.

También quiere el líder socialista que Mariano Rajoy deje de sembrar el pesimismo por toda España. Es curioso que aquí todos parecen saber lo que deben hacer los demás sin haber llegado antes a averiguar su propia misión cívica; pero, independientemente de la cuota de responsabilidad que le corresponda al del PP, el pesimismo es el único fruto posible en el ambiente en el que, con la ayuda de todos, hemos decidido instalarnos. Sólo los afectos, los estímulos y los gustos personales justifican que nos levantemos cada día. Lo colectivo, si alguna vez existió, está deshecho. No sin esfuerzo, pero lo han conseguido.