¿UN
CONGRESO?; NO, UN MILAGRO
Artículo de Manuel Martín Ferrand en “La Estrella
Digital” del 28.04.08
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
“Du
sublime au ridicule il n’y a qu’un
pas”.
(Napoleón I)
Con un muy breve comentario al final:
DIAGNOSTICAR CON ACIERTO, BUSCAR LAS IDEAS, SELECCIONAR LAS PERSONAS
Luis Bouza-Brey, 28-4-08 (11:00)
Las palabras que le sirven de penacho a estas
líneas suelen atribuírsele a Charles Talleyrand;
pero, en verdad, fueron dichas por Napoleón I para definir la catástrofe de la
campaña de Rusia. El fracaso siempre guarda proporción con la magnitud del
empeño que lo provoca. De ahí que le cuadren, como anillo al dedo, a la
situación actual del PP —errática y descontrolada— y a la específica de su
líder máximo, Mariano Rajoy —enrabietado y ensimismado—. El PP y su presidente,
sin perrito que les ladre, están despilfarrando, sin necesidad y en dejación de
su compromiso electoral, el patrimonio que el partido había conseguido acumular
a lo largo del tiempo. Un patrimonio inmenso que, por resumir, puede cifrarse
en más de diez millones de votantes y, en los hechos, en el monopolio de la
oposición.
El ridículo no viene de las derrotas, no
únicamente electorales, que Rajoy va guardando en su zurrón. La derrota, cuando
cursa con mérito, tiene grandeza. El problema arranca cuando se elabora con
desgana, se cimienta con exclusiones, se recibe con torpeza y no sirve, tan
siquiera, para obtener de ella un aprendizaje provechoso. Ahí es cuando la
derrota se hace grotesca y risible. Si, además, se quiere construir sobre ella
otra nueva derrota, parece conveniente llamar a los loqueros.
Rajoy, de quien suele decirse que es
registrador de la propiedad, algo que no hace al caso, lo que es en verdad es
un gran soberbio. No hablo, por supuesto, de su intimidad, de su dimensión
humana y familiar; sino de su muy deteriorada fachada política, resquebrajada
por los acontecimientos y, sobre todo, por su enriscada contumacia. La que le lleva
a prescindir de los mejores, rodearse de una gran tribu de inútiles y
pardillos, y funcionar como si el PP fuera un cortijo de su propiedad. Ni tan
siquiera un pazo, como podría esperarse por su
origen.
Si nos atenemos al espectáculo, lo que manda
en Rajoy es un afán patológico de seguir ahí, al frente de su propio fracaso,
en el guiso de su propio ridículo. Ha ido eliminando, uno a uno, a todos
cuantos podrían hacerle sombra y ahora se dispone a reafirmarse en el XVI
Congreso. Puestas las cosas como están, hay que decir que el PP, mucho más que
un Congreso, lo que necesita es un milagro. Un milagro de los de antes, de esos
en que la Virgen se les aparece a los pastores.
El resultado de la peculiaridad que Rajoy
exhibe en su manera de mandar —sin prisas, sin decisiones— está a la vista. El
PP se deshace en guerras intestinas. Tantas y tan graves, que la que se traen
en Madrid Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón —dos víctimas de la
astucia rajoyana, dos despilfarros notorios— no es la
mayor ni la de peores efectos previsibles.
El heredero de José María Aznar exhibe unos
modos en los que, por no incurrir en un error, termina cayendo en todos los
posibles. Así les ocurre, inevitablemente, a los cobardones que entienden como
prudencia lo que es pura dilación. ¿Servirá un congreso de novicios, en
ausencia de priores, para remediar en algo el problema del PP?
El agravamiento de la crisis económica que
nos sacude, y que el Gobierno, aun con la rebaja de sus previsiones oficiales,
no acaba de asumir como tal, convierte el momento en especialmente propicio
para el lucimiento de la oposición; pero, como en todas las parcelas de tan
descabezado partido, los mejores nombres para abordar el problema —muchos y muy
buenos— han sido arrinconados, reposan en la paz del ostracismo. “Nadie más
brillante que yo en la cúpula del PP”, parece ser el lema de trabajo que ha
impuesto Rajoy. De ahí surge el ridículo. Así cursa la irresponsabilidad que
traiciona a los votantes de un partido que piensa, si es que lo hace, con el
ombligo.
Muy breve comentario final:
DIAGNOSTICAR CON ACIERTO, BUSCAR LAS IDEAS, SELECCIONAR LAS PERSONAS
Luis Bouza-Brey, 28-4-08 (11:00)
Estamos ante una crisis omnidireccional, que devora todo:
una especie de metástasis generalizada del sistema, así que si uno intenta
explicarla no da abasto. Pero el PP es tan importante para el país que algo hay
que decir, y a eso empiezo a ir, con este comentario que desarrollaré más los
días próximos.
Que existe una crisis
omnidireccional, a mi me parece indiscutible, por lo que centrar el diagnóstico
en la economía únicamente me parece un error letal: se nos está viniendo abajo
el ámbito de las decisiones, puesto que crece la lógica cantonal, de manera que
cuando se intente elaborar políticas para resolver la crisis omnidireccional,
es posible que sólo se puedan aplicar en el Palacio de la Moncloa; el resto del
territorio será comanche.
Partiendo del
postulado anterior, se trata de buscar las ideas que interpreten la crisis, y
las hay: Vidal-Quadras, Mayor Oreja, Esperanza
Aguirre, Santiago Abascal, Cosidó, tienen ideas que
vienen exponiendo hace años, y han acertado en el diagnóstico y pueden por
tanto elaborar la terapia.
Si lo anterior parece
verosímil, Rajoy debería incorporar al primer plano del PP a las personalidades
mencionadas, y pedirles su colaboración para definir la situación y elaborar
las políticas: las visiones y personalidades más melifluas pueden actuar como
auxiliares en la aplicación de las políticas, pero nunca en la definición de la
situación, pues la crisis es omnidireccional, y es precisa una orientación
enérgica, sólida y consistente.
Todo lo anterior me
parece un análisis coherente, pero estoy llegando al convencimiento de que este
país está marcado por un gen de la inconsistencia del que pueden emerger
individualidades creativas poderosas, pero como sociedad no da mucho de sí, de
momento, así que el futuro no parece depararnos nada bueno a medio plazo. Quizá
haya que esperar a la próxima gran crisis, y a la siguiente reencarnación, para
ver a nuestros nietos ascendiendo en el nivel de humanidad.
No me extraña que
Martin Ferrand pida un milagro. Sin él, Junio está muy cerca en el tiempo como
para esperar algo.
La última esperanza es
UPyD, pero allí también se están cociendo unas habichuelas
de la Granja descomunales. En UPyD el milagro sería
que R10 saque fuerzas de flaqueza y se implique en la evolución interna del
Partido: sin ese milagro tampoco UPyD saldrá
adelante.
En fin, ya ven, uno se
va aligerando de pragmatismo y llenando de sorna: es la terapia individual ante
la metástasis general.