UN QUIETO Y MILLONES DE PARADOS

Artículo de Manuel Martín Ferrand en “La Estrella Digital” del 27 de abril de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

"La inflación es la madre del paro

y la ladrona invisible de todos

los que han ahorrado"

(Margaret Thatcher)

Del mismo modo que Buster Keaton pasó a la historia del cine sin haber lucido nunca una sonrisa, José Luis Rodríguez Zapatero, que ya inscribe su nombre en los anales de la mentira y la irresponsabilidad políticas, nunca ha dejado de sonreír. Su gesto comenzó siendo una muestra de talante, una acreditación de buenismo; pero, llegados a los cuatro millones de parados -¡el 17,3 por ciento de la población activa!-, más parece una burla y una provocación. Hoy, en España, no hay ninguna razón para que un jefe de Gobierno que no quiso ver venir un alud de crisis económicas, y que ahora no sabe enfrentarse al problema, esboce una mueca de alegría.

En el discurso de su segunda investidura, del que acabamos de cumplir el primer aniversario, Zapatero aseguraba que "aunque tengamos por delante un incremento de la tasa de desempleo, estamos en niveles mucho mejores que cuando llegamos al Gobierno". Se refería el líder socialista al 11,2 por ciento que recibió de su predecesor. No sólo ha sobrepasado el 17 por ciento, sino que duplica con creces la medía del paro (8,5) de la UE y, en el primer puesto de tan poco honrosa tabla, comparte con Letonia (14,4), Lituania (13,7) e Irlanda (10,0) el desastre de ser los únicos países, entre los 27 de la Unión, con dos dígitos en tan siniestro y penoso índice. Incluso Portugal (8,3) y Grecia (7,8), que siempre fueron nuestro consuelo estadístico europeo, están por debajo de la meta alcanzada por un modelo de Gobierno en el que la incapacidad corre pareja con la arrogancia.

Un índice de paro del 17,3 por ciento, que en algunas regiones, como Andalucía, alcanza el 27,7, no es un dato económico. Es un drama social. Ante esa situación el Gobierno insiste en su quietismo. Zapatero, como el Don Tancredo de los festejos taurinos bufos, está quieto. Ensimismado. No reacciona. Cuatro millones de ciudadanos en difícil situación personal y familiar, y con un horizonte más negro que su presente, no significan un estímulo para quien, después de cinco años de Gobierno, sigue creyéndose en posesión de la verdad y valorando como malos patriotas a quienes, más cercanos a la realidad, no comparten su irresponsable visión de las circunstancias.

Más desgarradora resulta todavía la contemplación del paro juvenil. El 31,8 por ciento de los menores de 25 años que aspiran a un puesto de trabajo están en paro. También en este epígrafe España duplica la media europea. Y, ¿qué? El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, hace sólo tres meses negaba rotundamente la posibilidad de llegar a las cifras actuales. ¿Cómo pueden enfrentarse a un grave problema, y tratar de resolverlo, quienes ni siquiera tienen conocimiento de su existencia?

A pesar de la dimensión y el alcance del drama del paro, los partidos políticos centran su atención y principal trabajo en las próximas elecciones para el Parlamento Europeo. La instalación partitocrática les ha hecho perder la sensibilidad y hasta es posible que también el juicio. El PSOE y el PP entienden estos próximos comicios como un punto de apoyo desde el que ganar las legislativas previstas para el 2012 y, encelados por el mantenimiento o la conquista del poder, obran en consecuencia. Mal está esa conducta en el partido que lidera Mariano Rajoy, que, a fin de cuentas y dado nuestro torpe sistema representativo y parlamentario, sólo tiene derecho al pataleo; pero en el caso del partido que, de hecho, lidera Leire Pajín -se supone que Manuel Chaves, Zapatero y José Blanco, los tres primeros nombres de la formación, le dan prioridad a sus responsabilidades de Gobierno- su actitud clama al cielo. ¡Y se dicen socialistas!

Para mayor confusión, el arranque de la carrera electoral europea, en lo que respecta al PP, presenta como principal protagonista a José María Aznar. Cada cual es sabio en su casa; pero, ¿éste es el momento de vender nostalgia? Es evidente que la política económica del PP, a lo largo de los ocho años del aznarismo, dio magníficos resultados y que el quinquenio de Zapatero ha vivido de aquellas rentas; pero, salvo que Aznar sea víctima del complejo de Colombey-les-Deux-Églises, la Historia no tiene marcha atrás. Cuando una circunstancia retrocede es porque alguien la empuja en ese sentido.

El PP ha querido subrayar la calidad política de Jaime Mayor Oreja, su cabeza de lista europea, haciendo valer su condición de ministro en el primer Gobierno aznarí. Son muy dueños. Aun así, y aunque el ex presidente se disponga a presentarnos su último libro -España puede salir de la crisis-, no serán esos los clarines que preludien su victoria. El paro es un drama que atemoriza a la mayoría y no enfrentarse a él, aunque sea en los sermones, es un intento de suicidio político. Es lo único positivo en el hecho de que Zapatero esté quieto. Tan grave es la situación que, me temo, sólo Zapatero puede acabar con Zapatero.