Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC” del 16 de
mayo de 2009
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web
EL
adelgazamiento ideológico de los partidos políticos, algunos al borde de la
anorexia, les ha complicado la vida a sus militantes. Especialmente a quienes
no se afiliaron para medrar, sino para mejor ejercer su condición ciudadana. El
relativismo y la componenda, dos de las grandes enfermedades éticas
contemporáneas, invitan a los partidos a someterlo todo, hasta sus fundamentos
básicos, a la potencialidad electoral y, de ese modo, van perdiendo fuerza y,
sobre todo, respeto. Si a ello se le añade un sistema electoral con listas
cerradas y bloqueadas, en las que el capricho de las cúpulas es más
determinante que el mérito de las personas, se habrá cerrado un círculo
perverso que, de manera ascendente, atenta contra el individuo, contra el
propio partido, contra la sociedad toda y termina por corromper y dañar la
salud ética de la Nación y la fuerza del Estado.
Tenemos
a la vista un proyecto de Ley, de apariencia oportunista, promovido por el
Gobierno para el halago de una minoría y la distracción de la mayoría de los
problemas fundamentales que nos afligen, la nueva Ley del Aborto. Sin entrar en
el fondo de la cuestión, la valoración del proyecto obedece más a los
principios morales de cada cual que a sus intenciones de voto o militancia
partidistas. A pesar de ello, el portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio
Alonso, ha anunciado que, para la que Ley salga
adelante, el PSOE «va a mantener la disciplina de voto».
Aunque,
como decía Jacinto Benavente, lo malo de la conciencia es que suele estar
cortada a la medida, lo que plantea el PSOE desborda los supuestos de la disciplina
en un partido político para, al más viejo modo totalitario -¿no habíamos
quedado en que «socialismo es libertad»?-, anula al individuo y le somete al
interés del jefe de grupo. Así se traspasa la distancia que va de un partido a
un rebaño. Algo que, además de ser anticonstitucional, resulta indigno de
quienes suelen usar, para el prestigio propio y la descalificación ajena, la
palabra libertad. Se supone que el PSOE alberga en sus muy pobladas filas a
gentes de la más diversa procedencia cultural y moral. Habrá entre ellos
creyentes e incrédulos y muchos entenderán la nueva Ley del Aborto como
contraria al Derecho Natural y al buen sentido. Aún así deben votar con el
Gobierno. Zapatero, más que un líder, es un pastor. ¿Quién será su perro
preferido?