EL CÍRCULO CUADRADO DE ZAPATERO

Artículo de Manuel Martín Ferrand en “La Estrella Digital” del 31 de agosto de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

"Los españoles no ahorrran, son unos manirrotos.

Se lo gastan todo en impuestos."

(Chumy Chúmez)

Dice Mariano Rajoy que "los españoles no tienen por qué pagar los errores y gracietas de Zapatero". Creo que se equivoca el líder del PP. Los españoles hemos elegido - ¡dos veces, para dos legislaturas! - a José Luis Rodríguez Zapatero y parece justo que paguemos un lujo tan tonto y caprichoso. No conviene olvidar que en una democracia, aunque sea tan escasa e imperfecta como la nuestra, las minorías debemos asumir la voluntad de las mayorías. No se elige a quien se vota, sino a quien resulta elegido. Más todavía, se elige aunque no se vote.

Es una triste gracia, eso sí, que el empecinamiento de un líder tan lábil como Zapatero tenga para todos tan funestas consecuencias. Primero, negó la existencia de una crisis; después, no supo verla llegar; a continuación, fue incapaz de enfrentarse a ella y, por último, vive los espasmos de quien no sabe qué hacer. Acompañado de un equipo de Gobierno de escasa cualificación, va dando palos de ciego mientras crece el paro, se incrementa el déficit, engorda la deuda, disminuye la actividad productiva y nos incrustamos en el pelotón de los torpes - los tres últimos - de los veintisiete países que integran la Unión Europea.

La máquina de la propaganda gubernamental, la única herramienta eficaz de cuantas maneja el presidente, lleva ya unas cuantas semanas "calentando" el ambiente para disponer el ánimo colectivo a una próxima subida de algunos entre los muchos impuestos que padecemos. Lo normal sería que, de ser ello necesario - no lo es y constituye un grave error -, fuese la vicepresidenta Elena Salgado, responsable de Hacienda, quien lo explicara en el Parlamento y ante la opinión pública; pero no es así como funciona el zapaterismo.

Los cauces de la información están cegados y cumplen su función los de la propaganda. Por eso, para que nos vayamos dando por jodidos, se nos apareció el ministro de Fomento, el singular José Blanco, y "razonó" la conveniencia de una subida fiscal. Solo para las rentas altas, que la tradición socialista es la de los bandidos generosos del romanticismo: quitárselo a los ricos para dárselo a los pobres. Claro que, según Blanco, la voz de las emergencias socialistas, son "ricos" quienes por el fruto de su trabajo obtienen rendimientos superiores a 50.000 euros anuales. Estaría muy bien y resultaría muy social si esos niveles de ingresos no tuvieran ya un gravamen, en el IRPF únicamente, del 43 por ciento. ¿Sabrán Zapatero, Salgado, Blanco y demás colegas de Gabinete quiénes son y dónde están los ricos?

Ronald Reagan, el más eficaz de los vecinos de la Casa Blanca desde la II Gran Guerra - Barack Obama todavía no ha superado el periodo de prueba -, tenía un gran respeto por el dinero de sus conciudadanos. Por eso, solía repetir que "el contribuyente es una persona que trabaja para el Gobierno, pero sin haber hecho las oposiciones a funcionario". Desechemos cualquier esperanza de que la cúspide gubernamental llegue a captar una sutileza tan ajustadamente democrática; pero, descendiendo el nivel hasta lo puramente económico, ¿qué se puede esperar de un Gobierno que no resulta capaz de entender que, en una situación como la nuestra, una merma en la capacidad de gasto de los ciudadanos con empleo solo puede generar más crisis y más paro?

La subida fiscal que, tras el pronunciamiento del oráculo de Palas de Rey, ya podemos dar por hecha es, por si hiciera falta, una demostración más de la incompetencia gubernamental. Ni tan siquiera le han echado un cuarto a la posibilidad de reducir los gastos que, en demasía y con ligereza, generan todas las administraciones -muchas, demasiadas - que componen el puzzle del Estado. Lo único positivo que acompaña la circunstancia es que en una Nación en la que no funcionan la Educación, la Justicia, la Seguridad ni ninguno de los grandes capítulos que, por si mismos, justifican su existencia, la máquina recaudadora esté siempre dispuesta y a punto. Sorprendente. Un Gobierno que aspira a remediar el paro con sermones y pretende atacar una compleja crisis con más impuestos está en el buen camino para dibujar el círculo cuadrado.