EL GRAN FALSIFICADOR

Artículo de Manuel Martín Ferrand en “La Estrella Digital” del 28 de septiembre de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

"Con el puño cerrado no se puede

intercambiar un apretón de manos"

(Indira Gandhi)

Elmyr de Hory -¿recuerdan?- fue el gran falsificador en la historia del arte contemporáneo. Pintó centenares de lienzos que, creyéndolos originales de Modigliani, Matisse o el mismísimo Picasso, las galerías de arte, e incluso algunos museos de renombre, compraban con entusiasmo. José Luis Rodríguez Zapatero es a la política lo que De Hory fue para el arte. Un falsificador. Se hace pasar por socialista y está dispuesto a hacerlo "todo por el pueblo"; pero, a la hora de la verdad, cuando tiene que tomar decisiones de gobierno se le ve el plumero. Es un socialista que castiga a las clases medias. Algo que, dentro de la Unión Europea, resulta tan anacrónico como esperpéntico.

Los electores alemanes acaban de barrer del mapa al SPD. La socialdemocracia alemana ha cosechado los peores resultados de su historia y Angela Merkel podrá librarse de esa carga para renovar su coalición de gobierno con los liberales y, entre otras cosas, reducir los impuestos de modo que la fiscalidad contribuya a la recuperación nacional y la creación de empleo, algo que es meta prioritaria en un país en el que la tasa de paro es menos de la mitad que la nuestra y que, además, crece en todos los parámetros de su economía.

Como gran contrapunto, en provocadora evidencia, el Gobierno de Zapatero acaba de aprobar, para que le cuadren -es un decir- los Presupuestos Generales del Estado, un notable incremento fiscal que afectará a las clases medias (todavía), la gran mayoría de la población. Ya puede desmelenarse Elena Salgado, el muñeco que utiliza maese Zapatero para sus espectáculos hacendísticos, que nadie podrá admitir la condición moderada y solidaria de la subida impositiva. Además, y dicho sea de paso, desmelenarse es lo único que Salgado no haría nunca y por ninguna causa.

Puede darse por seguro que crecerá el desempleo y descenderá el consumo, que no puede quedar impune una subida del IVA del 16 al 18 por ciento. Tampoco es dialécticamente admisible, dentro del plan zapateril de castigar a "los poderosos", considerar rentas de capital a lo que es puritito ahorro mesocrático. Los "primeros 6.000 euros" de renta -¡un millón de pesetas!- no acreditan riqueza alguna y es el ahorro natural del segmento de población que, sin haber perdido el empleo y por razones de edad, ya tiene pagada la casa en la que vive.

El aumento fiscal en plena recesión acredita la condición falsificadora de Zapatero. Es, como Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, alguien que predica todo lo contrario de lo que evidencia su conducta. Así es nuestro mundo presente. Pederastas piadosos y socialistas enemigos de los pobres es más de lo que puede soportar una mente ordenada y lógica.

En realidad la cosa tampoco tiene mayor importancia. Nuestros gobiernos nunca han sido grandes observantes de la Ley en lo que a la de los Presupuestos Generales respecta, y Zapatero ya nos tiene acreditado que para él -como queda claro en los que todavía están vigentes- los ingresos y los gastos del Estado son una aproximación, más literaria que contable, a los deseos del Ejecutivo mejor que a la realidad de la Nación.

Si Zapatero fuese, como presume, un socialdemócrata, hubiera empezado por reducir al límite de lo posible, y sin tocar los gastos sociales, el elefantiásico gasto público que tanto nos empobrece y, después, trataría de aplicar recetas serias, desde el copago en la Sanidad o en la Univeridad de las rentas que pueden permitírselo en adelante. Elmyr de Hory, por lo menos, pintaba hermosos cuadros falsos, pero este Zapatero está instalado en la chapuza y cuando quiere hacer un gesto socialista le sale una mueca que, además de acreditar su falsificación militante, le acredita como pésimo gobernante.