REIVINDICACIÓN DE SOLANA

Las improvisaciones no funcionan y cuando lo hacen terminan volviéndose en contra del improvisador

Artículo de M. Martín Ferrand  en “ABC” del 29 de septiembre de 2010

 

De cuando en cuando, siempre con gran oportunidad, Felipe González se sacude el polvo del olvido y vuelve a la actualidad con el brillo que le es propio y le sirve de pedestal. Ya no suele hacerlo en primera persona. Sus presencias son las de un patriarca que, consciente de su no disminuida influencia, pastorea y recoloca a sus discípulos. Este pasado lunes, González se les apareció a los alumnos de un curso de una escuela de negocios, Esade, y, tras recordarles que Europa, España incluida, lleva quince años sin enfrentarse a problemas estructurales —casualmente, los años de su ausencia de La Moncloa—, anunció una nueva crisis financiera que ya infla una nueva burbuja. Junto a él estaban Jordi Pujol, que ya es una parodia de sí mismo, y Javier Solana, quien, después de haber sido varias veces ministro con el propio González, secretario general de la OTAN durante un quinquenio y responsable de la diplomacia de la UE toda una década, no parece cansado y se le ve pletórico y con ganas de futuro.

Puesto en campaña, González acudió anoche a la Biblioteca Nacional para, en vísperas de una Huelga General, presentar el libro que Javier Solana le ha dictado a Lluis Bassets, director adjunto de El País, un diario nada neutral en lo que al felipismo y su compaña respecta. Estamos, como dice el ex presidente del Gobierno, en una «fantástica crisis de liderazgo» que, cabe suponer, no excluye a España y a sus líderes en presencia. De ahí el valor que adquiere que, con el pretexto de un libro —casualmente, «Reivindicación de la política»—, se organice una procesión laica para recordarnos que el PSOE, esa incoherencia en la que está instalado José Luis Rodríguez Zapatero y en la que Leire Pajín confunde pequeñez con juventud, tiene «santos» de mayor envergadura y potencialidad de futuro.

Dado que los espejismos son cosa del desierto, no cabe entender como tal la súbita y oportuna reaparición de González como avalista y presentador de Javier Solana. En la política, cuando una presencia resulta brillante es porque está preparada, calculada en fondo y forma. Las improvisaciones, la gran especialidad de Zapatero, no funcionan y cuando excepcionalmente lo hacen terminan volviéndose en contra del improvisador a quien cualquier circunstancia, tal que una huelga como la de hoy, le deja con las vergüenzas al descubierto. Tanto, que si la huelga es un éxito será su fracaso como presidente del Ejecutivo y si resulta un fracaso tendrá que apuntárselo como secretario general del PSOE y director espiritual de UGT, o de lo que queda de ella. Porque, eso sí, donde Zapatero pisa no vuelve a crecer la hierba.