OTRA VEZ ARTUR MAS

 

 Artículo de Félix Martinez en “El Mundo” del 23.01.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

El preacuerdo sobre el nuevo Estatut alcanzado entre Zapatero y Mas confirma el protagonismo alcanzado por el dirigente nacionalista en la política catalana y una sintonía con el presidente del Gobierno central que refuerza la idea de que han pactado ya la configuración del próximo Ejecutivo catalán sin tener en cuenta ni a Pasqual Maragall ni a Esquerra Republicana.

 

El que parece ser el epílogo de la negociación sobre la reforma del Estatut también puede suponer la consolidación definitiva de Artur Mas como el más firme candidato de entre los dirigentes catalanes a presidir la Generalitat tras los próximos comicios autonómicos. Como ya ocurrió durante la fase catalana, Mas y la dirección de Convergència -en el asunto del Estatut, los socios minoritarios de la federación nacionalista CiU, Unió, han desempeñado un papel, en el mejor de los casos, secundario-, el secretario general de los nacionalistas catalanes partía arrinconado, con un papel marginal, abocado al seguidismo de las iniciativas del tripartito para no aparecer como enemigo del proyecto, lo que le habría llevado a un largo languidecimiento hasta la muerte política por inanición, o a romper la baraja, lo que habría conducido a su formación al desastre.

 

Sin embargo, superado el shock causado por no haber podido formar Gobierno tras las elecciones de noviembre de 2003, Mas, cuando la ponencia encargada de redactar el nuevo Estatut andaba por la mitad del trabajo, hizo suyos los planteamientos que algunos venían defendiendo desde hacía tiempo. A saber: el Estatut es en realidad un accidente. Maragall puso en marcha el proyectocomo una estrategia para desarmar a su entonces contrincante político, el que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años y medio, Jordi Pujol. la estrategia de Maragall consis-tía en arrebatar a Pujol uno de sus principales activos políticos. Pujol personificaba el nacionalismo catalán moderado. En oposición, los diferentes candidatos del PSC se habían estrellado con una pared siempre que habían intentado desalojarle del Palau de la Generalitat.Con la promoción de la reforma del Estatut, Maragall pretendía acabar con uno de los principales ejes del debate electoral en Cataluña de los últimos años: los nacionalistas representaban la tradición del catalanismo político y abanderaban la construcción nacional de Cataluña; el PSC era, a pesar de algunas de las personalidades integradas en su dirección, el referente catalán del PSOE, un partido que siempre había defendido una concepción central del Estado. Con Maragall transmutado en nacionalista, el debate político se podía centrar en la gestión del día a día. Como, además, cuando el nuevo Estatut fue planteado, el PP gobernaba España con una cómoda mayoría absoluta, el proyecto tenía una vida finita, entre la victoria electoral del PSC en Cataluña a finales de 2003 y la del PP en España en marzo de 2004.

Pero nada salió como se había planeado. Fue Mas quien ganó las elecciones au-tonómicas, aunque Maragall en una posición débil pudo formar Gobierno con ERC y con ICV-EUiA. Los socios de Maragall, fieles a sus principios esencialistas, le exigieron que siguiera con la hoja de ruta trazada; es decir, concentrar los primeros meses de la legislatura en impulsar el nuevo Estatut a la espera de que el PP acabara de un plumazo con el proyecto en cuanto revalidara su victoria electoral. Maragall ofreció su apoyo al entonces débil líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, a cambio de que éste se comprometiera a aprobar la redacción estatutaria que saliera del Parlament si llegaba a la Moncloa.

Pero, también en contra de todo pronóstico, Zapatero ganó las elecciones de febrero de 2004 y, como Maragall, se vio preso de sus compromisos. Afortunadamente para él, el tripartito empezó a perder el norte inmediatamente. La redacción del nuevo Estatut se convirtió en una olla de grillos constante que impidió que el nuevo Ejecutivo se pudiera siquiera poner a gobernar. Las propuestas eran cada vez más desatinadas. Y ahí fue cuando Mas vio su oportunidad. Se plantó y ofreció un pacto a Zapatero.Mas y CiU garantizarían la aprobación de un Estatut asumible por el Gobierno del PSOE si los socialistas se comprometían a evitar que se repitieran los acontecimientos de las elecciones autonómicas de 2003. Aunque CiU ganó en escaños aquellos comicios, sólo podía gobernar con el apoyo del PSC o de ERC. Y ambos partidos entendieron acertadamente que la ciudadanía no les perdonaría que pactaran con el partido al que se habían comprometido a desalojar del poder tras 23 años y medio de hegemonía política.

Tras el papel determinante desempeñado por Artur Mas en la aprobación del Estatut en el Parlament de Catalunya, cobró fuerza la hipótesis de los que defienden la existencia de un pacto secreto entre José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente de CiU. Un acuerdo que se habría sellado en La Moncloa en los diferentes encuentros que ambos líderes mantuvieron. ¿En qué consiste el pacto? En que el tripartito sólo tiene una opción más. Si Maragall gana las próximas elecciones autonómicas, podrá reeditar el Pacte del Tinell. Pero si es Mas quien se alza con la victoria, el PSC le dará su apoyo para que se convierta en presidente de un Govern de coalición en el que el cargo de conseller primer podría ser para el actual titular de Economia, Antoni Castells, o para la hoy consellera de Interior, Montserrat Tura.

El acuerdo alcanzado entre Zapatero y Mas para la aprobación en el Congreso del nuevo Estatut confirma la sintonía entre ambos líderes y una preocupación común por desalojar a ERC de la Generalitat.Algo que la gran coalición entre PSC y CiU garantizaría. El acuerdo es de largo alcance. Pase lo que pase en 2007, en 2011, con Maragall ya fuera de la circulación y una ERC mucho más fuerte liderada de forma exclusiva por Joan Puigcercós, CiU y el PSC parecen haber-se comprometido a brindarse apoyo mutuo gane quien gane las elecciones. Será presidente el candidato de la lista más votada, Mas en el caso de CiU y José Montilla en el caso del PSC. El derrotado, ocupará el cargo de conseller primer.