LA BAZOFIA DE LA CAVERNA


 Artículo de Luis Míguez Macho  en “El Semanal Digital” del 23.11.05

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.



23 de noviembre de 2005.  Hay pocos precedentes de un crédito político tan rápidamente malgastado como el de José Luis Rodríguez Zapatero. En año y medio ha alcanzado el punto al que Felipe González llegó después de tres mayorías absolutas.

Los ataques desaforados contra los medios de comunicación críticos ("la bazofia de la caverna") evidencian el nerviosismo de Rodríguez y su entorno. Nos retrotraen a los últimos tiempos de González y a aquella delirante teoría de la conspiración mediática a la que se sumó algún veterano periodista no precisamente de izquierdas, cuando creyó que el Rey podía verse arrastrado por el hundimiento del felipismo, con el que monarca se sentía tan cómodo como ahora con el zapatero-maragallismo.

Rodríguez confía de manera insensata en que ETA lo salve con una tregua, igual que un atentado terrorista lo llevó al poder. Como hace tiempo que ETA no mata, en la mayor parte de España no existe la sensación de que el terrorismo nacionalista sea una amenaza inminente, y por eso la tregua difícilmente va a producir el efecto que algunos esperan. Pero si ETA vuelve a matar, la indignación popular se llevará por delante a quienes coquetean con ella, empezando por Rodríguez.

Hay quien especula sobre las anomalías psicológicas que explicarían que un Presidente del Gobierno quiera meterse sin necesidad en todos los líos posibles: romper los consensos fundamentales que hacen posible la convivencia, tirar por la borda el prestigio exterior del país, rendirse a los enemigos de la patria antes incluso de que éstos lo pidan. Sin embargo, no es preciso recurrir al psicoanálisis ni a teorías conspiratorias para descubrir de qué pie cojean Rodríguez y otros sujetos de perfil similar, como José Blanco o Montilla.

Son personas que nunca se han ganado normalmente la vida con una profesión u oficio y que sólo han sido políticos. El suyo no es tanto un problema de falta de formación (aunque algunos no han sido capaces de acabar una carrera universitaria), como de déficit de experiencia vital, sustituida por utopías sectarias que son la auténtica "bazofia de la caverna".

La rebelión producida en la calle frente a estas iluminaciones no es de carácter ideológico, sino instintivo: el sentido común popular contra una política que conduce a la sociedad a su autodestrucción. Esa reacción la protagoniza la base social del centroderecha, pero un sector de los votantes del PSOE, el menos ideologizado, comparte los mismos principios elementales.

Para recoger los frutos, al PP le basta un mínimo de sensibilidad hacia lo que se defiende en la calle y de prudencia para no asustar a los votantes socialistas dispuestos a abstenerse o cambiar el voto. No obstante, esto no será suficiente para regenerar el daño provocado por los sectarios iluminados.