ATREVENCIA

Artículo de Luis Daniel Izpizua en "El País del País Vasco" del 19 de octubre de 2001

 

Con un  comentario al final

PANORAMA DE ACTUALIDAD EN ESPAÑA

Luis Bouza-Brey

No hay duda de que el panorama político vasco ha cambiado después de las elecciones del 13 de mayo. El brazo político de ETA ha perdido la capacidad de determinar la actividad parlamentaria y de gobierno que tuvo en la legislatura anterior; también su poder ascendente e intimidatorio de épocas anteriores ha hallado freno; se ha logrado constituir una mayoría de gobierno más sólida y menos expuesta a una crisis que la de la legislatura anterior; se ha conseguido una fotografía más nítida del mapa electoral gracias a la elevada participación ciudadana, clarificándose las zonas de sombra e incertidumbre causadas por las bolsas de abstención; se ha producido un cambio, quizá sólo táctico, en la orientación del Ejecutivo que, meramente táctico o no, supone una modificación sustancial de su política antiterrorista y que acabará resolviendo sus aún evidentes ambigüedades y circunloquios.

Todo eso es cierto, y todo eso se ha ganado. Y lo hemos ganado todos, yo diría que, especialmente, las fuerzas políticas que conformaban antes de esa fecha, y siguen haciéndolo ahora, el lado de la oposición. Sin embargo, es verdad que las elecciones se perdieron, y la apuesta para ganarlas fue muy fuerte como para camuflar la derrota entre esas mejorías arriba aludidas. Pero una derrota, en la política, nunca puede ser considerada definitiva, menos aún cuando la alternativa derrotada planteaba su opción como necesaria para un cambio social cuya urgencia, si no cambian las cosas a lo largo de esta legislatura, sigue siendo evidente. Cuando la derrota es además tan dulce como la que vengo describiendo, no puede haber lugar para el desánimo, sino para el análisis de los errores cometidos, tanto programáticos como tácticos, para que un triunfo que parecía estar al alcance de la mano se convirtiera a la postre en un espejismo.

Y es al desánimo, más que al análisis, a lo que parece responder la crisis de uno de los dos grandes partidos de la oposición, el Partido Socialista de Euskadi. A cambio de situación, planteamientos nuevos, ese es el argumento que esgrimen algunos representantes de ese partido, y es curioso que la línea divisoria del debate se establezca entre los partidarios de lo nuevo y de lo viejo. Aún resulta más curioso que los partidarios de lo nuevo tengan en mente justo el retorno de lo viejo, es decir, un replanteamiento de alianzas que invoca el carácter de eje articulador del país del viejo tándem PNV-PSE. La añoranza no es buena compañera, sobre todo cuando no va acompañada de la crítica, y tengo la impresión de que el PSE abandonó aquella etapa de colaboración sin haber realizado una crítica de lo que supuso, tanto en sus aspectos positivos como negativos. Sigue sin hacerla, y no basta con airear el espantajo del frentismo, un peligro inexistente en aquella época y que no determinó la configuración de aquellos gobiernos mixtos, frutos más bien de necesidades coyunturales de gobernancia. El frentismo surge con Lizarra y es una consecuencia inevitable de la política nacionalista de los últimos años. Y es frentismo lo que se sigue buscando con el acercamiento del PSE hacia las posiciones nacionalistas; frentismo contra la primera fuerza de la oposición, un partido cuya presencia era casi testimonial en aquellas épocas, pero cuya emergencia modifica de raíz el mapa político y obliga a planteamientos que excluyan la añoranza y la comodidad.

Sé que nombro la bicha, y que es justo esa irrupción del 'adversario natural' y la necesidad de diferenciarse de él la que está motivando el debate socialista. Pero me pregunto cuál es el 'adversario natural' de los socialistas en nuestra situación real, y no en una situación virtual aplicada como una plantilla de validez universal cargada de ideologemas. Si damos un vistazo al panorama que nos ha dejado el nacionalismo gobernante, llegaremos a la conclusión de cuál ha de ser, hoy y aquí, el 'aliado natural'. Y de lo que se trataría es de conformar y discutir con él no un proyecto de resistencia, como ocurrió en las pasadas elecciones, sino un proyecto de país, de éste que tenemos tras más de veinte años de autonomía. Un país del que desaparecieran definitivamente los fantasmas de la mezquindad, la exclusión, la reclusión en sí mismo, el delirio desestabilizador y el peligro para tantos miles de jóvenes abocados al crimen doctrinario. Quizá sea ese el debate urgente, y no la pérdida de tiempo en lo que no nos parece necesario pero que parece satisfacer a otros que, además, nunca nos agradecerán el esfuerzo. No contribuyamos con más polvos a los lodos por venir.

 

Comentario final

PANORAMA DE ACTUALIDAD EN ESPAÑA

Luis Bouza-Brey

 

Hay trimestres en los que uno no puede con todo, y la prioridad de las prioridades es qué nos va a pasar con el Mundo a partir del once de septiembre.

No obstante, están sucediendo cosas importantes en España: elecciones gallegas, estrategias vascas y moción de censura en el Parlamento catalán. Mis impresiones generales sobre estas cuestiones, sin tiempo para desarrollarlas más a fondo, son las siguientes:

En Galicia es posible que todo siga más o menos igual: que el PP continúe con su mayoría absoluta y no se alteren o se alteren poco los equilibrios entre BNG y PSE. Si esto sucede así, la legislatura que comienza va a ser crucial, pues el PP tendrá que buscar sucesor a Fraga, emergerán los intereses caciquiles de la derecha gallega, y se producirá una descomposición del "macizo de la raza" en Galicia. El PSdeG tendrá que desarrollar su actual orientación, de mayor enraizamiento galleguista, pero sin concesiones al nacionalismo y en conexión permanente con el PSOE, para presentar una alternativa de desarrollo constitucional a nivel de Estado con el objetivo de resolver el problema de la integración definitiva de las nacionalidades históricas. Lo que vaya a suceder con el BNG, si toca techo o queda en tercer lugar, no es fácilmente previsible. Pero el PSdeG, su evolución, va a resultar clave, ante una inevitable crisis del PP y su espacio, y una previsible crisis del BNG y su articulación.

En Cataluña parece que Maragall comienza a elaborar su alternativa, aunque sigue habiendo deficiencias y contradicciones serias: a mi juicio, el PSC no juega a ganador, busca pactos con ERC, y eso le obliga a concesiones que lo van a alejar de la victoria. Concesiones que, la verdad, no se si lo son a ERC o a los tics nacionalistas del PSC. Por ejemplo, las ideas de privilegios institucionales o económicos a favor de las nacionalidades históricas, la reclamación del reconocimiento de las nacionalidades históricas en el Estado español ---entre guiones, ¿qué implicaciones tiene eso? ¿es mera retórica victimista o va en serio? Si es esto último ya pueden despedirse de la victoria. Si es retórica, es que siguen metidos en el atolladero nacionalista, y en la provocación de la abstención electoral entre sus electores---, la idea de la negociación bilateral Cataluña-España, la aceptación de la autodeterminación, etc. Todas esas "gangas" nacionalistas que acompañan desde hace muchos años en estado más o menos larvario al PSC son obstáculos para su hegemonía y el desarrollo de Cataluña. Artur Mas comentaba estos días que mientras el PSC no se separe del PSOE no podrá gobernar Cataluña. En mi opinión, el problema para el PSC reside en que no vencerá mientras no se purifique de residuos nacionalistas y se oriente coherentemente hacia el federalismo.

Pero el objetivo principal de este comentario, al iniciarlo, era reconocer y alabar la perspicacia de Izpizúa en su artículo de hoy. En efecto, los partidos no nacionalistas son aliados ante el reto que tiene la democracia española de vencer al terrorismo y finalizar el desarrollo constitucional. Y son aliados también de los partidos nacionalistas democráticos si estos se posicionan claramente contra el terrorismo, para acabar con éste. Pero esa alianza no debe ir más allá: hay que ser conscientes de los límites que no se pueden traspasar. Y los demócratas no nacionalistas no pueden tirar por la borda la democracia española para satisfacer las coincidencias independentistas o los intereses pactistas con el entorno de ETA de los partidos nacionalistas. La autodeterminación no es posible en el ordenamiento constitucional español, y cualquier intento de ponerla en marcha debería implicar la aplicación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno, con autorización del Senado. Esto no es la U.R.R.S o Yugoslavia del año 91.

La estrategia del PNV y EA va en la dirección de la autodeterminación, a fin de cumplir su programa y de continuar vaciando a Herri Batasuna. Ciertamente que modulan este objetivo en el tiempo, pero hay unos límites jurídicos que no pueden traspasar, ni ahora ni en el futuro, sin una previa revisión constitucional, que no creo que vaya a ser aceptada nunca. Jurídicamente, sólo tienen dos opciones: pedir desde el Parlamento vasco la revisión constitucional, y perder, o aprobar una reforma del Estatuto que implique la necesidad de reforma constitucional, en asuntos concretos como la reforma del Senado, la representación internacional de las autonomías en la UE, o la alteración del sistema de distribución de competencias entre el Estado y  las CCAA. Pero eso exige un pacto previo de los demócratas a nivel de Estado, cosa que con la retórica rupturista del nacionalismo actual parece difícil de acordar.

Otra cosa es la convocatoria de un referéndum consultivo por parte del Gobierno central cuando éste lo considerara conveniente, con autorización del Congreso y formulando  una pregunta clara. Si esto se considerara conveniente en cualquier momento, debería haber un acuerdo previo entre los dos grandes partidos españoles para realizar dicha consulta.

El PSE debe mantener su alianza con el PP, pero para construir un proyecto en positivo, para Euskadi y para España. Y esto sólo puede hacerse siguiendo una estrategia general para el conjunto del Estado autonómico, tal como la define el PSOE, o como la intenta definir Maragall en Cataluña. Pero sin pactos contra natura con el PNV a favor de la autodeterminación.

A mi juicio, el PSE debe tener claras dos cosas: que no se puede correr tras el PNV-EA, en su carrera inmediata o a medio plazo en pos del electorado de HB, y que tampoco se puede seguir indefinidamente estancado al lado del PP en una política de resistencia. Pero la alternativa es mover al PP, no moverse hacia el PNV. Mover al PP con el convencimiento o con las urnas, a través de una estrategia general de desarrollo constitucional para toda España por parte del PSOE.

Y también, en Euskadi, exponer al pueblo vasco una alternativa: explicarle que la autodeterminación no es posible y la independencia es no deseable. Explicarle al pueblo vasco que no se puede continuar haciendo concesiones a ETA y sus tentáculos, que son puro fundamentalismo nacionalista, fascismo, no asimilables por la democracia española o europea. Explicarle al pueblo vasco que las historias de un "diálogo" entre todos son nebulosas retóricas producidas por la impotencia ideológica inmovilista del nacionalismo o la hipocresía. Los acontecimientos de estos días en Azcoitia, las declaraciones de Eguibar o las revelaciones de Fox nos aproximan más a lo segundo que a lo primero.