HAGAMOS CASO A SANTAYANA

 

 Artículo de Pío Moa en “Libertad Digital” del 29.04.06

 

 Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. 

 

Desde La Habana a Madrid reivindican  las izquierdas “la República”, como llaman no  al proyecto de democracia liberal de entonces, sino al Frente Popular, autor, justamente, de la ruina de  ese proyecto. Los comunistas de IU, secundados por las mafias anticonstitucionales que hoy degradan las Cortes, llaman a ese fraude  “recuperación de la memoria histórica”, y han impuesto que el año 2006 se dedique a tales menesteres.

     Y,  mira por dónde, nada mejor podía habérseles ocurrido, pues su mezcla de chifladura e ignorancia les lleva a caer en su propia trampa: si hay algo peligroso para ellos es el recuerdo de aquella época. Y, sobre todo, SI HAY ALGO CONVENIENTE PARA AFIANZAR LA DEMOCRACIA Y LA CONSTITUCIÓN, es el conocimiento de un pasado cuyos errores y horrores se empeñan en repetir las mafias políticas. Hagamos caso a Santayana. Sin embargo los del PP, con su habitual falta de flexibilidad y de capacidad política,  se han opuesto. Siguen empeñados en “mirar al futuro”, los muchachos (y muchachas).

    “La izquierda tiene razón cuando llama al PP Partido de los Pijos. Son pijos, gentecilla sin carácter, que nunca han pasado apuros, que lo hacen bastante bien en economía, pero ignoran la historia y muchas otras cosas,   y tiemblan cada vez que los llaman franquistas”. Condenso muchas opiniones parecidas, bastante realistas, según comprobamos una y otra vez.

     Bien, por si les sirve para no temblar tanto, enterarse un poco del pasado y dejar de jugar a las pitonisas, me permito ofrecerles algunos juicios sobre la república y los republicanos, que no vienen del franquismo, sino de quienes intentaron una democracia liberal. De los llamados “padres espirituales de la República”, Ortega, Marañón y Pérez de Ayala.

Marañón: “Mi respeto y mi amor por la verdad me obligan a reconocer que la República española ha sido un fracaso trágico” (Compárese con el respeto y amor al embuste de los grupos anti Constitución).  “Esa constante mentira comunista es lo más irritante de los rojos. Por no someterme a esa servidumbre estúpida de la credulidad, es por lo que estoy contento de mi actitud”. “¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura y estupidez. Han hecho, hasta el final, una revolución en nombre de Caco y de caca”. “Tendremos que estar varios años maldiciendo la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado?”. “Sin quererlo siento que estoy lleno de resquicios por donde me entra el odio, que nunca conocí. Y aun es mayor mi dolor por haber sido amigo de tales escarabajos y por haber creído en ellos”.

    Pérez de Ayala: “Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a sus pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco”. “Lo que nunca pude concebir es que hubieran sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza”

   Ortega, personalizando en Einstein la mezcla de frivolidad y sectarismo de muchos intelectuales pro republicanos: “usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención  es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel”.

      Podrían citarse infinidad de opiniones y testimonios más, cuya amargura testimonia la inmensa  tragedia y el carácter de quienes, pisoteando la legalidad –como ahora mismo-- empujaron a España al desastre. Aquellos que Alcalá Zamora situaba “en la zona mixta de la locura y la delincuencia”. Aquellos que el propio Azaña,  buen conocedor del paño  y uno de ellos en el fondo,  aunque con mayor altura intelectual,   describe constantemente en sus diarios como “imbéciles”, “loquinarios”, “de poca chaveta”: “Me entristezco casi hasta las lágrimas por mi país, por el corto entendimiento de sus directores y por la corrupción de los caracteres”. “¿Tendremos que resignarnos a que España caiga en una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta?”. ¡Qué pintura tan actual!.

   En el PP tiene que haber algo más que pijos.  Tiene que haber gente con valor y conciencia clara de la magnitud del envite. Y con la inteligencia  suficiente para volver contra ellos los manejos de estos arrogantes “loquinarios sin ninguna idea alta”.  En todo caso,  la sociedad española no debe permitir, y espero que no permitirá, una repetición de  la “república” invocada desde La Habana a Madrid.