VIVÍS DE MI PASTA
En “Voto en Blanco” del 19 de noviembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado la carta que sigue para incluirla en este sitio web.
La carta de Oscar Molina está dando la vuelta a España
a través de Internet porque sus críticas al poder representan una bofetada
rebelde a la "casta" de parásitos e inútiles que domina este país y
que ha convertido la democracia española en una pocilga. Hoy la reproducimos en
Voto en Blanco.
Oscar Molina (Madrid, España) es piloto de Transporte de Línea Aérea y
Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Ejerce su
profesión en la compañía Iberia. Fue Director de la revista MACH 82, órgano de
comunicación oficial del Sindicato de Pilotos de Líneas Aéreas. Actualmente
colabora en la revista “Época”, es contertulio de Radio Intereconomía
y escribe sobre temas aeronáuticos profesionales en la página web Aviación
Digital Global.
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Paso
fuera de mi casa y lejos de mi familia una media mensual de 360 horas (15 días
completos), contribuyo al fisco con un 40% de mi salario; entre impuestos
directos, indirectos, tasas obligatorias y demás gravámenes, trabajo más de la
mitad del año para el Estado. Pago un colegio a mis hijos, mientras financio un
sistema de educación pública; me dejo un turrón en una póliza de sanidad
privada, pero abono religiosamente mi correspondiente diezmo para que muchos
puedan tener cuidados médicos. De lo segundo no me quejo (a pesar de que nadie
me lo reconozca) y de lo primero no me quejaría si no fuese porque la educación
pública consiste en meter a los niños en fábricas de ignorantes donde sólo se
hace hincapié en su adoctrinamiento en un conjunto de paridas sin sentido.
Muchos están peor que yo. Se levantan a las 6 de la mañana, vuelven a casa
cuando sus hijos se van a la cama, conviven con la cotidiana amenaza de perder
su trabajo y hacen encaje de bolillos para que el fruto de su sacrificio vital
les permita llegar a fin de mes. Y otros, de número creciente, están aún peor.
Han perdido su trabajo y conservan escasas esperanzas de conseguir otro. Todos,
de alguna manera, ponemos un montón de dinero para que vosotros, que sois
muchos, os alimentéis de nuestra pasta. Porque vosotros, incompetentes
ejecutivos de la nada, mediocres gobernantes de nuestro Estado central, vivís
de nuestro dinero.
Sois parte un elefantiásico entramado de Ministros, Secretarios de Estado,
Directores Generales, y parásitos varios que contáis con un ejército de
asesores, viajáis en coche oficial y reserváis Clase Preferente en vuestros
viajes privados, con mi dinero. A cambio, resultáis totalmente incapaces de
resolver nuestros problemas, no garantizáis nuestra seguridad ni dentro ni fuera
de España, no nos protegéis del desempleo, ni prestáis servicio alguno. Sólo se
os ocurren normas para coartar nuestra libertad, para vigilarnos, atemorizarnos
y decidir qué es bueno para nosotros.
Tomáis posesión de nuestra vida pública, privada y de nuestro dinero para
complicarnos la vida, y parís normativas orientadas a seguir siendo necesarios,
a no permitirnos deshaceros de vosotros. Por si fuese poco, inventáis problemas
inexistentes, enfrentáis a la sociedad reabriendo debates cerrados, legisláis
para cuatro, y tenéis la jeta de pagar un sueldo a majaderas de manual sin el
menor sentido el ridículo que nos hablan de “acontecimientos planetarios”. Todo
con mi dinero.
Vosotros, prebostes de alguno de los diecisiete gloriosos mini-estados
autonómicos, también vivís de mi pasta. Unos subidos a cuentos imposibles como
la fábula de Aitor, otros mitificando a unos segadores de hace cuatrocientos
años. Los demás, a rueda de éstos, os habéis montado un chiringuito de
consejerías, direcciones, subdirecciones, patronatos, embajadas y demás
máquinas de gastar. Con mi dinero, claro está. Usáis la pasta que yo gano
trabajando para fomentar la insolidaridad y sembrar el odio a España; reclamáis
la parte que vuestros inverosímiles derechos históricos os adjudican para poder
aumentar la pléyade de vuestros deudos, para comprar votos con empleos a dedo.
Vivís en la reivindicación permanente que haga andar a una bicicleta que se
caería si parara. Vosotros, garrapatas, no resistiríais el mínimo ejercicio de
competencia para la obtención de un puesto de trabajo en el ámbito privado,
vuestro único mérito es haber medrado en la estructura de un partido político.
Y ahora, vivís de mi dinero.
¿Y qué decir de vosotros? Sabandijas de los sindicatos de clase. Liberados del
trabajo, la responsabilidad y el cumplimiento del deber. ¿Cuántos sois? Sólo en
Madrid, 3.200; sólo en Madrid vuestro chollo nos sale a los contribuyentes por
77 millones de euros.
¿Para qué? Para que tengáis el uniforme, el mono o la bata sin estrenar. Para
que viváis de una novela en la que sois los únicos personajes, porque no
representáis a nadie, sin acudir a vuestro puesto de trabajo.
No tenéis afiliados, no defendéis nada, firmáis condiciones laborales de miedo
para vuestros presuntos representados, cobráis un canon por los ERE´s, o lo que es lo mismo, sangráis al currito en
concepto de “asesoramiento” cuando le ponen en la calle; os dedicáis a hacer
política, calláis cuando miles de currantes pierden su empleo por no molestar a
otros chupones de vuestra cuerda, y ejercéis la protesta asimétrica según quien
gobierne.
No valéis para nada, no arregláis nada, no solucionáis nada, no defendéis a
nadie, algunos habéis conseguido llevar tan lejos vuestros tejemanejes que
acabáis de directivos en vuestras empresas…y vivís de mi pasta.
Y no me olvido de vosotros. Engreídos “creadores”, apoteósicos mediocres del
arte presunto, vividores del mérito subvencionado y subvencionable. Vosotros
también vivís de mi pasta. Os señaláis la ceja para apoyar sin disimulo a quien
os ha puesto en casa, alimentáis vuestra vida regalada de mis impuestos, y
además me insultáis.
Si no voto al partido que os gusta, podéis llamarme “hijo de puta”; si no
comulgo con el Gobierno que os pone el pesebre pedís que se me encierre en un
cinturón sanitario; si voto a quien no os mola, me llamáis asesino… todo eso
después de que este hijo de puta, asesino y carne de sanidad progre os haya
dado de comer con su dinero, a cambio de que produzcáis bodrios infumables que
tratan de ganar una guerra 70 años después o que sólo sirven para que alguno
pueda liberarse de sus complejos, algunos sexuales.
Habéis conseguido que todo hijo de vecino sea considerado delincuente
preventivo y tenga que pagaros cada vez que se compra un teléfono móvil, una
impresora, un ordenador… Habéis forzado la máquina de quien tanto os debe como
para permitiros reclamar el tributo a quien se bautiza, hace la comunión, se
casa o baila en la plaza del pueblo; cualquier día nos sangraréis en nuestro
entierro. Vosotros, bucaneros de la creación de medio pelo, no venderíais ni
uno sólo de vuestros estofados en el mercado privado, no conseguiríais
financiación ni para la décima parte de vuestras piltrafas.
La inmensa mayoría de los que vivís de mi contribución y de sirlarme,
no seríais capaces de engañar a un inversor para que sufragase las medianías
que nos colocáis. Vivís del cuento, y encima os ponéis chulos mientras me
metéis la mano en la cartera.
Firmáis manifiestos para los que no tenéis la menor legitimidad ni altura
moral, y os auto designáis como el “mundo de la cultura”; entregáis rosas por
la Paz a los asesinos, os vestís de palestinos entre playa y casino, y no
tenéis una puñetera palabra para los que cayeron muertos de un tiro en la nuca,
sin poder oler esas rosas que entregabais, mientras pagaban vuestros saraos y
se retrataban cada vez que compraban un CD.
Todos vivís de mi pasta y sois muchos, cada vez más. Y nosotros cada vez menos.
Oscar Molina