LA COMPLICADA SOLEDAD POLÍTICA DE ZAPATERO

 Editorial de  El Mundo” del 27 de marzo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

Las dos últimas jornadas parlamentarias han puesto en evidencia la falta de apoyo que ha empezado a sufrir Zapatero. Anteayer, todos los partidos -excepto el PSOE- se unieron para repudiar la forma cómo se ha anunciado la retirada de tropas de Kosovo.Ayer, el Gobierno tuvo que aceptar que el Decreto Ley de medidas urgentes contra el paro se tramite como un proyecto ordinario, sujeto al debate y a la presentación de enmiendas. De no haber sido por el apoyo de CiU en el último momento, el Decreto Ley habría sido rechazado por la Cámara, con la consiguiente humillación para Zapatero.

El contenido de las medidas de este Decreto no era demasiado relevante, pero lo que teme ahora el Gobierno es que, durante la tramitación del proyecto, la oposición saque adelante enmiendas que introduzcan el abaratamiento del despido o cambios importantes en la normativa laboral.

En la pasada legislatura, Zapatero tenía una mayoría parlamentaria gracias al apoyo estable de ERC e IU y el Gobierno podía controlar sin problemas las iniciativas de la Cámara. Pero la situación ha cambiado mucho en las últimas semanas tras la ruptura entre el PNV y el PSOE, que ha dinamitado el precario respaldo del que disponía Zapatero.

Con los 169 escaños de su partido, el Gobierno se va a ver obligado a pactar las medidas laborales con CiU o con el grupo que integran ERC, IU e ICV, que tiene un planteamiento más próximo al del PSOE, aunque también le harían falta los dos diputados de BNG, una combinación demasiado difícil.

La cuestión se le complica extraordinariamente a Zapatero por la ruptura del diálogo social, dada la incapacidad de los sindicatos y la patronal para llegar a acuerdos. Desde marzo del año pasado y en la medida en que la situación económica se iba deteriorando, las posiciones de UGT y CCOO, de un lado, y de las organizaciones empresariales, de otro, se fueron radicalizando hasta llegar a la imposibilidad de pacto alguno.

En este contexto, los líderes sindicales temen que el aislamiento de Zapatero -que se comprometió a pactar las leyes sociales- pueda obligarle a aceptar negociar en el Parlamento ese abaratamiento del despido que ellos considerarían como casus belli. Incluso en el peor de los casos para el Gobierno, una alianza entre el PP, CiU y PNV podría sacar adelante enmiendas que el grupo parlamentario del PSOE tendría muy difícil bloquear.

Lo sucedido en estos dos últimos días ha servido para dejar patente la extraordinaria debilidad política de Zapatero cuando faltan tres años para acabar la legislatura y el Parlamento tiene que legislar en asuntos tan importantes como la financiación autonómica.

Sin ir más lejos, el Gobierno debe empezar a negociar en mayo los Presupuestos, en los que los nacionalistas le van a apretar las tuercas. Pero, además, Zapatero tiene sobre la mesa el reto de una crisis económica gravísima, que requiere soluciones difícilmente consensuables.

Ayer mismo, un millar de empresarios autónomos se plantaron ante el Congreso, rompiendo el cordón policial. Al margen de la reprobación de tal actitud, su protesta es la primera de una serie de movilizaciones sociales que van a tener lugar en las próximas semanas.

Todo ello pondrá a prueba la consistencia del Gobierno y el propio liderazgo de su presidente, al que le han abierto importantes frentes que pueden erosionar todavía más su credibilidad. Sin una mayoría en el Parlamento y con una crisis galopante, a Zapatero no le queda otra opción que gobernar. A menos que llegue a un gran pacto de Estado con el PP, su problema será con quién y cómo.