GRIETAS EN EL PROYECTO POLÍTICO DE ZAPATERO

 Editorial de  “El Mundo” del 17 de abril de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

Una Semana después de la remodelación del Gobierno, las declaraciones de ayer del ministro de Trabajo y del fiscal general del Estado ponen en evidencia las profundas grietas que emergen en el proyecto político de Zapatero. No faltará quien argumente que se trata de simples enfrentamiento dialécticos que dejan traslucir resentimientos personales, pero la gravedad de las palabras de Celestino Corbacho y de Cándido Conde-Pumpido reside en que ponen de manifesto diferencias sustanciales en dos áreas clave de la política del Gobierno: la económico-social y la lucha antiterrorista.

El ministro de Trabajo arremetió con extraordinaria dureza contra Miguel Angel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, por sus juicios de valor sobre el futuro del sistema de pensiones.Celestino Corbacho afirmó que el gobernador del Banco de España «juega con la tranquilidad de ocho millones de pensionistas» al cuestionar la salud financiera de la Seguridad Social. Manifestó que discrepa «radicalmente» de las opiniones del gobernador y que ignora de dónde saca sus previsiones. En este sentido, desmintió de forma tajante que la Seguridad Social pueda tener números rojos este año, asegurando que nada confirma esa hipótesis.

Igualmente, Cándido Méndez, secretario general de UGT, el sindicato afín al PSOE, dijo que Zapatero debería desautorizar a Fernández Ordóñez, tachado de «apóstol de la catástrofe» y «fanático» por otros dirigentes sindicales.

No hay ni la menor duda de que Zapatero piensa como Corbacho, por lo que las palabras del ministro reflejan las profundas diferencias entre el Gobierno y el Banco de España sobre la política para atajar la crisis. Resulta evidente que Fernández Ordóñez, en la línea de Solbes y tal vez molesto por no haber sido nombrado su sucesor, no comparte el fuerte aumento del gasto público que está impulsando Zapatero, hasta ahora reacio a cualquier tipo de reforma estructural y menos a iniciativas que podrían suscitar tensiones con los sindicatos.

Parecido desencuentro en cuanto a su magnitud parece existir entre el fiscal general del Estado y el ministro de Interior a juzgar por las insólitas declaraciones de ayer de Cándido Conde-Pumpido, que señaló que la Policía Nacional «no atiende» sus indicaciones en la lucha antiterrorista y sólo responde a las «de un juez».Se refería a Garzón, con el que ha mantenido importantes diferencias de criterio en el caso Gürtel.

En cualquier caso, resulta extraordinariamente alarmante que el fiscal general del Estado se lamente en público de la falta de colaboración de la Policía Nacional en una cuestión tan prioritaria como la política antiterrorista, lo que sugiere -como mínimo- una falta de colaboración del Ministerio del Interior.

Zapatero tendría que intervenir para resolver esta situación, al igual que debería ejercer su autoridad para evitar enfrentamientos tan penosos como el de Corbacho y Fernández Ordóñez. Pero lo que las declaraciones de ayer ponen en evidencia es la fragilidad del proyecto político de Zapatero y, en última instancia, su falta de coherencia.

Zapatero es un gran táctico de la política, pero carece de un programa elaborado para hacer frente a los grandes retos del momento. Así queda reflejado en el comentario informal de Nicolas Sarkozy, que señaló que «puede que Zapatero no sea muy inteligente» pero que conoce «a otras personas que sí lo son y no han llegado a la segunda vuelta de unas elecciones». Las palabras del presidente francés pueden ser interpretadas como un elogio, pero también dejan traslucir esa falta de proyecto intelectual que está demostrando Zapatero.