EL ESTATUTO AVANZA, PERO EL TC NO SE MUEVE

Editorial de  “El Mundo” del 19 de junio de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web

 


Ayer se cumplieron tres años de la aprobación del Estatuto de Cataluña por consulta popular y el próximo 31 de julio hará también tres años que el PP presentó su recurso de inconstitucionalidad. El partido de Rajoy recurrió 114 de sus 223 artículos, alegando que se trataba de «una Constitución paralela» que produciría «daños irreparables».

A pesar del tiempo transcurrido, el Tribunal Constitucional sigue sin pronunciarse mientras cerca de una veintena de los artículos recurridos han sido aplicados o desarrollados legalmente por la Generalitat. Algo inconcebible en un Estado digno de tal nombre.

María Emilia Casas, presidenta del Constitucional, justificó ayer la tardanza en dirimir el recurso del PP, asegurando que los magistrados trabajan «intensamente y sin interrupciones», aunque lo hacen «en la intimidad». Menuda palinodia.

Casas afirmó que el Constitucional no decide en función de «la agenda política», lo cual es razonable pero no explica por qué lleva sin resolver casi tres años un recurso del que depende la arquitectura institucional del Estado. Parecía razonable suponer que el Constitucional iba a conceder prioridad a este recurso, dada su trascendencia, pero el hecho es que ha transcurrido el tiempo y nadie sabe cuándo se producirá ese fallo tan esperado por los partidos y la opinión pública.

El Constitucional debería darse cuenta de que, cada día que pasa, se hace más difícil declarar la inconstitucionalidad de determinados artículos que ya se han desarrollado mediante leyes del Parlamento catalán. El caso más flagrante es de la lengua: la nueva ley educativa que se va a aprobar en julio establece que la única lengua vehicular para la enseñanza es el catalán, tal como fijan cinco artículos del Estatuto.

Otro ejemplo que hoy recoge EL MUNDO es la creación del llamado Consejo de Garantías Estatutarias, aprobado por ley pero no constituido. El Consejo es una especie de Tribunal Constitucional de Cataluña que decide sobre la legalidad de sus normas.

Ítem más, al amparo del artículo 110 del Estatuto, que blinda las competencias exclusivas, la Generalitat está regulando cuestiones de inmigración o trabajo al margen de la legislación del Estado.

La Generalitat ha puesto también en marcha una reforma del código civil catalán sobre la base del autogobierno y los derechos históricos, creando de esa manera un nuevo derecho de familia que no coincide con el vigente en el resto del Estado.

Hay muchos otros ejemplos pero tal vez la cuestión más relevante es la bilateralidad y el trato privilegiado que el Estatuto consagra para Cataluña en materia de financiación autonómica. El propio Zapatero acaba de prometer a Montilla que Cataluña no quedará decepcionada en relación a lo que establece el Estatuto.

Cuando el Tribunal Constitucional se pronuncie habrá seguramente un acuerdo de financiación entre la Generalitat y el Gobierno. ¿No hubiera sido mejor contar antes con una sentencia clarificadora que hubiera ahorrado el tira y afloja que se mantiene desde hace más de un año?

Tal vez encerrados en esos despachos a los que no llega el ruido de la política, según dice Casas, los magistrados se han olvidado del mundo real en el que viven y de las urgencias del tiempo presente. Tres años son demasiado para un asunto en el que existen tantos intereses políticos y motivaciones sentimentales. Sea cual sea la sentencia, ya llegará tarde y los miembros de este tribunal serán siempre recordados por su indolencia y su medrosidad jurisprudencial.