FAISÁN: AHÍ ESTÁN LOS NOMBRES Y LOS APELLIDOS
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
Todavía ayer Zapatero negaba en una entrevista la participación de
«mandos policiales o directores generales» en el chivatazo del bar Faisán de
Irún, en mayo de 2006. La información que hoy publica EL MUNDO contradice la
afirmación del presidente del Gobierno, ya que establece que, según los
investigadores, el chivatazo a ETA siguió la vía jerárquica de la cúpula
policial.
La parte secreta del sumario que instruye el juez Garzón incluye un organigrama que muestra la implicación del ex director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, que fue alertado por el jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamiés, de que se preparaba una operación para desarticular la red de extorsión de la banda. Este alto funcionario había sido avisado a su vez por una inspectora jefa de San Sebastián y por otro comisario que operaba en la lucha contra ETA en Francia.
Si la
información circuló de abajo hacia arriba, como es habitual en una institución
jerarquizada como es el Ministerio de Interior, las órdenes vinieron de arriba
a abajo. García Hidalgo habló telefónicamente con el jefe superior del País
Vasco y éste envió a un inspector de Vitoria para que contactara con Joseba
Elosua, dueño del Faisán y colaborador de ETA. Fue este inspector de Vitoria,
especializado en islamismo, el que le pasó a Elosua el teléfono móvil con la
llamada en la que le avisaron de que la Policía había preparado una operación
en la frontera para detener a los intermediarios que cobraban el impuesto
revolucionario.
El
registro de conversaciones telefónicas, siempre según los investigadores,
muestra que el inspector de Vitoria llamó en esos momentos al jefe superior de
Policía del País Vasco, que fue quien presumiblemente dio el chivatazo,
siguiendo las instrucciones expresas de García Hidalgo.
El
relato de los hechos es un tanto prolijo, pero merece la pena insistir en él
porque demuestra que la investigación policial sí ha podido determinar con
exactitud a los responsables del chivatazo y, por tanto, existen sólidos
indicios para sentarles en el banquillo. No es, pues, cierta la teoría filtrada
desde medios gubernamentales de que no existen datos en el sumario para
proceder contra nadie y de que lo que sucedió en Irún sigue siendo un misterio
inescrutable.
Lo
que publicamos hoy hace altamente sospechosa la actuación de la fiscalía de la
Audiencia Nacional, que pidió hace unos meses el archivo de la causa alegando
que no se había podido atribuir a nadie la autoría del chivatazo. Hay que
recordar que, por aquella época, en plena tregua de ETA, el Fiscal General del
Estado defendió la teoría de que las togas debían mancharse «con el polvo del
camino», sugiriendo que la Justicia tenía que contribuir a que la negociación
del Gobierno con la banda terrorista finalizara con éxito.
Lo
que hoy revela EL MUNDO pone el foco de atención sobre el ex director general
de la Policía, un militante de confianza del PSOE, que, si lo que dice el
sumario es cierto, habría cometido un gravísimo delito. ¿Consultó con sus
superiores del Ministerio del Interior? Mariano Rajoy declaraba en este
periódico que «no es creíble, por no decir imposible, que un alto mando
policial ordenase el chivatazo a ETA sin permiso del Gobierno».
Efectivamente,
todo apunta a que el Gobierno fue el responsable último de esta fechoría, lo
que explica por qué tiene tanto interés en echar tierra sobre el asunto y por
qué el fiscal ha querido archivar el caso que instruye Garzón. Lo que publica
hoy nuestro periódico demuestra que hay suficientes elementos para exigir
responsabilidades penales concretas. Ahí están los nombres y los apellidos.