LA INQUIETANTE INCOHERENCIA DEL PRESIDENTE
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Hay algo que se paga más caro que los errores en el ámbito de la economía:
la incoherencia. Y ésta es la palabra que resume la impresión que dio ayer
Zapatero en Londres cuando afirmó que el Gobierno reducirá el déficit «cuando
la recuperación sea activa».
Este planteamiento supone una grave equivocación porque la reducción del déficit debe abordarse en España como un requisito necesario para que la economía pueda reactivarse. El orden de factores sí altera el producto. La carreta no puede ir por delante de los bueyes. Todos los analistas y expertos coinciden en que la economía española no podrá volver a niveles de crecimiento considerables con un déficit como el del año pasado (11,4% del PIB).
Mantener
un elevado déficit supone incrementar el endeudamiento del país a largo plazo y
detraer recursos para la inversión productiva. Por eso no tiene sentido que
Zapatero ponga ahora condiciones para hacer ese recorte de 50.000 millones de
euros en cuatro años que fijaba el programa de estabilidad presentado en
Bruselas. Dado que el Banco de España estima que la recuperación se retrasara
al 2012, el Gobierno podría no tomarse en serio su compromiso hasta dentro de
dos años.
Las
palabras del presidente del Gobierno rozan la esquizofrenia porque durante los
últimos 12 días la vicepresidenta Elena Salgado y el secretario de Estado de
Economía, José Manuel Campa, han dedicado su tiempo a efectuar roads shows por
Londres, París, Nueva York y otras capitales para convencer a los inversores de
que los esfuerzos por reducir el déficit son serios.
En el
colmo de los despropósitos, Zapatero volvió ayer a arremeter contra los
mercados, subrayando que el Gobierno «no va a caer en la trampa de actuar en
función de los intereses a corto plazo de algunos fondos». Aseguró que le
parece «una paradoja» que «los mercados a los que los estados acudieron a
salvar, haciendo una inversión pública fuerte, sean ahora los que examinan a
los gobiernos y les ponen en dificultades».
Zapatero
confunde los mercados con el sistema financiero, al que ciertamente ayudó el
Ejecutivo en los momentos peores de la crisis con diversas medidas. Pero
resulta que el propio presidente se jactó en su comparecencia en el Congreso de
que el Tesoro había ganado más de 1.500 millones de euros con los avales y
compras de activos a la banca.
Todo
indica que Zapatero disfruta arremetiendo con eso que él llama «los mercados».
Pero habría que explicarle que los mercados no son cuatro señores con puros y
sombreros de copa que se reúnen en una mesa para fastidiar a países como España
sino que son la suma de una multiplicidad de decisiones inconexas entre sí.
Lo
peor que se desprende de estas declaraciones es que Zapatero sigue sin tomarse
en serio sus propios anuncios de política económica, que al parecer considera
puramente propagandísticos y destinados a contentar a la opinión pública y a la
oposición. Por eso dice una cosa hoy y mañana, la contraria, como se pudo
constatar en el asunto del alargamiento del periodo de cómputo de las
pensiones.
El
Ejecutivo ha convocado el próximo jueves a todos los partidos para comenzar la
negociación del pacto que pidió Zapatero en el Congreso. La vicepresidenta
Fernández de la Vega solicitó ayer al PP que «eche una mano». Sería deseable
que así lo hiciese si el Gobierno tuviera un mínimo de coherencia. Pero no se
le puede pedir a Rajoy que negocie si el propio presidente no se toma en serio
los compromisos que anuncia a bombo y platillo.
Las
declaraciones de ayer ponen de manifiesto que Zapatero no es consciente de la
gravedad de la situación ni se cree el negro panorama que prevé el Banco de
España, confiando tal vez en que su buena estrella le salvará en el último
momento.